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titular HF Sevilla FC 1890

por Vicent Masià

 

La Futbolteca y el revisionismo histórico

La Futbolteca, nombre tomado por un reducido grupo de historiadores y personas que como quien les escribe, investigamos en el fútbol español, tiene entre sus múltiples funciones una en especial donde nos volcamos todos con apasionada dedicación: el revisionismo histórico.

El revisionismo histórico, tan denostado por unos y tan aplaudido por otros, cuando de una historia nacen miles y al final es casi imposible discernir la verdad de la fantasía o de los hechos no consumados, es un recurso ineludible en cualquier historiador que se precie o persona con inquietud por averiguar una circunstancia del pasado que le atrae profundamente pero que, a la vez, anda llena de espesas ramas que no dejan ver con meridiana claridad qué hay tras estas.

El estudio académico, puramente científico, con nuevos datos y más puntos de vista coetáneos hasta los entonces dominados, abre un extenso abanico de posibilidades que entierra de forma concluyente aquellos extractos poco precisos, sesgados o de uso peyorativo con fines privados o quién sabe si políticos que han convertido la Historia en historieta.

Esta herramienta nos servirá en el presente artículo como instrumento de precisión para que el historiador o investigador, como hábil cirujano, la haga servir con suma maestría para desmenuzar, negro sobre blanco, un episodio clave en la historia del fútbol español: el del Sevilla Foot-ball Club de 1890.

Introducción

Pertenecer a un club es un orgullo muy grande que a menudo trasciende de padres a hijos y en algunas ocasiones alcanza hasta varias generaciones. Quedar enrolado en un club y acudir cada dos semanas al estadio para ver jugar a los once jugadores que sobre el verde tapiz del terreno de juego forman tu equipo frente a otro que nos visita es un placer que nos presenta la vida. El club de cada uno es un miembro más de nuestra familia, de nuestro entorno social, local, regional, hasta incluso un apéndice de nuestro ser que nos influye marcando nuestra personalidad y estado de ánimo. El club es casi una religión y algo más: un sentimiento, como nuestra tierra, como los valores que nos inculcaron nuestros padres y a ellos nuestros antepasados, algo que nos ata a unos colores y a un escudo de por vida y llevamos con nosotros hasta después de la muerte, si es que hay algo más tras esta.

Sin embargo el club en el cual nos sentimos tan identificados y que nos ha acompañado o le hemos acompañado desde que tenemos uso de razón en el caso de ser una sociedad con larga historia, no siempre ha estado ahí. El fútbol, y con él los clubs, es un deporte con apenas un centenar largo de años de historia. Tan siquiera lo creamos o le dimos forma los españoles, aunque se nos da bien jugar a ello –bueno, al algunos más que a otros-, y tuvieron que ser ciudadanos británicos de origen inglés o escocés mayoritariamente quienes nos enseñaran sus virtudes y a apreciarlo para convertirlo, por qué no, en algo ya nuestro.

Esta relativa juventud del fútbol en la historia española con juegos de pelota mucho más arraigados como las distintas variantes de pelota a mano practicadas en el norte y este peninsular, o de mesa o salón en toda nuestra geografía como son los naipes, los dados, etc., hicieron que en un principio a consecuencia del lugar de procedencia de los nativos británicos con su actitud reservada, poco integrable y aislacionista, pasase casi por completo desapercibida para los periodistas decimonónicos y españoles en general, más preocupados en otros temas como los quehaceres sociales cuotidianos, el trabajo, alimentar a la familia y otras actividades lúdicas alejadas de correr tras una pelota, sudar mucho y padecer el riesgo de romperse una pierna o brazo.

El fútbol ni era bien visto ni era comprendido por los españoles. Era algo extraño, algo ajeno en lo que no participábamos y un juego demasiado moderno ni qué decir alejado de nuestras costumbres. Con estas premisas y sin un acelerador que le diera un empujón era muy complicado que cuajase y se inmiscuyese en nuestras vidas. El deporte, y en este caso el fútbol, nace como tantísimas otras actividades en el pueblo, en la calle, pero hasta que no llega a un cierto estamento social, digamos pudiente que perfecciona las reglas iniciales y le da un esquema normalizado, una estructura sólida, no triunfa. Luego recorre el camino inverso: pasa de las capas sociales más altas a las más bajas y es entonces cuando se populariza.

En todas las localidades españolas donde los británicos se establecieron y jugaron al fútbol en el último cuarto del s.XIX sucedió lo mismo: ellos jugaban y nosotros mirábamos. Para aprender sus reglas y jugar había que sintonizar con ellos y la única solución era o hablar su misma lengua -el inglés-, algo complicadísimo, o trabajar con ellos y que les faltase alguien en vistas a echar un partidillo. No cabía otra porque pelotas de fútbol en España ni había ni sabíamos hacerlas, a no ser que algún español tras realizar estudios universitarios en el Reino Unido y de vuelta al país trajese una como sucedió en más de una ocasión.

 

I Parte

La prensa histórica ante el Sevilla Fútbol Club SAD

La inicial, confusa y escasa repercusión de los deportes británicos

Para entender la divulgación y extensión de un deporte, en este caso el fútbol, no hay que hacerlo desde la óptica del mundo actual en el que las noticias y acontecimientos van de un país a otro en apenas unos segundos gracias a los grandes sistemas de comunicación de los que afortunadamente disponemos, sino que hay que ponerse chaqueta y bombín, acicalarse el bigote y extrapolarse mentalmente a aquellos tiempos poniéndonos en la mente de aquellas personas con lo que sabían, su educación, sus costumbres y en definitiva, su mundo.

Para los periodistas de la época los británicos eran gente extraña, personas que andaban siempre en grupo, hablaban una lengua desconocida, se ponían en paños menores para divertirse haciendo ejercicio y cuando terminaban tomaban cerveza, mucha cerveza. Lo que hacían o dejaban de hacer a la inmensa mayoría de los españoles no nos preocupaba y los periodistas, como una extensión de la sociedad de aquí, no reparaban en las prácticas deportivas de aquellos emigrantes que se ganaban el pan a varios miles de kilómetros de su tierra. Incluso el deporte de los españoles en sus distintas disciplinas apenas tenía cobijo en un par de líneas escritas de vez en cuando. ¿Cómo se iban a fijar en el fútbol y encima darle cabida en un periódico?

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Hasta finales de los años ochenta del s.XIX las referencias en cuanto a prácticas de juegos de pelota por parte de los británicos son más bien escasas y además sobradamente confusas. Dentro de los juegos de pelota existen varias disciplinas como son el cricket, el polo, el football rugby, el lawn-tennis, el football association o el golf y en las crónicas casi nunca se especifica de qué se habla salvo muy raras excepciones. La mezcolanza en algunos casos de patadas, golpes, cargas, puntapiés y conducción de una pelota entre las manos o los pies aparece bajo muchos relatos que van precedidos del término football, algo que nos indica que aquellos hombres o bien jugaban a rugby o bien a un fútbol primitivo donde las reglas todavía no estaban depuradas.

Leer una crónica donde se habla de juego de pelota sin más e intentar ver detrás la existencia de un club de fútbol o una sociedad que practica fútbol es una afirmación temeraria si no se tienen más datos que lo avalen. Puede tratarse de cualquier deporte donde haya una pelota mediante y aún tratándose de británicos desconocemos de qué disciplina se trata, quiénes la ponen en práctica y si se trata de una asociación o de un grupo reducido que deciden pasar un rato de distracción. Para vincular una práctica a un determinado club hay que demostrar que esta sociedad está convenientemente constituida mediante un acta o un reflejo publicado en prensa, que está estructurada con un presidente, un secretario y un tesorero, y que hay socios que mantienen sus gastos. Ante todo aquel movimiento que aparezca disfrazado como juego de pelota hay que ser extremadamente cauto y no lanzar las campanas al vuelo atribuyéndole una sociedad a la sombra o un cariz indiscutiblemente futbolístico porque no tener pruebas es como no tener nada. Sólo palabras.

La prensa y su papel como difusora del fútbol

Si el fútbol necesitaba un espaldarazo definitivo para asentarse y empezar a ser conocido, este se lo dio la prensa. Este medio de comunicación fue un arma indispensable para llegar a las masas, como vital es el uso de la publicidad hoy en día para vender productos, información o cualquier cosa que reporte ingresos. El acercamiento de la prensa al fútbol en la última década del s.XIX fue fundamental y, no solo por la publicación de crónicas, algo inexistente hasta la fecha, sino por la vertiente cultural e histórico-social que esto significaba en una sociedad como la española que vivía de espaldas a este tipo de acontecimientos.

La aproximación y la atención que prestan los periodistas desde el punto de vista histórico es primordial para recabar datos de primera mano y estudiar hoy, pasados más de cien años, cómo llegaron el fútbol y otros deportes a España, cómo se formaron los primeros grupos de practicantes, cómo de estos derivaron los “protoclubs” o clubs primitivos y sobre todo cómo evolucionaron estos y cuáles fueron sus vicisitudes.

Las primeras crónicas futbolísticas, tan distintas de las que se firman en algunos medios actuales, estaban llenas de anglicismos, de términos británicos directamente relacionados con este deporte y plenos de una liturgia que en más de una ocasión, más que de un encuentro deportivo parecía tratarse el extracto de un hermanamiento o celebración con algún trasfondo de orden familiar. Sin embargo aquellos primeros relatos no estaban exentos de emoción y de grandes pinceladas de orgullo local. Al leer uno de aquellos escritos, los ciudadanos tanto de Huelva, Sevilla o Bilbao por poner algunos ejemplos, a pesar de que los principales protagonistas eran extranjeros en su gran mayoría, ya tomaban partido por el equipo de casa y llámese Huelva Recreation Club, Sevilla Foot-ball Club o Athletic Club, estaban pendientes de que la victoria debía ser para los “equipiers” que conocían y veían actuar de vez en cuando. Había nacido la afición por el fútbol, en cada encuentro se reunían varios centenares de seguidores y gracias a la prensa, aquellos que por una razón u otra no habían asistido, podían disfrutar de una información que suplía su ausencia y alimentaba su ego si iba acompañado todo de una victoria.

La distinta implicación de la prensa

Como todo el mundo sabe, la prensa escrita es un medio de comunicación que a través de una publicación impresa divulga con carácter diario, semanal, quincenal o mensual una serie de noticias de índole económica, social, política, deportiva, cultural, incluso de sucesos que afectan a una comunidad. Su función básica es informar al ciudadano, pero obviamente dependiendo de quién sea el grupo de personas que conduzcan el rotativo y sus ideales encontraremos detrás de estas publicaciones un intento abierto y manifiesto de persuadir, promover, formar una opinión, educar y entretener al lector. La publicación de una noticia, sea del segmento que sea, siempre obedecerá a un interés determinado y la empresa que promueva un periódico se encargará de estudiarla y ver la conveniencia o no de imprimirla.

El fútbol no adquiere interés en España hasta 1890 y la explicación es muy sencilla: el Campeonato de Liga de Inglaterra. El nacimiento durante la temporada 1888-89 del “Football League Championship” es un punto de inflexión que afecta a todos los emigrantes británicos que hay repartidos en todo el globo terráqueo. Gracias a él y a los determinados puntos que reúne como son la existencia de clubs con jugadores profesionales, grandes aficiones detrás, directivos al margen de la plantilla y grandes recintos para albergar a una masa de personas considerable -en algunos casos varias decenas de miles de personas-, el “Football League Championship” despierta la curiosidad e interés de los propios británicos y de otros países quienes asisten admirados a lo que este tipo de eventos son capaces de lograr.

A partir de 1890 la prensa española a nivel general empieza a dejar las primeras pinceladas de este deporte y aunque son pocos los testimonios, al menos sí reflejan que se reconoce su existencia. La prensa de alcance nacional como la editada en Madrid y Barcelona se hace eco de las noticias que vienen de Inglaterra, aunque la falta de percepción de todo lo que sucede en España debido al aislamiento de las comunidades británicas especialmente, ocasiona que se desconozca en absoluto que en el sudeste peninsular o en Vigo ya existan grupos de personas que juegan al fútbol incluso están arropadas bajo el techo de un club.

La tardía aparición del fútbol en Madrid hace que la prensa apenas preste atención a aquel grupo de muchachos que dan forma al Sky Foot-ball Club, mientras que en Barcelona y solo unos años antes, las referencias al Club de Regatas y a la Sociedad de Foot-ball Barcelona andan a la par que la madrileña. A finales del s.XIX esta tendencia cambiará con el surgimiento de burgueses que siguiendo los pasos de la modernidad entenderán que el deporte es un bien social, algo que debe cultivarse y sobre todo transmitirse y propagarse. La creación de sociedades deportivas o filo-deportivas será un hecho y la publicación de semanarios deportivos donde se relaten estos acontecimientos algo tangible.

La prensa onubense

El caso de la actitud de la prensa onubense respecto al fútbol es excepcional y no tiene parangón en España hasta varias décadas después. La ciudad de Huelva, capital de la provincia homónima, cuenta en 1890 con dieciocho mil habitantes y un periódico creado en 1880 denominado La Provincia. Este medio de comunicación se encarga de transmitir noticias de alcance nacional, sobre todo de carácter político y hechos sucedidos en Andalucía no dejando de lado una crónica diaria sobre las distintas noticias de alcance que genera la propia ciudad de Huelva. Sin embargo hay un hecho que la distingue del resto de capitales de provincia y que, con el paso de los años, se convierte en vital para su salud económica: la empresa Rio-Tinto Company Ltd.

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El alcance de la empresa minera en la ciudad y su provincia es enorme hasta el punto de ser la mayor fuente de ingresos y la actividad que más empleo genera. Su importancia traspasa el ámbito provincial y el Estado es uno de los principales beneficiados, siendo la influencia sobre la sociedad onubense tan notable que la prosperidad que experimenta Huelva a raíz de la presencia de la empresa británica es incuestionable. El poder y el radio de acción de los británicos determinan la política onubense, la construcción de edificios, el fomento de sociedades deportivas, culturales, la conmemoración del Descubrimiento de América en su IV Centenario y cómo no la financiación de numerosos eventos.

La prensa de Huelva no puede vivir al margen de esta importantísima comunidad y La Provincia, el diario local, presta una destacadísima atención a todo lo que en ella se genera hasta el punto de relatar los viajes de ida y vuelta de los británicos a su tierra, los eventos sociales como cumpleaños de S.M. la Reina Dª Victoria y actividades lúdicas durante las fiestas de septiembre, o los distintos bailes de salón que semanalmente se realizan en el Hotel Colón. Bien sea en correcto inglés o en su defecto, traducido al español, los británicos emplean la plataforma que les ofrece La Provincia como tablón de noticias oficial en el cual dar a conocer su vida social.

Deportes de importación británica como el cricket, lawn-tennis, football, golf o polo se convierten de repente en noticiables y La Provincia, aunque de ámbito local y con apenas percepción por el resto de España, es el periódico que más labor hace en la difusión del fútbol a nivel nacional. Aunque con algunas notas futbolísticas antes de la constitución del Huelva Recreation Club el 18 de diciembre de 1889, La Provincia se convierte desde esta fecha en el órgano difusor de todo lo que se genera en torno a la actividad de este club, describiéndose el antes, el durante y el después de los encuentros que este club disputa frente a otros de la provincia como los de Minas de Riotinto y Tharsis, o los de otras provincias frente a los representantes de Sevilla, Málaga, Gibraltar e incluso algunos que no se mencionan pero se adivinan como los de Jerez de La Frontera y Cádiz.

La importancia de La Provincia no radica solo en descubrir cómo se origina el Huelva Recreation Club y quienes lo promueven, sino que a través y gracias a él se entiende el nacimiento del fútbol en España y en otras localidades al margen de Huelva y con anterioridad, Minas de Riotinto. Durante más de cien años hemos sabido de la existencia del fútbol en Sevilla, Tharsis, Minas de Riotinto y Málaga por la labor de este periódico y justo es el agradecer a los onubenses el gran trabajo realizado en este sentido.

8 de marzo de 1890: Sevilla Foot-ball Club vs Huelva Recreation Club

El encuentro disputado el 8 de marzo de 1890 en el interior del Hipódromo de Tablada de la capital hispalense entre el Sevilla Foot-ball Club y el Huelva Recreation Club es por ahora, y mientras no se encuentre otro documento que lo desmienta, el primer encuentro disputado en España por dos sociedades oficialmente constituidas en suelo español y además bajo las reglas de la Football Association. El Huelva Recreation Club, fundado el 18 de diciembre de 1889 y el Sevilla Foot-ball Club, fundado el 25 de enero de 1890 tienen ese honor, pero la Historia no se ha encargado por diversos motivos, de valorar del mismo modo a ambos protagonistas.

Así mientras el Huelva Recreation Club goza de un privilegio que le pertenece y nadie discute porque es suyo y es digno reconocérselo habiéndose encargado toda la ciudad de Huelva y el propio club en defenderlo, el Sevilla Foot-ball Club representa la otra cara de la moneda. Si en Huelva todo es cara, en Sevilla todo es cruz. Para empezar tradicionalmente han existido multitud de dudas en la propia ciudad hispalense acerca de la vinculación del Sevilla Foot-ball Club de 1890 con el Sevilla Foot-ball Club de 1905 dando por hecho sin un estudio pormenorizado que eran clubs distintos o al menos, interrelacionados. Nadie en Sevilla a lo largo de cien años se ha preocupado de analizar con todo tipo de detalle cómo surge el fútbol en la ciudad, cómo y quién lo mantiene en activo hasta 1905 y por qué causas se registra un Sevilla Foot-ball Club en 1905 habiendo desde quince años atrás otra sociedad con el mismo nombre, finalidad y componente social. El acomodo de la sociedad sevillana y sevillista conformándose con lo que algunos sevillistas han contado y otros no sevillistas han querido contar sobre ellos, ha sido una espada de Damocles con la que han cargado a cuestas inmerecida e ignorantemente que ha impedido un mayor conocimiento de su historia como club y como sociedad primigenia a la hora de difundir el fútbol en España.

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La falta de una prensa volcada en el club originado en 1890 que contase con pelos y señales quiénes fundan el club, de dónde proceden, dónde se juntan y de qué nacionalidad son sus miembros ha impedido durante un siglo entero saber a ciencia cierta en qué fecha se constituye el club, quién lo preside y si era un grupo de amigos como se nos ha “vendido” o un club con todas las de la Ley.

A pesar de que Sevilla era en 1890 una ciudad con ciento cuarenta y cinco mil habitantes, ninguno de los periódicos existentes prestó una atención fuera de lo común al fútbol y a lo que el Sevilla Foot-ball Club -su buque insignia- representaba para el fútbol local, andaluz y nacional. Periódicos como El Porvenir, El Tribuno, La Andalucía, El Baluarte o El Universal pasaron de puntillas con las noticias generadas por el club sevillano y así se limitaron a reproducir lo que el onubense La Provincia publicaba o a no decir nada como en la mayoría de las ocasiones sucedió. Otro periódico hispalense, El Mercantil, órgano de comunicación de la institución del mismo nombre y a la cual pertenecían la mayor parte de los socios del club de fútbol, tampoco fue más allá y, al contrario que sucede con el papel desempeñado por La Provincia con el Huelva Recreation Club, apenas ha dejado vestigios sobre el origen de la sociedad futbolística como si tuviera la menor importancia.

La lectura del 8 de marzo de 1890

El encuentro del 8 de marzo pese a su incuestionable importancia histórica deja muchas lecturas a posteriori que quizás no se han tratado con el grado de atención que requieren. De un lado no es igual el trato que se le da al “match” desde la prensa onubense, más implicada y detallista, que desde la prensa sevillana, menos comprometida. Para los onubenses es una noticia de alcance máxime cuando se trata del primer encuentro de fútbol que disputa su recién constituido club, una institución formada por británicos con gran peso social en la ciudad, mientras que para los sevillanos, habitantes de una ciudad más grande y con una menor dependencia respecto a empresas foráneas, es una rareza el que un grupo de hispano-británicos hayan constituido un club de fútbol y encima se enfrenten a una sociedad onubense de parecidas características.

Negar la importancia de este encuentro y conducirlo a otros derroteros interesados no es de recibo, ni por supuesto lo vamos a considerar siquiera, porque etiquetar a uno de los dos contendientes, el Sevilla Foot-ball Club, como un “equipo de ingleses” y no como una sociedad constituida es cuanto menos un atropello a la historia y una afrenta a las aficiones tanto del Real Club Recreativo de Huelva SAD como, por supuesto, del Sevilla Fútbol Club SAD, la parte ninguneada. Quienes abanderan esta digamos, “propuesta”, por decir alguna cosa, ¡en qué cabeza cabe esto!, deberían analizar profunda y detenidamente sus repercusiones puesto que negar que el Sevilla Foot-ball Club fue el rival del Huelva Recreation Club es también negar que el hoy Real Club Recreativo de Huelva SAD fue uno de los dos primeros clubs en España en disputar un encuentro entre dos sociedades legalmente constituidas, un honor del que evidentemente quedaría desposeído de seguirse esta trama.

El “match” de marzo visto desde el punto de vista que da analizarlo una vez transcurridos ciento veinte años, bajo nuestra opinión es injusto con el Rio-Tinto English Club, una sociedad creada en 1878 que juega al fútbol antes que los dos clubs mencionados. A tenor de las circunstancias lo más lógico hubiera sido para el estreno del club recreativo un enfrentamiento con el club de Minas de Riotinto o bien para el debut del club sevillano, un choque igualmente frente a los riotinteños, haciendo justicia con un club que les precede en antigüedad a ambos y lamentablemente ante la ausencia de una potente prensa local ha quedado reducido a ser un club pionero sin más. Y es que la Providencia y la Historia no tienen por qué entender de justicia.

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Los que sí tienen algo que ver con la Historia y mucho para conocerla y entenderla, son los historiadores y para estos el encuentro del 8 de marzo dice muchas cosas. Entre otras y al margen de las que atañen meramente a las más estrictamente históricas y que ya han sido convenientemente tratadas, emerge y se acrecienta la figura del Sevilla Foot-ball Club, una sociedad de la cual apenas se conoce poco o nada y que con los diversos tratamientos que históricamente se le ha dado desde la prensa de Huelva e incluso desde Sevilla al describírseles como Club Sevillano, Club Inglés de Sevilla, Club de Foot-ball de Sevilla, etc., ha pasado al olvido siendo considerado simplemente como algo anecdótico o un grupo de personas que jugaban al fútbol en lugar de la esencia y el primer paso dado por un club con vigencia actual: el Sevilla Fútbol Club SAD.

Para los historiadores y para aquellas personas que tienen interés en conocer la historia desde la modestia pero con la misma contundencia y exactitud que cualquier profesional, el Sevilla Foot-ball Club de 1890 una vez se descubre su participación en el encuentro de marzo de 1890, pasa a ser una referencia y un mito a estudiar, un objetivo para el cual entregarse apasionadamente y para el cual destinar un meritorio espacio de nuestro escaso tiempo de vida: un desafío. Leer en unas crónicas escritas hace más de un siglo que en una ciudad como Sevilla -como lo podría ser cualquier otra de nuestro país- había un club de fútbol con nombre y apellidos merece la atención de cualquier historiador. Veamos los resultados.

La Historia, el historiador, el Sevilla Foot-ball Club y el Sevilla Fútbol Club SAD

El mundo que envuelve la investigación en torno a la historia de los clubs es un mundo peculiar, privado y en ocasiones, demasiado personalista. El acto de investigar no requiere de un título universitario, no es un oficio ni hay que aprobar una oposición para poder acceder a determinados datos o documentos. La labor del investigador o historiador -como se prefiera- requiere de personas honestas que quieran cumplir con este papel ocasional por pura vocación o simplemente por placer, pues es un trabajo que tradicionalmente ha sido gratuito y altruista, muy pocas veces remunerado, siendo tan solo el interés por encontrar la verdad y contar la historia lo mejor posible para total conocimiento de una afición el gran premio y el único objetivo, quedando la contribución del historiador hacia el club como un gesto de amor hacia este por lo que le aporta.

Por estas razones cada club ha contado tradicionalmente con una o más personas a lo largo de su historia que empapadas con las experiencias vividas en primera persona, con lo contado por terceros, hurgando en libros, hemerotecas o procurándose entrevistas con personas relacionadas con un club, han intentado de mejor o peor forma, cada una a su estilo, narrar las vicisitudes de una sociedad futbolística.

Los historiadores que tratan la historia de un club hayan nacido o no en la localidad de origen de la sociedad, son fieles por naturaleza a ese club y nunca traspasarán la frontera de escribir la historia del club vecino en caso de existir o la del club de otra ciudad, a no ser que sea bajo un punto de vista completamente necesario o por dirigir una obra en donde se haga referencia a varias entidades por una determinada causa.

¿Por qué fijarse en el Sevilla Foot-ball Club de 1890 ahora y no antes? Decir que hace cincuenta, sesenta o setenta años atrás nadie se fijó en el origen del fútbol sevillano sería faltar a la verdad y por lo tanto mentir. Por supuesto que los historiadores sevillistas han profundizado e intentado indagar en el origen del fútbol en la ciudad, pero también es cierto que siempre han topado con la misma piedra: la falta de datos de la prensa decimonónica. Esta ausencia de documentos, la falta de testimonios por parte de los protagonistas del 1890 y quizás cierta escasez de predisposición y falta de visión de futuro por parte de los periodistas de la época anterior a 1905 en indagar con más ahínco en las raíces británicas del fútbol sevillano, han causado un secular desconocimiento de la realidad sevillista que de haber sido otras las circunstancias hubieran originado sin duda otro resultado bien distinto.

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Para cualquier aficionado que haya seguido la evolución del fútbol en España, entienda que este deporte tiene sus inicios en el sudeste peninsular y con un mínimo de observación haya reparado en cómo el Riotinto Foot-ball Club es una prolongación del Rio-Tinto English Club de 1878 y el Real Club Recreativo de Huelva SAD otra del Huelva Recreation Club de 1889, no tendrá problema alguno en advertir la posibilidad de que suceda lo mismo con el Sevilla Foot-ball Club de 1890 y el Sevilla Fútbol Club SAD de 1905. Eso es incuestionable e innegable y sólo la ceguera de unos cuantos puede evitar pensar en ello, con lo cual al historiador solo le queda un camino: investigar.

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¿Qué tiene de especial la historia del Sevilla Foot-ball Club que no se encuentre en otros clubs y la haga tan atractiva para ser estudiada? Francamente tres son las grandes respuestas: de una parte para los propios aficionados, socios y simpatizantes del Sevilla F.C. SAD, los principales beneficiados, es una cuestión de máxima urgencia e interés porque en ello les va conocer su pasado y despejar definitivamente todas las dudas generadas a lo largo de su ya dilatada historia. De otra es para los historiadores todo un reto porque significa hacer un enorme esfuerzo indagando en sitios recónditos, traspasando fronteras, dedicando muchísimas horas que se le restan a necesidades u obligaciones familiares y además un desafío al tener que ser cautos con lo que se descubre, con lo que se comparte y con lo que no se puede decir en un determinado momento aunque se sepa y sea importante para no enturbiar o desbaratar una operación. Finalmente, para el fútbol español es vital pues conocer la historia y el origen del Sevilla Foot-ball Club es conocer un eslabón importantísimo en el engranaje primitivo de este deporte en nuestro país.

La iniciativa del Sevilla Fútbol Club SAD

A lo largo de la historia el Sevilla Fútbol Club SAD ha disfrutado de grandes acontecimientos, pasado las de Caín y sufrido toda la clase de experiencias agridulces que tiene el fútbol. Por el club se han sucedido varias generaciones de aficionados, de presidentes…de directivos, pero históricamente todos han vivido sumidos en la creencia de que su entidad fue constituida un 14 de octubre de 1905. Todo el sevillismo se aferraba a esta fecha como el Día D, como el día uno de su vida dejando pasar por alto el fútbol practicado en 1900, en 1901, en 1902…, incluso yendo hacia atrás al importantísimo encuentro del 8 de marzo de 1890 y los sucesivos disputados en los años inmediatos.

Nadie miraba más atrás de 1905 y lo anterior era desconocido, apartado de su pensamiento como si no fuese con ellos, como si no les perteneciese y sí a otros que no se sabía quiénes eran ni de dónde venían. El sevillismo permanecía acomodado y conformista con su legado y nadie movía un dedo porque nadie sospechaba ni era capaz de poner en duda lo que siempre se había contado hasta que un día, como siempre ocurre en estas cosas, un hecho no relacionado con su origen pero sí con su historia, promovió que algunas personas entre las cuales encontramos a Juan Castro Prieto y el lamentablemente fallecido Agustín Rodríguez entre otros, empezaran a indagar en su pasado y a encontrar respuestas a preguntas que tan siquiera se habían formulado.

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Esta concatenación de descubrimientos inéditos no podía pasar desapercibida para el club ni tampoco para sus dirigentes. Era necesario que el Sevilla Fútbol Club SAD tomase cartas en el asunto y apoyase a aquellos quienes desinteresadamente y de forma particular tanto estaban haciendo en beneficio de la institución hispalense. Dicho y hecho desde la presidencia se dispuso de un local a favor de este minúsculo grupo de personas que publicadas algunas de sus indagaciones había ensanchado sus miras y sumado nuevos mimbres quienes, atraídos por lo allí hallado, querían aportar su granito de arena para engrandecer la historia de su club.

El grupito se convirtió en grupo y en Área de Historia para que con el aumento de caudal humano se incrementaran las pesquisas y los resultados. Profundizando en varios frentes y extendiendo la red sevillista en todo el mundo, la historia del fútbol en Sevilla debía manar del recóndito acuífero hispalense de un momento a otro. Todo era cuestión de tener paciencia y tranquilidad porque el trabajo estaba bien encaminado y había mucha fe depositada en ello.

La iniciativa de los historiadores

Como se apuntaba unas líneas más arriba, muy pocos historiadores se han aventurado a lo largo de la presencia del fútbol en España a indagar en la historia de clubs que no fuesen el de uno mismo y cuando lo han hecho, ha sido de puntillas y repitiendo lo que otros contaban sin aportar nada de su propia cosecha. Este paso, no carente de responsabilidad, es una materia reservada para unos pocos dada su complejidad, su nivel de exigencia y sobre todo al escaso reconocimiento que este trabajo suele tener por organismos tutelares en cuestiones balompédicas. En contraposición, el agradecimiento de la afición del club estudiado, la satisfacción por el trabajo bien hecho y el sentimiento de haber cumplido con un deber, son las únicas recompensas que se permite el historiador, persona que debe saber estar al margen de la magnitud de su trabajo pero a la vez lo suficientemente involucrado para que este tenga éxito.

En el pequeño grupo humano que formamos La Futbolteca somos conscientes de la importancia del tema que se está tratando y de las repercusiones a nivel futbolístico e histórico que se pueden derivar de los resultados obtenidos y de los que se van a obtener en el futuro, porque una investigación retrospectiva de este alcance nunca tiene fin y siempre hay resquicios no resueltos en su totalidad que necesitan ser atendidos por la escasez de datos que obran en nuestro poder. No obstante nuestra implicación y especialmente la de quien escribe el presente artículo, es máxima, absoluta. La historia del Sevilla F.C. SAD merece una atención extraordinaria porque hay mucho en juego repartido en varios frentes, es una de las piezas más determinantes que falta encajar en el puzle histórico del fútbol español y con su estudio, al igual que sucede con los clubs de Huelva y Minas de Riotinto, no solo damos sentido al origen de este deporte en nuestro país, sino que entendemos la idiosincrasia y coyuntura social de un momento muy importante en la historia de España como resulta ser el último tercio del s.XIX.

Como colectivo de investigadores y como especialistas en la vertiente histórica, La Futbolteca no puede dejar pasar la oportunidad de estar cerca de la línea de trabajo emprendida por el equipo que trabaja para el Sevilla F.C. SAD o de similares iniciativas tomadas en otros clubs de relevancia histórica como el Real Club Recreativo de Huelva SAD y el Riotinto Balompié. Al contrario, es una obligación y deber estar muy encima de cualquier movimiento en este sentido por el bien del fútbol y por su saneamiento histórico porque tal y como reza uno de nuestros lemas “confiamos en todos y no confiamos en ninguno”. La investigación, el trabajo bien hecho y el resultado final son lo que quitan o da la razón.

La existencia del Sevilla Foot-ball Club en 1890: un hecho incuestionable

La existencia de un Sevilla Foot-ball Club en torno a 1890 fundamentándonos en una parte gracias a los comunicados de la prensa y en otra a los documentos hallados, es un hecho a todas luces incuestionable. Aquí no caben medias tintas, ni medias verdades, ni confusiones con el nombre ni malabarismos malintencionados para restar importancia a una sociedad que nació con todas las de la Ley, con nombre, con apellidos y con todo lo que requiere un club legalmente constituido: presidente, secretario, tesorero y una cantidad de socios.

Cualquier interpretación en contra carece enteramente de sentido, máxime cuando las pruebas son tan contundentes, los escritos están ahí para su libre consulta, no nos los hemos inventado nosotros, vienen lo suficientemente claros para no albergar dudas y su transparencia allá hasta donde manejamos es inocua y libre de sospecha. Pretender negar la existencia de un Sevilla Foot-ball Club con todo lo que sabemos y en contra de la opinión de los profesionales que nos dedicamos a esto desde hace muchos años es grotesco y una falta de respeto primero para el sevillismo, por ser el club directamente afectado, en segundo lugar contra los historiadores, por intentar pasar por encima de toda la lógica, seriedad y profesionalidad con las que nos empleamos y en tercer lugar contra la historia del fútbol español, porque negar un hecho vital para entender el origen del fútbol en España es algo prohibitivo, repulsivo y que condenamos con todas nuestras fuerzas.

Ahora bien, que el Sevilla Foot-ball Club de 1890 y el Sevilla Fútbol Club SAD de 1905 sean la misma entidad es otro tema bien distinto cuyo calado social y deportivo necesita de un profundo estudio y de una pormenorizada investigación. De la misma forma que no se puede lanzar a los cuatro vientos que el Sevilla Foot-ball Club de 1890 no existe, tampoco se puede ir en el mismo sentido afirmando sin pruebas que hay una continuidad entre 1890 y 1905. Encontrar las pruebas concluyentes precisa de su tiempo, su dedicación, mucho trabajo, sacrificio, descartar líneas de investigación que no llevan a ningún lado, rebuscar en textos desapercibidos, perder horas de sueño, de contacto con la familia, hurgar en hemerotecas, establecer contactos con personas desconocidas y sobre todo, exhumar muchos documentos. Todo ello no se hace en un día ni en dos, ni extrayendo conclusiones precipitadas de un breve texto o incluso de una línea de un boletín. Hay que ser meticuloso, ordenado y aplicar todos los sentidos en lo que se realiza, teniendo muy buen ojo para no dejar cabos sueltos e ir al grano dejando la paja a un lado para que no moleste. Solo así se consigue avanzar y superar las adversidades que salen en el camino.

 

II Parte

Pruebas y evidencias

El gran reto del Sevilla Fútbol Club SAD con su más remoto pasado

Constatada al menos desde 1890 la existencia de un Sevilla Foot-ball Club y desde 1905 la de otro Sevilla Foot-ball Club, salta a la palestra una pregunta sencillísima pero de muy difícil respuesta: ¿Son el mismo club o no?

Tradicionalmente muchos historiadores se han formulado esta cuestión para sus adentros pero la evidente falta de información ha dado al traste con cualquier posibilidad de seguir investigando. La inconexión temporal, la falta de testimonios, los pocos datos a los que aferrarse junto a una lectura demasiado centrada en el 14 de octubre de 1905 y una acusada ausencia de pistas han sido unos enemigos demasiado grandes para el sevillismo, pero no hay mal que dure cien años y por fortuna, los nuevos tiempos y con ellos la nueva tecnología, están empezando a dar un giro de ciento ochenta grados sobre aquellos asuntos olvidados en el baúl de los recuerdos.

Desde hace unos años pesa sobre el Sevilla Fútbol Club SAD la acuciante necesidad de derribar muros del pasado y despejar de una vez todas las dudas generadas en torno a su presunta conexión con 1890 o desconexión definitiva con esa fecha. El grandísimo reto que se le presenta al club hispalense pasa por:

a) Encontrar la fecha de fundación exacta del primitivo Sevilla Foot-ball Club.

b) Localizar la junta directiva constituyente con presidente, secretario y tesorero.

c) Averiguar quiénes eran aquellos hombres y por qué se decidieron a dar vida al club.

d) Ver cuál era su interrelación personal o laboral.

e) Comprobar dónde se conocieron y qué les unía.

f) Explicar qué une al grupo de 1890 con el de 1905.

g) Comparar su relación con otros clubs de similares características.

Las nuevas tecnologías y el asociacionismo nacional e internacional

Encarar un reto de estas características obviamente no es tarea fácil ni ahora ni aún menos hace unas cuantas décadas atrás y no digamos si navegamos en el tiempo mucho más allá. Sin embargo, si algo ha cambiado y para bien desde el pasado hasta la actualidad es el mundo de la comunicación, un cambio que no radica solo en la información en sí, algo desde luego positivo y que en muchas ocasiones es nuestra única finalidad, sino en la posibilidad real de llegar hasta ella.

Las nuevas tecnologías como Internet nos abren las puertas de par en par para adentrarnos en ellas y bucear en busca de aquello que siempre hemos deseado encontrar y por nuestros propios medios nos era imposible o se nos hacía eterno. Internet es una herramienta excepcional para la investigación y como profesionales que somos en estas lides, no podíamos permitirnos el lujo de no reparar en ella.

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Gracias a estas innovaciones tecnológicas la dimensión que ha adquirido la investigación es espectacular y el mundo cada vez se nos hace más pequeño teniendo la posibilidad no sólo de indagar en España, sino también de exhumar documentos valiosísimos en el extranjero, un campo escasamente explorado en otras épocas y vital, según se precie, para ciertos asuntos que sean clave para nuestro interés.

Con Internet, la gran red comunicativa por excelencia, se fomenta el asociacionismo investigativo y por ende entre historiadores. Trabajar en equipo desde distintas localidades españolas para reforzar el empeño en conseguir un objetivo no es que sea posible, sino una necesidad incluso allende nuestras fronteras con historiadores radicados en Escocia, Nueva Zelanda o donde sea, recurso ineludible cuando las fuentes nacionales escasean y se intuye que pueden hallarse lejos de nuestro país. El historiador ha de emplear con acierto y atino todo lo que domina, pero cuando cierta información le es esquiva no ha de reparar en escusas y armado de osadía, tiene la obligación de apurar cualquier resquicio por presuntamente poco significativo que este sea porque como nos dice la experiencia: busca y hallarás.

El primer gran hallazgo: “The Otago Witness”

La primera de las consecuencias de todo el trabajo detallado anteriormente no se iba a hacer esperar y curiosamente no venía de al lado de casa precisamente, sino desde nada más y nada menos que 19.854 kms de distancia, en concreto desde la localidad de Dunedin, capital de la provincia de Otago, en Nueva Zelanda. En tan recóndita localidad un periódico denominado “The Otago Witness” (El Testigo de Otago), rotativo creado en 1851 a imagen y semejanza del escocés The Edimburg Witness, nos sorprendía con una inesperada pero ansiada noticia publicada el jueves 2 de abril de 1891 en donde se describía con todo lujo de detalles un encuentro disputado en Sevilla el sábado 27 de diciembre de 1890 entre las sociedades Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club -aunque ambos clubs no sean citados con su nombre oficial, sino con el de la ciudad que representan: Huelva y Sevilla respectivamente-, anfitrión este último del Hipódromo de Tablada junto al río Guadalquivir.

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Este primer testimonio de magna importancia nos desvela y aporta varias claves para nuestra investigación que refuerzan lo leído en las crónicas de los medios onubenses y sevillanos de la época y que, lamentablemente, no citaban estos como que el presidente del club hispalense es E.F. Johnston, que esta entidad se encuentra en floreciente estado y que el fútbol lleva varios años formando parte de los festejos de Navidad en Sevilla. Apenas se puede leer nada más significativo salvo las incidencias propias del encuentro, curiosas por cierto, pero desde la parte esencialmente histórica -la que nos interesa-, se desprenden varios mensajes que hemos de tomar con la importancia que se merecen:

a) Edward Farquharson Johnston, por entonces vice-cónsul británico en la capital hispalense, es el presidente del Sevilla Foot-ball Club. Conocer el nombre del máximo dirigente nos indica -por si ya no bastase con las diferentes lecturas encontradas en 1890 donde figura el nombre de Isaías White como secretario-, que la sociedad hispalense es un club legalmente constituido y que goza, cómo es lógico, de directiva.

b) La sociedad se encuentra en un estado floreciente. Hablar de club o sociedad, monta tanto como tanto monta, es reconocer la existencia de un grupo humano unido y organizado bajo una misma propuesta, en este caso futbolística, mientras que floreciente se traduce como recién constituido o con apenas un tiempo de vigencia, es decir, empezando a crecer.

c) El fútbol no es algo neonato en la Sevilla de 1890, sino que tal y como indica el propio cronista, es un deporte que desde hace años forma parte unos festejos tan entrañables como son los celebrados en Navidad.

Estos tres mensajes confirman y alimentan con nuevos apuntes las crónicas encontradas en 1890 donde es citado el Sevilla Foot-ball Club, de modo que al fin se conoce el nombre del presidente de la institución, uno de los objetivos que se plantean en la investigación, además que se obtienen otros datos que dan la razón a lo expuesto en 1933 por Daniel Young, uno de los primeros jugadores del Rio-Tinto English Club a principios de la década de los años ochenta decimonónicos, quien afirma con su testimonio privilegiado y en primera persona que él jugó en Sevilla con el conjunto minero durante esos años, que Navidad era una de las fechas escogidas para hacerlo y que el club sevillano vendría a constituirse con posterioridad al de la capital onubense, un hecho que con esta crónica todavía no puede ser debidamente contrastado.

El segundo gran hallazgo: “The Field”

Descubierto posteriormente al hallazgo del “The Otago Witness”, casi de inmediato y como resultado de las pistas encontradas en este medio de comunicación, el segundo gran logro sevillista es la misma crónica del 10 de enero de 1891 pero publicada y ampliada en el rotativo londinense “The Field”, relato periodístico original del encuentro disputado entre Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club el 27 de diciembre de 1890 y del cual se hace eco el periódico neozelandés “The Otago Witness” reproduciéndolo parcialmente.

La crónica de “The Field” es más completa y en ella se mencionan una serie de hechos que enriquecen nuestro conocimiento de la realidad de ambos clubs como que el vice-cónsul británico y a la vez presidente del club sevillano, Edward F. Johnston, ejerce de árbitro principal acompañado del Dr. Langdon, por parte del Sevilla Foot-ball Club y Bower por parte del Huelva Recreation Club, además de una nueva afirmación ya documentada antes en la cual el Sr. E.W. Palin, presidente del club onubense por entonces, manifiesta que su club se ha enfrentado a otro español e inglés -por el Sevilla Foot-ball Club-.

Este discurso del dirigente recreativista corrobora algo que ya se había leído en boca de los sevillistas cual era la procedencia nacional del once hispalense: mitad españoles y mitad británicos, punto que analizaremos más adelante.

El tercer gran hallazgo: “The Dundee Courier and Argus”

El tercer y enorme descubrimiento, el más importante con diferencia de todos los hallados, es la crónica publicada el 17 de marzo de 1890 en el periódico “The Dundee Courier & Argus” (El Correo de Dundee y Argus) sobre el primer encuentro disputado en España por dos sociedades constituidas: Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club, en concreto el 8 de marzo, un rotativo de la localidad escocesa de Dundee creado en 1801 para la ciudad y su área metropolitana donde se encuentra la pieza más codiciada en la investigación: la fecha de fundación del Sevilla Foot-ball Club.

Haciendo justicia al nombre del gigante con mil ojos de la mitología griega, Argos, el periódico escocés nos desvela al fin como vigía expectante de todo lo que sucede en el mundo, el gran misterio sobre el que planea nuestra investigación y hasta la fecha siempre se nos ha resistido. La crónica no ofrece dudas, está escrita en primera persona en tiempo real por uno de los miembros fundadores del Sevilla Foot-ball Club, publicada en un rotativo escocés, país de procedencia de la gran mayoría de emigrantes británicos que desembarcaron en España durante el s.XIX para reavivar la depauperada economía nacional e increíblemente parece estar redactada con toda la intención para que los historiadores, más de cien años después, consigamos saber en qué fecha exacta fue constituida la sociedad.

Lo aportado en esta confesión presenta una inmensa riqueza descriptiva por cuando nos da -aunque curiosamente enrevesada- la fecha concreta de fundación: el día antes del primer partido de entrenamiento (disputado un domingo) de hace seis semanas. Es decir, consultando un calendario y sabiendo que, aunque publicado el lunes 17 de marzo, el texto es escrito el día después del encuentro del 8 de marzo, todo hace indicar que es el sábado 25 de enero cuando se constituye el club.

Pero no todo queda ahí. La crónica no tiene desperdicio y de su lectura se desprenden más datos como que la idea de formar una asociación atlética parte de los británicos residentes en Sevilla, “residents of British origin”, que la mayor parte de sus socios trabajan en asuntos mercantiles y que supuestamente tienen contactos con los gestores del Hipódromo de Tablada para jugar en su interior donde se les permite montar las porterías, lugar a donde se desplazan como practicantes de “rowing“, remando. A continuación, aunque la idea de constituir una sociedad deportiva parte de los británicos, el cronista nos indica que la mitad de los socios es de nacionalidad británica y la otra española, que muchos de estos trabajan los sábados por la tarde y han de solicitar permiso a los jefes de sus respectivas empresas para entrenar este día de la semana, es decir, no todos los socios son asalariados de la misma empresa sino que trabajan para diversas, añadiendo que al encuentro acuden doce docenas de espectadores, o sea, alrededor de ciento cincuenta personas a causa de la lluvia, contratiempo que de no haberse producido hubiese concentrado a más curiosos.

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Siguiendo con el relato de los hechos llama poderosamente la atención una frase que nos deja perplejos: “It is only fair to state that the Huelva Club had never played together before”, es decir, “Es de justicia advertir que el Club de Huelva nunca había jugado junto antes”, lo que confirma que este era su primer encuentro digamos “oficial”, que era un club recientemente constituido y que sus miembros se desconocían o bien habían entrenado poco con antelación, una aseveración que en realidad nos está intentando decir que a Sevilla y por parte del Club de Huelva, acuden supuestamente tanto empleados de Huelva como de Minas de Riotinto para poder reunir un once con el cual poder enfrentarse a los sevillistas, algo lógico y repetido con antelación, puesto que en Huelva la comunidad británica era más bien reducida y quizás hacían falta refuerzos procedentes de la localidad minera para plantar cara a los hispalenses.

El encuentro lo arbitra el vice-cónsul británico en Sevilla y presidente del Sevilla Foot-ball Club, Edward F. Johnston, acompañado por los jueces de línea Sr. Langdon, médico del conjunto sevillano y E.W. Palin, secretario del onubense, destacando el cronista que cree entender que es el primer encuentro entre dos sociedades en el sur de España y uno de los primeros en el país sino el primero, hecho que le concierne carácter inaugural y que desea sea repetido en lo sucesivo en otras localidades con presencia británica.

La importancia histórica de esta crónica hallada en Escocia es trascendental y su nivel solo es comparable con la publicada en el periódico onubense La Provincia el sábado 28 de diciembre de 1889 en la que se describía el acto de constitución del Huelva Recreation Club apenas unos día antes. En este sentido la coincidencia es total pues, a falta de un testimonio directo como es un acta de constitución, ambos relatos periodísticos pueden ser tomados con entera naturalidad como tales, algo que hermana a ambas sociedades andaluzas hasta en el modo de ser reconocidas oficialmente.

El testimonio aparecido el 17 de marzo de 1890 en el “The Dundee Courier & Argus” demuestra sobradamente la existencia del Sevilla Foot-ball Club constituido el día 25 de enero de 1890, un antiguo y buscadísimo requerimiento histórico que queda satisfactoriamente cubierto con creces. Por lo que a nosotros respecta -a falta de un acta de constitución-, es una prueba sólida, irrefutable e irrebatible, esto es -y por si alguien no se ha enterado todavía, que los hay- una prueba ante la cual no hay nada que alegar, nada, una prueba definitiva y rotunda con la cual en derecho se ganan los casos solo con presentarla. Este testimonio, además, también va más allá de lo estrictamente constitucional y certifica al Sevilla Foot-ball Club como la primera sociedad con dedicación exclusiva al fútbol en España, por delante del Fútbol Club Barcelona como algunos pretenden, por lo que si alguien desea mantener a ultranza de forma injustificada cualquier escrito o publicación en contra de lo hallado y comprobado, tanto a nivel fundacional como a nivel de primer club de fútbol constituido en suelo español, bajo nuestra opinión estará de más y es exigible que sea bien rectificado o retirado de la circulación dado que su sustentación no obedecería ya a mantener ciertas dudas otrora razonables, sino a una obstinación o enrocamiento sin defensa alguna por parte de sus autores quienes, ya derrotados y abatidos por el peso de la historia, más que una duda, pasarían a enarbolar una quimera.

Sevilla Foot-ball Club de 1890 vs Sevilla Foot-ball Club de 1905

Superadas algunas cuestiones que durante años no habían tenido respuesta y permanecían archivadas en el cajón del olvido sin que nadie las atendiera, nuestras pesquisas pasan a centrarse obligatoriamente en el punto más relevante, comprometido, difícil y quizás conflictivo de nuestra investigación: demostrar que el Sevilla Foot-ball Club de 1890 es la misma sociedad que el Sevilla Fútbol Club de 1905.

Si el nivel de dificultad que entraña encontrar una fecha de constitución en la misma ciudad de Sevilla ha sido elevado y casi imposible dada la coyuntura anteriormente descrita, demostrar que los hombres que dieron vida al Sevilla Foot-ball Club de 1890 tienen una relación, son los mismos o convergen en un mismo punto de encuentro que los del Sevilla Foot-ball Club de 1905 es ya el súmmum de complejidad.

Hacer ver ante todo el mundo que una sociedad deportiva constituida en un determinado momento ya lo ha sido con anterioridad es un caso que adquiere el rango de especial dentro del fútbol, máxime cuando este tipo de sucesos se pueden contar con los dedos de ambas manos. Riotinto Balompié, Real Club Recreativo de Huelva SAD o Fútbol Club Barcelona son algunas de las pocas excepciones que nos podemos encontrar y un cuarto en discordia, el Sevilla Fútbol Club SAD, hasta ahora nunca había sido puesto al frente de esta tesitura dada la evidente falta de pruebas aunque todos los indicios hacían pensar en ello.

Involucrarnos en esta misión va a requerir de nosotros mucha exigencia para no errar, presentar numerosas evidencias que lleguen al club, a los aficionados, al resto de los clubs y cómo no, a la Federación Española y a la F.I.F.A., porque el proyecto es muy serio y ambicioso, pretende solventar definitivamente cualquier duda y sobre todo, busca dejar las cosas en su sitio, donde deben estar: en 1890.

Demostrado que en 1890 sí hubo un Sevilla Foot-ball Club y con pruebas a la misma altura que las presentadas por el Real Club Recreativo de Huelva SAD para justificar su constitución, unas pruebas las onubenses recordemos aceptadas por toda la comunidad futbolística de forma unánime a falta de un acta firmada, en lo que respecta a la opinión de La Futbolteca en este tema de carácter constitutivo no hay nada más que decir por su contundencia, con lo cual llegados a este punto damos el punto como zanjado y cerrado al no existir ya ni una sola duda razonable sobre la mesa en contra de la entidad hispalense.

Sin embargo y como es natural, el trabajo no se detiene aquí. No debe parar aquí. Hallada la prueba de constitución del Sevilla Foot-ball Club en 1890 y sabiéndose que hay actividad en la ciudad hasta la oficialización de un club con la misma denominación en 1905 y todavía vigente, es obligación moral de este último, el Sevilla Fútbol Club SAD, una sociedad seria con gran peso a nivel nacional e internacional y con una gran historia a cuestas, deber profundizar en sus raíces y llevar una investigación hasta el límite por respeto a sus socios. Que el Sevilla Fútbol Club SAD intente dar un paso más y busque “recuperar” su historia al completo sin parches mediantes como haría cualquier club en sus mismas condiciones es algo completamente legítimo y, la verdad dicha sea de paso, sería una auténtica dejadez no actuar en ese sentido.

En este empeño y en una sociedad avanzada como la española donde hay una Federación a nivel nacional y toda una estructura organizada desde hace cien años en torno al fútbol, el club no debe estar solo en esta lucha no ya solo por su propio interés -que lo tiene y mucho-, sino por el del colectivo del fútbol español. La historia del fútbol nacional no puede permitirse el lujo de hallar una prueba como esta y permanecer cruzada de brazos como si fuera una más entre tantas. Merece algo más y los historiadores o personas que en verdad sentimos una vocación real y totalmente transparente hemos de apoyar una investigación como esta por su importancia, por sus connotaciones y por su trascendencia. Tenemos que arrimar el hombro e involucrarnos para llegar hasta el fondo sea cual sea el resultado final, de lo contrario evadiremos nuestra responsabilidad y correremos el enorme riesgo de que temas como el que nos concierne caiga en manos inexpertas, o peor aún, con oscuras intenciones que dilapiden cualquier huella en pos de un turbio interés.

Pruebas y evidencias

¿De qué herramientas se sirve el Sevilla Fútbol Club SAD para demostrar que el club constituido en 1890 es el mismo que el oficializado en 1905? Pues de las mismas que podría emplear cualquier persona física en el mundo del Derecho Civil que alega algo: de las pruebas, ya que el principio establece que quien alega debe probar, un principio al que nosotros, los investigadores, le añadimos por nuestra cuenta las evidencias, un rastro a veces imperceptible que investigado a fondo siempre aporta algo más que información.

Tanto pruebas como evidencias son imprescindibles, cada una con su peso, para poder demostrar la verdad de un hecho, su existencia o contenido, todo ello de una forma clara y sin conceder pie a albergar cualquier sombra de duda. Las evidencias las emplearemos intuitivamente en base a nuestros fundamentos cognitivos, a nuestra experiencia, a lo que hemos aprendido tras tantos años de investigación volcando todos nuestros conocimientos, mientras que las pruebas serán todos aquellos datos que encontremos en nuestra investigación que afirmen la certeza de lo que alegamos y que resulten incontestables de forma que nadie pueda dudar de ellos ni negarlos. Empecemos pues:

1.- Disolución: Para el equipo de La Futbolteca es el primer punto de partida en cualquier investigación que se precie. Si exhumando toda la documentación a nuestro alcance no se halla una sola prueba que certifique la disolución de un club, este sigue vivo y el caso está abierto. Podrá estar aletargado, sin apenas socios, en horas bajas, entregado a una institución que lo aloje en su seno esperando que le llegue su momento, pero el corazón de ese club sigue latiendo. Por el contrario si se encuentra el acta de disolución o en su defecto, una crónica periodística veraz, no habrá caso, este quedará cerrado y no seguiremos con nuestro trabajo.

En el caso que se nos ha encomendado se ha buscado con ahínco cualquier referencia, escrito o confesión por la cual se tuviera constancia de una probable, supuesta o total confirmación sobre la disolución del Sevilla Foot-ball Club constituido el 25 de de enero de 1890. La respuesta es: nada, ni el menor indicio. Para que se entienda bien alto y claro: no se puede hablar de una disolución del Sevilla Foot-ball Club sin un documento que lo demuestre. Lo mismo sucede con el Río-Tinto English Club y el Huelva Recreation Club y lo mismo cabía esperar del club sevillano. Cualquier intento de desligar el Sevilla Foot-ball Club de 1890 del Sevilla Foot-ball Club de 1905 apelando a que han transcurrido unos años entre uno y otro y que el primero desapareció o se disolvió sin aportar una sola prueba es un billete directo y sin parada al fracaso por su inconsistencia, con lo cual este camino entra en vía muerta y no aceptamos que se insista en ello. Superado este primer punto sólo cabe ponerse a trabajar y aportar más evidencias que unan la historia de ambas realidades en una sola.

2.- Edward Farquharson Johnston: Nacido en Elgin, Escocia, representa el paradigma del “sportman” de finales del s.XIX y principios del XX. Rico de cuna y perteneciente a una familia acomodada, desde su llegada a Sevilla con diecisiete años es la figura en torno a la cual gira gran parte del deporte sevillano, incluso el fútbol. Johnston es copropietario de la naviera McAndrews Company Ltd., director de The Seville Water Works Company Ltd., vicecónsul británico en la ciudad de Sevilla desde el 23 de enero de 1879 hasta el 5 de octubre de 1906, socio nº 1057 desde el año 1874 del Círculo Mercantil e Industrial de la capital hispalense, miembro del Club de Regatas de Sevilla fundado en 1875, primer presidente del Sevilla Foot-ball Club constituido en 1890, árbitro en los encuentros de los años noventa y primera década del nuevo siglo, socio del club en esta segunda etapa, presidente de la Sociedad de Tiro de Pichones en 1895, es decir, un hombre influyente en todos los sentidos y aspectos de la sociedad sevillana.

3.- McAndrews Company Ltd.: La naviera británica con sede en el puerto fluvial de Sevilla para toda España y cuyo copropietario es Edward F. Johnston, el presidente del Sevilla Foot-ball Club, actúa como embajadora del fútbol en todo el país promoviendo este deporte en varios puertos nacionales -Bilbao y Barcelona son dos claros ejemplos- y además es el arma logística que emplea el club para aprovisionarse de uniformes, balones y cómo no, de los reglamentos y noticias sobre el avance del fútbol en su tierra de origen: el Reino Unido. Su peso en el desarrollo del balompié sevillano es fundamental y parte de sus empleados más distinguidos, caso del propio Johnston, ocupan plazas directivas en el Sevilla Foot-ball Club tanto a principios de los años noventa como en el segundo lustro de la primera década del siglo siguiente.

4.- The Seville Water Works Company Ltd.: Esta empresa, concesionaria en el abastecimiento de agua a la ciudad de Sevilla desde 1882 tras adjudicación, está participada y tiene como a uno de sus directores en la capital hispalense a Edward F. Johnston. La influencia de esta industria a nivel humano es quizás aún mayor que la de McAndrews Company Ltd., puesto que muchos de los jugadores del Sevilla Foot-ball Club originado en 1890 proceden de la compañía de aguas hasta el punto de ser conocido como “el club de la Seville Waters”.

Fuente de “equipiers” con estatus de socios y jugadores desde 1890, con el reconocimiento del club en 1905 en cumplimiento del Real Decreto de 19 de septiembre de 1901 que afecta a la Ley de Asociaciones, algunos de ellos dejan de ser jugadores por motivos de edad y prosiguen su estancia en el club como socios. En las primeras décadas del nuevo siglo seguirá la vinculación surgiendo nuevos jugadores y socios desde la empresa.

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5.- Sailor’s Room Fund: Sabido es que los británicos desde hace siglos son un imperio naval a nivel mundial y durante el pasado más reciente establecieron rutas comerciales en todo el orbe. Si ciudades como Las Palmas y Huelva contaban con un Seaman’s Institute para recoger a marineros desamparados, con problemas o simplemente para ofrecerles alojamiento organizándoles encuentros para su distracción, Sevilla no lo es menos y en el domicilio del médico sevillista Dr. John Dalebrook se establece la Sailor’s Room Fund, una organización con los mismos fines que la canaria y onubense que también, para no ser menos, organiza igualmente encuentros para la marinería, todo ello bajo una estrecha colaboración con el viceconsulado británico hispalense.

John Dalebrook, médico de la comunidad británica y ligado a la disciplina sevillista, el 22 de octubre de 1915 será elegido vocal en la junta directiva que da lugar a la Federación Regional del Sur de Clubs de Foot-ball, un cargo del que irá unido de la mano del omnipresente José Montes Sierra, primer presidente de la neonata federación.

6.- Interrelación hispano-británica: Cuando nos preguntamos cómo pudieron conocerse aquellas personas que dieron forma al Sevilla Foot-ball Club en 1890, nos vienen de inmediato varias ideas a la mente partiendo con el punto de vista que todos eran extranjeros: así cavilamos con que quizás trabajaban juntos, se conocían a través del viceconsulado, se buscaban entre ellos por ser británicos y, tras confraternizar, se corría la voz entre ellos para hacer deporte de forma conjunta, etc. Demasiadas especulaciones que, cuidado, están fundamentadas, aunque sin tener en cuenta la primera crónica sobre su existencia y que partía desde un miembro del propio club: “éramos la mitad españoles y la mitad británicos”, decía el capitán Hugh MacColl. Crear un club no es nada sencillo hoy en día y en aquel instante debió ser toda una aventura si nos atenemos a priori a distintos condicionantes: distinta cultura, idioma, forma de ver la vida… Si encima lo componían españoles y británicos, podemos dar por sentado que no fraguaría en un día o unas semanas, sino que su amistad debió arrancar con bastante anterioridad, pero, ¿qué les unió, cómo y dónde? Varias razones. Estudiémoslas:

En primer lugar la Sevilla decimonónica no contaba con enormes empresas con capital británico. Importantes las había, pero con poco contingente humano, algo que les obligaba a relacionarse e integrarse en la vida social que generaba la propia ciudad sin necesidad de recluirse en barrios apartados del bullicio urbano o de vivir anclados al puesto de trabajo como sucedía con algunas colonias industriales. Empleados de la naviera McAndrews Company Ltd., de The Seville Water Works Company Ltd. o de Portilla & White, Cía. vivían en pleno centro y su cotidianidad con “lo sevillano” queda fuera de toda sospecha hasta el punto de consumarse muchos matrimonios con naturales de la capital andaluza.

En segundo lugar la estrictamente laboral: cada empresa era un mundo y así mientras en The Seville Water Works Company Ltd. casi todos eran empleados británicos, en la compañía naviera había más españoles al igual que en la fundición de Portilla & White, Cia., ambas con dirección e ingeniería británica, pero con abundante mano de obra española, algo que inevitablemente estrechaba lazos entre ambas comunidades puesto que eran seis días a la semana en los que se tenían que aguantar mutuamente.

En tercer lugar la lúdica: aquellas personas no vivían atadas al trabajo perpetuamente y en sus ratos libres a nivel diario y en especial los domingos, practicaban deporte o frecuentaban sitios donde compartían actividades en común, bien entre británicos, bien con españoles. En los registros locales hay constancia acerca de la existencia de varios clubs de remo y de cricket con base británica, algo más que normal en una sociedad con raigambre deportiva.

En cuarto y último lugar los negocios, un campo reservado para los ejecutivos de cada empresa con personas con inquietudes comerciales que precisaban relacionarse para ampliar y diversificar sus inversiones. Andalucía era una tierra que les abría las puertas para exportar cualquier tipo de producto carente en el Reino Unido, al igual que las islas eran proveedoras de material en el sentido opuesto. ¡Cómo no iba a haber relación entre españoles y británicos en este aspecto tan antiguo dentro de las relaciones humanas desde el principio de los tiempos!

7.- Círculo Mercantil de Sevilla: Si los puntos anteriores hablan de relaciones entre británicos y españoles -sevillanos se entiende-, en cuanto al principal lugar de encuentro desde su creación diremos que fue siempre el Círculo Mercantil.

Fundado en el año 1867, el Círculo Mercantil de Sevilla nace con el propósito de reunir bajo un mismo techo a todos los profesionales del comercio, la industria y la navegación que lo deseen, brindándoles soporte instructivo, legal y un centro de actividades recreativas para su ocio. Con el paso de los años su presencia se acrecienta y en su local social de la calle Sierpes se realizan un gran número de transacciones comerciales de todo tipo que no quedan ocultas a las distintas empresas con capital británico.

Edward F. Johnston primero y un buen número de británicos con posterioridad, se harán socios del Círculo Mercantil, inculcando entre el resto de los miembros españoles no ya un aprecio por el recreo en general, algo que consta en la memoria del Círculo, sino una devoción por el “sport” como medio recreativo por excelencia para hacer ejercicio y mantenerse en forma. De este modo las aguas del Guadalquivir se verán prontamente surcadas por los esquifes del Club de Regatas de Sevilla ya en 1875, con socios británicos y españoles en sus filas, pero luego vendrán otros deportes y el fútbol, como es lógico, será uno de ellos.

El Círculo se convertirá de forma silenciosa y desde la distancia durante los años ochenta y noventa decimonónicos, en testigo mudo de muchos convenios comerciales y de grandes alianzas entre sus miembros con el fin de que cohabiten con la misma intensidad Instrucción y Recreo, los dos motivos por los cuales es creado. En la parte que nos afecta, la deportiva, socios del Círculo constituirán el Sevilla Foot-ball Club en 1890 y siguiendo el paso marcado por estos, con puestos de mando en varias empresas, de entre sus empleados surgirán la mayoría de sus jugadores.

En los últimos años del s.XIX y primeros de S.XX, cuando el fútbol pierda su ímpetu inicial, ya no sea foco de atención para la prensa, deje de aparecer en ella y pase a un segundo plano tal y como sucede en la capital onubense con el Huelva Recreation Club, el Mercantil seguirá prestando su sede de la calle Sierpes como centro de apoyo para sus afiliados, siendo algunos de ellos -algo ya más veteranos- quienes practiquen en el Prado de San Sebastián dicho deporte en unión a la nueva generación. El Círculo Mercantil será para el Sevilla Foot-ball Club en este periodo lo que el Seaman’s Institute es para el Huelva Recreation Club, un lugar de cobijo en el cual el club hispalense mantenga viva la llama futbolística y preste su organización para el disfrute de los socios mercantiles.

La interacción entre los socios del Sevilla Foot-ball Club y a su vez del Círculo será tal, que de la sede de este último organismo saldrán los gestores que lideren el proyecto de oficializar la sociedad de fútbol en 1905 como colofón a todo lo iniciado en 1890, un paso obligatorio e ineludible que han emprendido otros clubs de similares características en España y que conlleva la redacción de estatutos en unión a la elección de una nueva junta para inscribirse en el Registro tal cual ordena el Real Decreto de 19 de septiembre de 1901 y que va acompañado de la Real Orden Circular de 9 de abril de 1902 en cumplimiento con la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887. José Luís Gallegos Arnosa será el hombre clave en este sentido, persona que viene desempeñando el cargo de responsable de la Sección de Festejos y Biblioteca del Círculo, quien además profesa un gran amor por el fútbol. Pero no será el único implicado como veremos.

La labor desempeñada por el Círculo Mercantil respecto al fútbol, al deporte en general y en concreto hacia el Sevilla Foot-ball Club no genera ni la más mínima duda y para cerciorarse de todo ello, basta consultar la gran cantidad de referencias publicadas durante todos los años citados que se encuentran al alcance de la mano. Este compromiso no se corta ni en 1893, ni en 1905, al contrario, continua en lo sucesivo con la construcción y estreno el 1 de enero de 1913 del primer campo delimitado por una cuerda -se vallará posteriormente- sevillano y sevillista, el denominado del Mercantil por ser esta la sociedad que habilita la grada de su caseta de la Feria y pone a disposición del club los vestuarios para la práctica de fútbol, aunque el terreno es municipal.

8.- José Montes Sierra: Nacido en 1846 en la localidad granadina de Alhama de Granada, José Montes Sierra es una de las piezas más importantes dentro de la historia sevillista. Abogado de profesión, comerciante y posteriormente banquero, Montes Sierra reside desde 1872 en Sevilla y no tarda en formar parte del Círculo Mercantil donde accede a la presidencia en 1886, puesto que ocupará durante una primera fase hasta 1890, época en la que desde las instalaciones de la calle Sierpes se madura la idea para dar forma al Sevilla Foot-ball Club y a otras organizaciones con fines atléticos.

Como presidente accionista de Minas de El Castillo de Las Guardas, empresa fundada en 1885 y ubicada en la localidad sevillana del mismo nombre próxima a Minas de Riotinto, Montes Sierra es uno de los interlocutores que facilitan la disputa de encuentros tanto en la población onubense como en la capital hispalense previos a la constitución del Sevilla Foot-ball Club, una encomienda que desempeñará con agrado por su compromiso con el comercio y el recreo.

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En 1892 preside la Compañía de Navegación del Guadalquivir, empresa fundada en 1888 y con base operativa en el Puerto de Sevilla, estrechando los lazos ya previamente establecidos con Edward F. Johnston, uno de los copropietarios de la naviera británica McAndrews Company Ltd. El espíritu empresarial de Montes Sierra es infinito y siguiendo con la vertiente iniciada en 1892 tutelará después la Compañía Naviera Sevillana junto a uno de sus hijos y en 1907 la Compañía Naviera de Navegación a Vapor.

La vida social del banquero granadino es prolífica y alterna la presidencia del Círculo Mercantil con el mismo cargo en la Cámara de Comercio, Industria y Navegación hispalense, entidad fundada en 1886 donde entabla amistad con las más altas esferas sevillanas donde figuran personas tan conocidas como Tomás de La Calzada, Pedro Rodríguez de la Borbolla y Edward F. Johnston. Diputado republicano a Cortes en varias ocasiones, Montes Sierra abandona la presidencia del Círculo en 1890 como damnificado durante la lucha establecida por tomar el control del Puerto de Sevilla, recuperando su cetro en 1893 hasta que en 1898 es sustituido en el cargo por Pedro Lázaro Sánchez. En 1900 inicia su tercera etapa en el Círculo, permaneciendo en el cargo hasta 1918 fecha en la que fallece.

Montes Sierra, avispado hombre de negocios y propietario de varias empresas, facilita al Sevilla Foot-ball Club el camino para su oficialización en 1905 y su progreso hasta convertirlo en uno de los grandes de España. Gracias a su trabajo y estrecha relación con el consistorio sevillano, el Círculo apoya la gestión de José María Miró Trepats para conseguir del ayuntamiento la cesión de terrenos en el Prado de San Sebastián con el fin de habilitar el Campo del Mercantil, nombre dado por su situación continua a la caseta de esta entidad en la Feria. En este recinto el Círculo levanta una tribuna para sus socios y la provee de sillas con el fin de divisar de forma óptima las evoluciones del juego, siendo todo ello inaugurado el 1 de enero de 1913.

La estrechísima vinculación que Montes Sierra mantiene con el club sevillista desde 1890 le permite en 1914 ser aclamado como vicepresidente honorario, puesto que en 1915 le valdrá bajo la iniciativa del Sevilla Foot-ball Club para acceder a la presidencia de la recién constituida Federación Regional del Sur de Clubs de Foot-ball, organismo supremo futbolístico que abarca las por entonces regiones de Andalucía, Extremadura, Canarias y el Protectorado de Marruecos. En 1917 Montes Sierra abandona el cargo de presidente federativo aquejado por enfermedad, falleciendo en 1918 tras una vida dedicada al Sevilla Foot-ball Club y a su ciudad de adopción.

9.- Los Clubs de Regatas: Emulando las clásicas disputas teñidas de raigambre inglesa entre Oxford y Cambridge, los británicos residentes en Sevilla convirtieron las fluviales aguas del Guadalquivir en lo más parecido al Támesis londinense. A iniciativa de socios del Círculo Mercantil como Edward F. Johnston y George Welton, en 1875 se constituye el Club de Regatas de Sevilla con una plantilla hispano-británica en la que estos últimos tienen un gran peso y actúan como instructores avanzados en el manejo de esquifes junto a William MacPherson y William Hume, permaneciendo en activo hasta su desaparición en 1883.

Contemporáneo al Club de Regatas de Sevilla y fundado apenas un año después, en 1876 surge la Sociedad Sevillana de Regatas compuesta íntegramente por remeros hispalenses que son la inmediata respuesta local a la sociedad hispano-británica. Dentro de sus filas encontramos nombres tan ilustres y relacionados con el Círculo Mercantil como el banquero Tomás de La Calzada, José Luís Gallegos, Federico de La Portilla y Baldomero García, quienes a otros más mantendrán una sana rivalidad hasta que se les pierda la pista en 1886.

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El gusanillo del remo había calado en la capital del Guadalquivir y en 1890, apenas unos meses después de constituirse el Sevilla Foot-ball Club, se constituye un nuevo club de regatas: el Seville Rowing Club. Esta sociedad la forman miembros de los dos clubs desaparecidos apenas unos años antes y curiosamente algunos de los integrantes de la entidad de fútbol, repitiéndose algunos nombres como George Welton, Tomás de La Calzada, Federico de La Portilla, William Hume o William MacPherson entre otros entre una lista interminable de socios.

Queda demostrado con estos apuntes y otros aportados por demás autores, que tanto los “sportman” británicos como sevillanos eran a la vez miembros de varios clubs deportivos, algo no extraño a la época y contrastado en otras localidades de la geografía española muy distantes entre ellas. También queda patente -y esto se observa igualmente en Barcelona-, cómo a un club de regatas británico le replicaba uno español y cómo a lo largo del año y según la época, los deportistas alternaban la práctica de remo en verano y fútbol en invierno, una dinámica oportuna que les mantenía en forma de manera continua. Esta tendencia se conservará hasta el segundo lustro de la primera década del nuevo siglo cuando el fútbol adquiera una importancia hasta el momento desconocida.

10.- Denominación Sevilla Foot-ball Club: La elección del nombre de una sociedad deportiva, como sucede con otros campos de la vida, no es algo que se haga al azar o se realice de forma caprichosa. Esta generalmente siempre estará supeditada a la disciplina/s que se practiquen, al componente social y a la localidad donde se halle la entidad y si se trata, como es el caso, de la primera en hacerlo, en un alto tanto por cien de posibilidades será así.

Cuando aquellos hombres, en su mayoría de nacionalidad británica, junto a un destacado número de sevillanos se reunieron el 25 de enero de 1890 para constituir una sociedad partían de la base de que sabían lo que no querían: no querían ser un club atlético “Athletic Club“, tampoco un club gimnástico “Gymnastic Club“, ni uno de carreras “Racing Club“. La idea de ser un club recreativo “Recreation Club” tampoco les seducía porque combinar esparcimiento y deporte a la vez no era su objetivo, como menos aún lo era ser un club velocipédico “Cycling Club“, ya que es sabido la escasa impronta de esta disciplina entre los británicos, como tampoco lo era ser un club multidisciplinar “Sporting Club“. Su ilusión y su misión, y por eso figura con visible preponderancia en su nombre, era ser un club de fútbol, un “Foot-ball Club“, el primero en España con esta dedicación exclusiva. Su idea, no nos llevemos a engaño, era poner en práctica una sociedad como las que se habían estrenado recientemente en Inglaterra con el “Football League Championship”, todo un fenómeno de masas en la época que lo había convertido en el deporte de moda. Estando en Sevilla y sabiendo cuál era su principal cometido, la elección del nombre debía decirlo todo y mostrar el A.D.N., por lo que la solución fue sencilla: “Sevilla Foot-ball Club”.

Dados a especular, bien fácilmente la disposición hubiera podido ser la contraria, es decir, Foot-ball Club Sevilla, pero si echamos un ojo a todos los clubs ingleses del momento y tenemos alguna noción de gramática inglesa, distinguiremos cómo siempre figura en este idioma el nombre de la localidad al frente seguido por su dedicación sin uso de preposiciones. En España actuamos al contrario, primero la dedicación y luego la localidad insertando preposiciones, de forma que si nosotros hubiésemos inventado el fútbol no tendríamos inconveniente en titularlo como Club de Foot-ball de Sevilla o, yendo más allá y siendo más puristas, como Club de Fútbol de Sevilla o Sociedad de Balompié de Sevilla, siendo también aceptables otras denominaciones con el mismo significado como Club de Foot-ball Sevilla, Sociedad Balompédica de Sevilla, Club Sevillano de Fútbol, Sociedad Sevillana de Foot-ball, Sociedad de Foot-ball de Sevilla, etc.

Esto en cuanto a denominación desde el club. Pero, ¿cómo se ve desde fuera? Visto desde otra localidad y desde otros ojos, la denominación de un club adquiere otra perspectiva que puede ser respetuosa, entiéndase como la que no varía el orden de las palabras ni un ápice, o puede ser personalista en función de quien lo interprete. Así el Sevilla Foot-ball Club, nombre oficial de la entidad, puede ser aludido como Club de Sevilla, Sociedad de Sevilla, Club de Foot-ball de Sevilla, Sociedad Sevillana, Club de Foot-ball Sevillano hasta el más sintetizado y simple Sevilla.

Si el intérprete además tiene conocimientos adicionales como puedan ser la nacionalidad de sus integrantes, dedicación profesional u otras de origen social, político o cultural, el paraguas se abre y el Sevilla Foot-ball Club puede acabar como Club Inglés de Sevilla, Club Inglés Sevillano, Club de la Water Works, los ingleses de Sevilla, etc.

Sea cual sea la denominación, el trasfondo social, la perspectiva o interés que emplee una persona al hablar o escribir, de lo que no nos cabe ninguna duda es que siempre estaremos hablando de la misma realidad: el Sevilla Foot-ball Club. Hacer cábalas y especulaciones con que cualquiera de todas las anteriores denominaciones aquí descritas no se refieren al Sevilla Foot-ball Club es algo ilógico, impensable y sobre todo inaceptable sea cual sea el interés que haya detrás. Defender lo indefendible solo lleva a un camino: provocar la hilaridad del receptor y el más absoluto descrédito de quien lo sustenta.

11.- Personalidad jurídica: Tal y como se indica en el punto número uno de las evidencias, a fecha de hoy no hemos encontrado el menor indicio sobre la disolución del Sevilla Foot-ball Club de 1890. Al contrario, a medida que hemos ido investigando y en la actualidad seguimos en ello, cada vez surgen más pruebas que lejos de suponernos dudas lo que hacen es consolidar al club hispalense como una entidad única y no dos como erróneamente se ha defendido en algún escrito con escasa credibilidad.

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El Sevilla Foot-ball Club constituido el 25 de enero de 1890 pone en práctica todo lo hasta ahora estudiado respecto a la formación de los primeros clubs de fútbol en España. En su historia coinciden las distintas improntas que la legislación ha ido depositando de forma que tenemos en su primera junta directiva varios cargos electos: Edward F. Johnston en la presidencia, Isaías White Méndez en la secretaría y Hugh MacColl en la capitanía, el club no se acoge de inmediato a Ley de Asociaciones de 1887, pero sí posteriormente basándose en el Real Decreto de 19 de septiembre de 1901 y la Real Orden Circular de 9 de abril de 1902 y finalmente, el 14 de octubre de 1905, oficializa su situación para poder registrarse y tener la oportunidad de comparecer en el Campeonato de España de Foot-ball.

Este paso no es exclusivo del Sevilla Foot-ball Club y con anterioridad ya lo han vivido en carne propia otras sociedades creadas con fines futbolísticos o recreativos como son el Rio-Tinto English Club en 1901, el Huelva Recreation Club en 1903 o el Foot-ball Club Barcelona también en 1903, con lo cual el club hispalense no es una excepción y si se respeta una continuidad en todos ellos, sin condiciones, el Sevilla Foot-ball Club debe tener la misma consideración. Ni más ni menos.

12.- Las personas y el club: Un club deportivo es una asociación de personas cuyo interés común es practicar o desarrollar una disciplina deportiva o incluso varias de forma organizada. La organización y la disciplina quedarán a elección de los miembros, pero para su buen desarrollo serán imprescindibles una junta directiva con presidente, secretario, tesorero, vocales y socios, además de que todos ellos deberán contribuir monetariamente para sufragar los posibles gastos ocasionados. A partir de aquí un club puede ser recreativo, de fútbol, atlético, gimnástico o como se desee, pero todos serán deportivos, al igual que en su organización habrá quien prescinda de tesorero al realizar esta función el secretario o el presidente, incluso rememorándonos a los principios del fútbol hasta ser capitán era considerado un puesto importante en una directiva.

Un club necesita de directivos, pero más aún de socios. Sin socios no hay club, o lo que es lo mismo, no hay actividad y si la hay, es escasa. Aglutinar a un grupo de personas bajo un mismo interés y a su vez, todas ellas con otros distintos, es difícil, muy difícil, pero si encima se trata de un club pionero, un “protoclub”, la cosa es más complicada de sustentar.

A los “protoclubs” originados en torno a 1890, Rio-Tinto English Club, Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club, les sucedió lo mismo: fueron demasiado avanzados a su época y esto, en un país como España, tenía un precio: disminución de socios tras un apogeo inicial, fuga de estos hacia otro tipo de actividades deportivas, ausencia de rivales contra los cuales jugar y en definitiva, reducción de actividad. Esa es una verdad como un templo.

Sin embargo nadie puede afirmar categóricamente que estas tres entidades se disolvieron, es decir, extinguieron de forma unánime y por escrito su vida. Cada una de ellas intentó salvar los muebles como pudo y si el fútbol siguió como hasta por entonces en Minas de Riotinto, sin contrincantes, el Huelva Recreation Club se tuvo que refugiar en el Seaman’s Institute y el Sevilla Foot-ball Club en el Círculo Mercantil.

En Sevilla, ciudad que nos ocupa en el presente artículo, a partir de 1893 no hay constancia de encuentros de fútbol por parte del Sevilla Foot-ball Club, como tampoco la hay en Huelva con el Huelva Recreation Club desde 1896 o de la sección de fútbol de Minas de Riotinto durante esos años. Pero, ¿es esto sinónimo de que no hubo fútbol en estas tres localidades? Por supuesto que lo hubo, ¿cómo no iba a haber fútbol o es acaso que, de repente, aquellos deportistas dejaron de dar patadas a un balón?

La crisis futbolística que sufrió el triángulo formado por las localidades de Minas de Riotinto, Sevilla y Huelva fue la crisis de los pioneros, la de los avanzados que no son correspondidos por una afición que poco o nada les entiende y la de aquellos cuya radicalización les hace perder adeptos que renueven su sangre y les aporten oxígeno.

Lejos de amilanarse, aquellas personas -pocas sin duda- no cejaron en su empeño y de una manera u otra continuaron con una actividad que les gustaba, que les llenaba y por la que sentían pasión. Aunque no disputaran encuentros frente a otras sociedades bajo un mismo nombre como lo era el de Sevilla Foot-ball Club, cada uno de ellos era parte de este club porque nunca se disolvió y en las ocasiones que echaban un partidillo en el Prado de San Sebastián, junto a la caseta del Círculo Mercantil, allí estaba el Sevilla Foot-ball Club representado por aquellos hombres.

13.- Contemporaneidad y relevo generacional

Quizás alguien piense que no aparecer en prensa pueda ser una indudable evidencia de que no hubo fútbol en Sevilla desde 1893 hasta 1905 y con ello tener un clavo al que aferrarse firmemente para esgrimir un argumento medianamente sólido en contra de la práctica de este deporte en la ciudad. Sin embargo este recurso demuestra bisoñez en manos de quien lo emplea, pues los recursos del historiador y de quien investiga transparente y concienzudamente son lo bastante amplios para que, una vez presentado un escollo, tener la habilidad suficiente para indagar en otras fuentes y no desistir jamás a la primera de cambio. Gracias a esa tenacidad se explorarán vías alternativas y el premio más pronto o más tarde acabará apareciendo.

Los encuentros de fútbol disputados en Sevilla desde la anterior década de los años ochenta eran la punta de un iceberg que con el paso de los años iría creciendo lentamente y adquiriendo un tamaño más grande. A mitad de los noventa y coincidiendo con el ocaso periodístico del Sevilla Foot-ball Club hasta su posterior oficialización, el médico hispalense Salvador López hizo una gran labor por el desarrollo del fútbol en la ciudad, pues desde su plaza como profesor de educación física en el Instituto de San Isidoro, este hombre que lo había practicado con entusiasmo en la vecina Francia, tuvo la feliz ocurrencia de imponer esta disciplina deportiva como herramienta regeneracionista para su alumnado. Por este centro educativo pasaba lo más granado de Sevilla y allí fue donde José Luís Gallegos, el presidente oficialista de 1905, junto a otros compañeros que le acompañaron después en este viaje, tuvieron la oportunidad de conocerlo directamente.

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El mundo del fútbol no terminaba con los británicos y españoles que formaban parte del Sevilla Foot-ball Club, ni tampoco en aquellos muchachos que desde el patio del instituto corrían afanosamente tras el balón durante el tiempo de recreo. El Puerto de Sevilla, uno de los más transitados en España pese a su carácter fluvial, era destino de miles y miles de marineros británicos que en sus ratos de ocio echaban partidos entre sí o frente a empleados de las compañías navieras, comercio o de transporte que había en la ribera del Guadalquivir. Algunos de ellos pertenecientes a McAndrews Company Ltd. u otras compañías solían ser foco de atención de los sevillanos y desde “la McAndrews” salieron varios futbolistas que, como ya había sucedido en 1890, luego reactivarían al club hispalense para a continuación ser algunos de sus protagonistas en la oficialización de 1905 como el capitán Adam Wood, William Barr y John Mackenzie, sin olvidar en este repaso a la empresa The Seville Water Works Company Ltd., donde trabajaba Cyril Smith y que en las décadas siguientes sería fuente de grandes futbolistas.

En 1900, con el cambio de siglo, aquellos futbolistas que habían dado forma al club hispalense diez años antes ya no eran en su totalidad los de entonces por cuestiones físicas, pero su sabiduría estaba aún latente regenerada por los empleados de “la McAndrews” y los de The Seville Water Works Company Ltd. que jugaban junto al Prado de San Sebastián, los aludidos como “ingleses” que menciona Salvador López en varias ocasiones. Esta muchachada británica que da continuidad al fútbol sevillano y de la cual hay constancia durante el cambio de siglo, pronto es arropada por una generación de futbolistas nacidos en Sevilla en su gran mayoría o en otras localidades de su entorno, algunos de ellos con estudios en el Reino Unido de donde vienen ataviados con uniforme y balón como Luís Ybarra, para unirse a un grupo en el que figuran Langdon hijo, Hammick, Jiménez León, Tiburcio Alba, Manuel Zapata, Camilo Bel, Jorge Graells Miró, Felipe Cubas, Antonio Avilés, Ángel Leániz, Álvaro Rivas, Artaza o el madrileño Sevillano entre otros. Con todos estos ingredientes el Sevilla Foot-ball Club alcanza velocidad de crucero en 1904 jugando tanto en el Prado de San Sebastián, en el Huerto de Mariana o en las instalaciones de La Trinidad, iniciando en este año los pasos oportunos para oficializar según la Ley española una situación que se culminará el 14 de octubre de 1905 con la definitiva oficialización tras inscribirse en el Registro y elegir nueva junta directiva con José Luís Gallegos al frente.

14.- El acta del Pasaje de Oriente: Firmada el 15 de octubre de 1905 en el popular café de la Calle Sierpes, esta acta documental es toda una declaración de intenciones por parte de los socios allí reunidos, conscientes del pasado futbolístico en Sevilla y deseosos de que el futuro les vea cumplir cincuenta años al menos más. Entre el discurso destacan dos frases llenas de compromiso que apuntan a la nacionalidad de sus componentes, a su ideología y a su estrato social, pero también hacen un guiño a los anteriores futbolistas que fueron socios desde el 25 de enero de 1890. Leamos:

Dice José Luís Gallegos: “… todos los hombres, de cualquier nivel social, ideas religiosas o políticas, tendrán aquí cabida”. Al principio no sorprende la frase en sí, pero si tenemos en cuenta que la sociedad la componen ingleses, escoceses, sevillanos de ascendencia inglesa, sevillanos de ascendencia irlandesa, sevillanos de ascendencia francesa y sobre todo sevillanos de pura cepa, incluso socios procedentes de otras provincias españolas, queda patente que el club está abierto a alojar católicos, protestantes, liberales, conservadores, monárquicos, republicanos, etc., sin que cualquier etiqueta suponga un freno para ser admitido, algo loable en unos tiempos donde el exclusivismo imperaba y que reafirma la asimilación de raíces sociales que compartían aquellos hombres respecto a los allí reunidos y respecto a los que iniciaron la aventura años antes.

Dice otra frase: “Reunidos en el Pasaje de Oriente, en banquete todos los abajo firmantes, para festejar los éxitos obtenidos con el juego de pelota con los pies en esta ciudad…” ¿Cómo que para festejar los éxitos obtenidos? ¿Por qué se emplea un tiempo pasado “obtenidos” y no uno futuro como “se obtendrán”? Estas palabras pronunciadas en la oficialización de una sociedad sólo se pueden entender desde el punto de vista de alguien que reconoce que hay una historia detrás y que la hace suya, pues de lo contrario no hablaría del pasado y si lo hiciese y esa historia perteneciese a un club distinto, no la festejaría.

Al margen de estas frases, en esta reunión aún hay más y por encima de todo asoma la cabeza un hecho inconcebible en cualquier constitución al uso de una sociedad futbolística en aquellos días: la existencia de una distinción entre los miembros del club divididos en dos claras mitades que forman juntos un todo, de un lado los miembros jugadores y de otro, los socios. Esta partición hecha a conciencia resulta avanzada a su época y no se vivirá en otras sociedades hasta años después, pues todo club que se preciase era de ordinario un grupo legalizado donde todos los futbolistas eran socios y viceversa. La lectura de esta importante apreciación indica que hay jóvenes, los jugadores con que empiezan a jugar y socios, los que jugaron antes y por cuestiones de edad ahora no lo pueden hacer, algo que llevado a cabo en 1905 es sinónimo de que hay una práctica anterior y una continuidad respecto a iniciadores previos.

15.- Los trofeos de la caseta de la Feria de 1907: El que fuera futbolista del Sevilla Foot-ball Club y miembro durante la oficialización de la sociedad en 1905, Benito Romero, tuvo estando todavía en vida la gran deferencia de entregar al club hispalense una serie de fotografías relacionadas con distintos pasajes de sus vivencias. Este legado, sin duda de gran valor, tiene la particularidad de que en cada una de las fotografías y en su cara posterior, presenta escrito por puño y letra del propio Romero, una descripción de lo que aprecia y la fecha en la que fue tomada, siendo estas imágenes una herramienta fabulosa para identificar personas y sitios.

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En una de ellas, tomada durante la Feria de Abril de 1907 y en el interior de la caseta que disfrutaba el Sevilla Foot-ball Club, se aprecia al presidente José Luís Gallegos acomodado en una silla y al mismo Benito Romero sentado en un banquillo rodeado de banderines rojiblancos, los colores de la sociedad, junto a una mesa donde se aprecian siete trofeos -copas- y una bandeja con su correspondiente estuche, un patrimonio excesivo para una entidad que se había oficializado apenas año y medio antes y de la cual se desconoce haber disputado durante ese periodo de tiempo encuentro alguno frente a algún rival.

Si la sociedad sevillista no había participado supuestamente en ningún encuentro entre octubre de 1905 y abril de 1907, ¿a quién pertenecen esos trofeos tan orgullosamente dispuestos ante la cámara? ¿Dónde se obtuvieron, cómo llegan hasta allí y por qué el Sevilla Foot-ball Club los recoge? ¿Los pusieron allí para engañar a las futuras generaciones y a los posibles investigadores? No seamos malévolos y mostremos algo de raciocinio. Sólo hay una explicación convincente para un club de fútbol: que otro club de fútbol se los haya legado o que pertenezcan al propio club habiéndose obtenido en un periodo anterior, el que arranca en 1890.

16.- José Luís Gallegos: Nacido en Jerez de La Frontera en 1880, José Luís Gallegos Arnosa es uno de los grandes nombres en la historia del sevillismo. Hijo de un capataz bodeguero, alrededor de 1890 se traslada a Sevilla junto a su familia con motivo de una nueva asignación laboral paterna, siendo en 1894 a la edad de catorce años enviado al Reino Unido donde cursa estudios en Liverpool, sede de la naviera McAndrews Company Ltd., ciudad donde cursa estudios como perito mercantil y aprende diversos idiomas como inglés, alemán, francés e italiano, aptos para lo que será su profesión futura. En 1898 regresa a Sevilla donde se establece como consignatario naviero en el Puerto de Sevilla, oficio que le permite codearse con varios empresarios navieros, en especial E.F. Johnston, distintos comerciantes y muchos marineros con los cuales juega al fútbol, además de ingresar en el Círculo Mercantil donde ocupa varios puestos.

Gallegos, uno de los mayores de una generación donde figuran varias personalidades que serán importantes en el club hispalense, traza una gran amistad con el capitán Adam Wood y varios empleados de “la McAndrews” que comparten actividad futbolística en el Prado de San Sebastián como los jugadores del Sevilla Foot-ball Club Isaías White, los hermanos Welton y otros empleados de distintas compañías británicas instaladas junto al Guadalquivir. Ampliado su círculo de amistades, a partir de 1904 impulsa la regeneración del Sevilla Foot-ball Club con la idea de oficializarlo conforme a la Ley de Asociaciones, objetivo que consigue el 14 de octubre de 1905 cuando es elegido presidente.

El joven José Luís, que cuenta con apenas veinticinco años en el momento de ser la cabeza de la nave sevillista, es un gran “sportman” que se toma en serio todo lo relacionado con el “sport” y así lidera años después varios proyectos como una fracasada Sociedad de Sport Sevillano que no levanta el vuelo y el Club Náutico donde converge junto a Isaías White y los hermanos Welton nuevamente. Entre medias Gallegos se convierte en árbitro emulando a E.F. Johnston, abandona y recupera la presidencia sevillista, adquiere una gran notoriedad en el Círculo Mercantil -el lugar de amparo de muchos de los socios del Sevilla Foot-ball Club-, y mantiene un rifirrafe con un viejo conocido, Salvador López, que se alarga durante varios años.

Todo empieza en 1906 cuando Narciso Masferrer, fundador de El Mundo Deportivo y hombre de gran influencia, es acompañado durante su estancia en Sevilla por el doctor López. Este, al ser preguntado por Masferrer sobre la actividad futbolística en la ciudad, reduce su práctica a un grupo de británicos que juegan desde hace muchos años en el Prado de San Sebastián, pasando por encima de un Sevilla Foot-ball Club que regenta Gallegos desde 1905. Molesto por estas palabras, el jerezano tomará cumplida venganza en 1914 cuando publica un artículo en El Fígaro donde arremete contra López al decir que antes de 1904 no había deporte en la ciudad, despreciando toda la labor realizada por el doctor quien tenía un gimnasio y daba clases en el Instituto de San Isidoro desde 1895.

Gallegos confraterniza con José Montes Sierra, presidente durante varias etapas del Círculo Mercantil y con multitud de comerciantes locales y residentes extranjeros, consiguiendo impulsar un club que será importante en el futuro y en el que dejará una gran huella.

17.- Hugh MacColl: Nacido el 30 de junio de 1861 en la escocesa ciudad de Glasgow, la “ciudad de los ingenieros”, MacColl fue delineante de joven y luego ingeniero, trabajando en distintas localidades escocesas antes de recalar durante 1889 en la empresa sevillana de Portilla y White, Cia. donde construye componentes para la Armada española. Amante del deporte y con conocimientos sobrados de fútbol, a Hugo -como fue conocido en su estancia sevillana- no le fue demasiado difícil erigirse en capitán del recién constituido Sevilla Foot-ball Club en 1890. Fornido jugador y dotado de una buena técnica, era el más respetado y valorado de la sociedad hispalense hasta el punto de ser considerado como el mejor de todos, orgullo del que se sentía feliz gracias a una estima por el fútbol que queda reflejada en sus cartas.

Su estancia en Sevilla no fue muy larga, casi siete años, pero dejó innumerables amigos en la ciudad y una gran impronta dentro de la comunidad británica, marchando en 1895 a la localidad inglesa de Sunderland donde crea la Wreath Quay Engineering Works Company junto a otro socio, Jameson, dedicándose a la construcción de motores de vapor para barcos militares y de pesca. Fallecido este, su puesto es ocupado por un escocés con pasado en el Sevilla Foot-ball Club, Gilbert Reid Pollock, adquiriendo la empresa la nueva denominación de MacColl & Pollock Ltd. y especializándose en motores y calderas cuya fama atravesará fronteras.

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En 1908 y con motivo del trágico terremoto de la ciudad italiana de Mesina, el Sevilla Foot-ball Club encomienda al capitán Adam Wood, comandante del vapor Córdova, hacer escala en Sunderland y adquirir camisas rojiblancas como luce el Sunderland Association Football Club, conjunto que se había adjudicado el campeonato inglés en las ediciones de 1892, 1893 y 1895, siendo subcampeón en 1894. Wood contacta con los ex-sevillistas MacColl y Pollock quienes casualmente tienen su factoría junto al Estadio Roker Park, feudo del club británico, llevando el Córdova cargado de uniformes rojiblancos y de paso, balones, que recalarán en la capital andaluza y que curiosamente en pocas ocasiones serán lucidos al ser declarado el uniforme blanco como oficial. Poco tiempo después otro club español, el Athletic Club bilbaíno, recorrerá el mismo camino y repetirá los pasos sevillistas, siendo a partir de 1910 el rojiblanco su camisa oficial.

 

III Parte

El Sevilla Fútbol Club SAD ante La Futbolteca

La Futbolteca y el Sevilla Foot-ball Club

Acometer una investigación de esta envergadura en la que se estudia el desarrollo de un club desde antes de su origen hasta su oficialización pasando entre medias por su constitución, es un reto que exige mucho de nosotros pero que al mismo tiempo resulta gratificante por poder emplear in situ todo lo conocido durante años de diario aprendizaje. Riotinto Balompié, Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club son los tres clubs que más antiguamente empezaron a jugar al fútbol, aunque luego, con el paso del tiempo, cada uno de ellos evolucionase de una forma distinta y unos prosperasen más que otros. Estos tres casos son dignos de estudio y solo descifrando sus enigmas podremos saber cómo consiguieron sobrevivir en medio de un entorno hostil donde no era fácil vestirse de corto rodeados de personas de otra nacionalidad como los españoles a quienes les resultaban tan extraños y cómo tuvieron que claudicar a la aceptación de una cultura que, aunque no era en extremo muy diferente a la británica, sí eran la inmensa mayoría y sí eran los dueños del país, de modo que la alternativa de éxito pasaba por contar con ellos o morir.

La historia del Sevilla Foot-ball Club es muy rica en su cimentación primitiva al igual que también lo es la del Riotinto Balompié como sección deportiva del Rio-tinto English Club y la del Huelva Recreation Club. Sin embargo la historia de la sociedad deportiva hispalense, tal vez al pertenecer a una ciudad más grande y con más posibilidades, ofrece una gran variedad de matices que los otros dos no nos ofrecen, virtudes las cuales unidas a un origen hasta hace poco desconocido nos impulsaron a decantarnos por su exhaustivo análisis.

El Sevilla Foot-ball Club, una sociedad muy poco investigada en sus raíces decimonónicas, es el ejemplo ideal en quien hemos decidido basarnos para poner en práctica nuestra tesis histórica, una tesis que profundiza en la llegada de distintos deportes británicos a España, la formación de los “protoclubs” o clubs primitivos, la derivación de estos a sociedades especializadas en una única disciplina deportiva, el fútbol, sus problemas de desarrollo en un ambiente poco propicio y finalmente cómo superan un momento crítico para salir más fuertes e impulsados a perdurar con nosotros hasta la actualidad.

A partir de estas líneas veremos cómo el Sevilla Foot-ball Club se amolda como anillo al dedo a la tesis de La Futbolteca y cómo el club hispalense cumple una a una todas y cada una de las premisas que en capítulos anteriores de este apartado relacionado con la historia del fútbol español hemos ido relatando desde hace unos años. Empecemos pues:

El Sevilla Foot-ball Club como British Club

Partiendo desde el punto que el lector conoce sobradamente qué es un “British club” o lo que es lo mismo, una sociedad británica, veamos cómo se ajusta el Sevilla Foot-ball Club a los patrones que siguen en un elevado cumplimiento aquellas primeras entidades deportivas de origen británico que se constituyeron en España independientemente de la disciplina que escogiesen:

1.- Asentamiento de un nutrido grupo de ciudadanos británicos.

Este es el primer paso ineludible para crear un British Club y además ha de ser un número relativamente importante porque de lo contrario su futuro es claramente inviable. En Sevilla, localidad ésta con más relevancia que Minas de Riotinto, Tharsis o Huelva, el asentamiento es anterior a los años cincuenta del s.XIX aunque hay constancia de familias más antiguas, estando los focos británicos concentrados en torno al puerto fluvial, la alimentación y diversas fábricas metalúrgicas que le hacen merecedora de tener un consulado. Empresas como Portilla & White Cía., McAndrews Company Ltd., The Seville Water Works Company Ltd., consignatarios en el Puerto y muchos comerciantes con estrecha vinculación con la economía sevillana son suficiente caldo de cultivo para proporcionar mimbres para constituir un “British Club”.

2.- Surgimiento de un British Club.

Los ciudadanos británicos y, más concretamente los oriundos de Escocia e Inglaterra, al hallarse alejados de su patria intentan crear al poco tiempo de su instalación un lugar de encuentro donde compartir aficiones, cultura y especialmente combatir el ocio. Los británicos, mucho más asociacionistas que los españoles, tienen arraigado desde hace años esta cultura y se agrupan en pequeños colectivos que habitualmente se reúnen en una casa preparada para este fin. Primero será el hogar de uno de ellos, pero luego a medida que vaya aumentando su número alquilarán una casa más grande y finalmente construirán su propia sede con el dinero de los asociados o la ayuda de una empresa o capitalista que les ceda un local. Este paso, que requiere una estructura más sólida y avanzada, demandará la creación de una junta directiva para administrar correctamente al colectivo.

En Sevilla no hay constancia periodística a nivel hispalense acerca de la existencia de un club recreativo al estilo de los onubenses, pero sí de dos clubs de regatas, el Club de Regatas de Sevilla creado en 1875 y el Sevilla Rowing Club fundado en 1890 donde aprovechando las aguas del Guadalquivir los británicos y también sevillanos de pura cepa -ambos eran clubs británicos que admitían españoles-, remaban durante el verano para ejercitarse y de uno de cricket fundado hacia 1879 conocido a través de la prensa británica (London Standard, 10 de mayo de 1879) tal y como sucede con el club de cricket de Jerez de La Frontera -coetáneo a este- o el de Cádiz.

3.- Implementación del deporte en los British Club

La gran afición que sentían los británicos hacia el deporte -era una disciplina más en todos los colegios elitistas-, fue trasladada a los British Club y convertida de hecho en una de sus principales actividades para cubrir el tiempo de ocio. Sin embargo la práctica de todos los deportes existentes en las islas durante aquellos tiempos no fue introducida de forma conjunta, sino paulatinamente debido fundamentalmente a dos razones de peso: no había suficientes personas ni medios para ejercer según que disciplina.

La comunidad británica en Sevilla de los años sesenta, aunque superior en número a otras capitales, no se prestaba para crear distintos clubs dedicados por separado a una sola actividad deportiva. El remo, un deporte en el cual no hacen falta muchos integrantes, fue el primero de ellos ya dentro de los años setenta, pero la llegada de británicos en esta década que se sumaron a los ya existentes o primera generación nacida de estos, dieron pie a crear una sociedad de cricket y recién estrenado 1890, uno de fútbol.

4.- Escisión de las secciones deportivas

Algunos de los socios de los British Club con dedicación recreativa profesaban una gran estima a algún tipo de deporte en concreto y, reunida la cantidad necesaria de adeptos y dispuesto un terreno idóneo para ponerlo en práctica, pronto tomaron un camino independiente dando forma a secciones exclusivas dentro del mismo club. Estas secciones estaban dedicadas normalmente a deportes tan británicos como el fútbol, el lawn-tennis, el cricket, el remo, incluso golf y crocket, este último muy minoritario.

Esta proliferación de ofertas de distinto tipo tuvieron un variado calado entre los socios, pero en el caso del British Club de Las Palmas de Gran Canaria poco a poco se alcanzó el escalafón inmediatamente superior: la independencia. No bastaba con pertenecer a un British Club, sino que además se disponía de la posibilidad de disfrutar de la práctica de un deporte junto con otros socios sin estar a expensas de las normas del British Club.

En el caso de Sevilla no existe documentación que refleje la existencia de un British Club recreativo y tal vez no fuese necesario porque en realidad el Círculo Mercantil actuó oficiosamente como centro neurálgico para la comunidad británica dedicada al comercio cuando no lo fue el Puerto, siendo la aparición de sociedades deportivas espontánea y no fruto de un proyecto principal vinculado a una gran empresa como ocurre en Minas de Riotinto, Huelva y Vigo, quedando al margen Las Palmas de Gran Canaria que discurre por cauces similares a los hispalenses.

5.- Extinción de las iniciativas futbolísticas a nivel de club

Todas las iniciativas futbolísticas emprendidas por los británicos a finales del s. XIX terminaron fracasando por una serie de causas que ahora se explicarán. Los británicos, fueran escoceses o ingleses, cuando se incorporaban a su puesto de trabajo venían con un contrato firmado bajo el brazo, generalmente de dos años, que renovaban si deseaban o renunciaban a prorrogarlo marchándose a otro lado. Ante esta disyuntiva muchos de ellos sólo se relacionaban con compatriotas, no aprendían español y en caso de necesidad siempre tenían un intérprete a mano que les sacase de un apuro, convergiendo toda su vida social y laboral alrededor de la empresa y del British Club donde siempre, en uno y otro sitio, se hablaba inglés.

Contrariamente a los primeros británicos que se instalaron en España a principios del s. XIX y que al ser pocos, medio aventureros y buscadores de fortuna sí se integraron en la sociedad española aprendiendo el idioma e insertándose entre los nativos de forma natural, la segunda oleada británica mantuvo una nula relación con los españoles, estuviesen en el punto geográfico que estuviesen, dando la espalda a una realidad que les envolvía y de la que no podían, como hicieron, ausentarse.

El caso de Sevilla y su British Club, el Sevilla Foot-ball Club, tiene sus propias características y aunque esta sociedad reducirá su actividad alarmantemente a partir de 1893, bien es cierto que la composición de su plantilla es variopinta y lo mismo hay ingleses, escoceses, sevillanos, algún germano y curiosamente un fenómeno que no se repite en otras localidades en similares circunstancias como es la presencia de hijos de primera, segunda e incluso tercera generación de ascendencia británica pero nacidos en la capital andaluza.

6.- Reorganización del fútbol con españoles

Si hasta la fecha el peso del fútbol había estado en manos de los británicos terminando todo como terminó, la segunda tentativa por conseguir afianzar el fútbol en España sí tuvo éxito y lo tuvo precisamente no gracias a un cambio de mentalidad en la actitud de los británicos, que seguían en las mismas aislados en su mundo, sino a la llegada al fin de españoles que, como un niño con un juguete nuevo, querían experimentar y probar nuevas sensaciones. Los españoles no llegaron solos, sino acompañados por británicos con experiencia o por ciudadanos de otras latitudes donde el fútbol se estaba convirtiendo en un deporte importante, pero lo que estaba claro era que el futuro estaba en sus manos o mejor dicho, en sus pies.

La reorganización del Sevilla Foot-ball Club en 1905 se efectúa gracias a la iniciativa de una nueva generación de jugadores sevillanos y de otras provincias andaluzas, incluso del resto de España, pero también gracias a la colaboración de jugadores de ascendencia francesa y origen británico, todos ellos instruidos por algunos ex-jugadores de 1890 y con el apoyo del Círculo Mercantil, una entidad volcada con el deporte.

El “protoclub”

“Protoclub” es el término que hemos decidido emplear para definir a aquellas sociedades que, dotadas de junta directiva y una aceptable estructura organizativa, fueron pioneras en la introducción del fútbol en nuestro país y por extensión, en cualquiera del mundo. Analicemos sus características:

1.- Origen: Un “protoclub” nunca surge en las capas bajas de la sociedad que forman los trabajadores de a pié, de un barrio, medio rural o de una calle común porque primeramente no existe en España el conocimiento a nivel popular de este novedoso deporte y luego las condiciones asociadas que han de reunirse para su práctica les aleja de ellos.

2.- Nacimiento: Suele constituirse al amparo de una empresa grande o un entramado de diversas empresas, siendo sus fundadores ciudadanos británicos que se mueven en la élite por su condición social o cargo con la infiltración de algún español, incluso alemán que les acompaña por razones de mutua conveniencia, iniciándose su actividad alrededor de un reducido grupo con edades comprendidas entre los dieciocho y treinta y pocos años.

3.- Carácter elitista: La aparición de los “protoclubs” en la España decimonónica siempre se da lugar insertada en una burbuja cultural que los aísla del resto de la sociedad, un estrato social propicio para sus intereses en el que pueda nutrirse y desarrollarse guarnecido de la incomprensión y de la incalculable impresión que pueda causar en quienes les observan y desconocen sus actividades. Este idóneo caldo de cultivo lo forman comunidades cerradas, selectas socialmente, enraizadas en una empresa donde hay vínculos entre sus miembros o en una entidad deportiva dedicada a otra disciplina con medios económicos para adquirir uniforme, botas, balones y sobre todo, con personas amantes del sport, cultura de lo que esto significa y tiempo libre para poder ejercerlo.

4.- Socios: Los socios de un “protoclub”, como empleados que son, se deben a la empresa siempre antes que al club, un componente secundario y prescindible a pesar de su innegable labor social, siendo el promedio de estancia en nuestra tierra no muy prolongado -solían firmar contratos por dos años-, es decir, se trata de ingenieros o trabajadores de paso en busca de fortuna o experiencia para relanzarse en su país, aunque algunos con más fortuna y plaza asentada vivirán en nuestro país hasta el final de sus vidas, incluso contrayendo matrimonio con esposas españolas. Su implicación con el club tampoco será la misma en todos los casos ya que los hay muy involucrados que permanecen en varias directivas por llenarles emotivamente, mientras otros, con menor pretensión o de paso, acudirán por compromiso, ocasionalmente o casi nunca al igual que sus gustos también son variados, existiendo quienes sólo practican cricket, quienes se decantan por el fútbol, por ninguno de los dos y si por el lawn-tennis, por todos, por ninguno o por otro tipo de actividad.

5.- No profesionales: A diferencia de los clubs británicos creados en los años setenta y principios de los ochenta con dedicación exclusiva al fútbol donde existe una estructuración y organización muy marcada, donde los directivos hacen de directivos y los jugadores de jugadores siendo estos últimos profesionales y por ende, remunerados, los clubs británicos en España o los integrados plenamente por españoles no lo son y en ningún momento dan en sus primeros años de vida este paso tan importante que puede asegurar su continuidad.

Las entidades constituidas en suelo español son mucho más sencillas, amateurs completamente y con un espíritu deportista que queda patente en toda su extensión, sociedades donde no se perciben remuneraciones, donde no hay obligaciones, ni Liga en la cual competir, ni tan siquiera adversarios a su misma altura. Estas sociedades radicadas en España para poder mantener su actividad han de enfrentarse a sí mismos o concertar encuentros con tripulaciones británicas de paso que atracan en los puertos andaluces, catalanes, vizcaínos o gallegos, es decir, tienen un futuro muy comprometido que dará al traste con muchas de ellas salvo algunos casos contados que, gracias a un relevo generacional y la popularización del fútbol a principios del siglo XX, darán un giro radical a su trayectoria oficializando su situación.

Sin embargo no crea el lector que el fútbol español no mantiene contactos con el profesionalismo de una u otra forma: En 1891, y gracias a una carta escrita el 18 de diciembre por el capitán del Sevilla Foot-ball Club, Hugh MacColl, a un conocido domiciliado en Glasgow, James Matheson, tenemos constancia de la participación de un indeterminado número de jugadores profesionales británicos enrolados en el once titular del Huelva Recreation Club cuando se enfrenta al club hispalense en Tablada el sábado día 12 de ese mes con resultado de empate a un tantos. El cómo y el por qué de esta presencia de jugadores -un montón para Hugh MacColl-, nos es desconocida al igual que si se repitió el hecho, pero al parecer no fue suficiente razón de peso para que el Sevilla Foot-ball Club les plantase cara.

Cuenta MacColl: “Your brother was here last Saturday and with the Huelva team. The matter was a draw one goal each and their goal was an awful flook. Our team was half composed of foreigners some of whom had scarcely a football before, so you can easily understand I am quite pleased with the result considering that they had a lot of men from Queens Park, Bolton Wanderers and such like clubs. I expect we will get on hacking when we go to Huelva. I wish you would come out and assist us”. Traducido al español: “Tu hermano estuvo aquí el sábado pasado con el equipo de Huelva. El resultado fue de empate a un gol y el suyo fue un “churro” horrible. La mitad de nuestro equipo estaba formado por extranjeros, algunos de los cuales apenas habían jugado al fútbol antes, así que como puedes entender estoy bastante satisfecho con el resultado teniendo en cuenta que había un montón de hombres de Queens Park, Bolton Wanderers y clubes así. Espero montarnos en la piratería cuando vayamos a Huelva. Me gustaría que vengas y nos ayudes”.

6.- Alegales: Estas sociedades, lejos de acoplarse a la Ley de Asociaciones de 1887, desde su constitución se mantienen al margen de comprometerse con la legalidad española y aunque no interfieren en ella ni la vulneran, nunca consideran la conveniencia de inscribirse inmediatamente en el Registro de Asociaciones porque, como herederas de la tradición legal británica, se auto-consideran “non-profit corporation“, es decir, sociedades sin ánimo de lucro. Esta conformidad respecto a todo lo británico, para estas entidades es suficiente y entre los socios pertenecientes al club su gobernabilidad recae en la junta directiva, generalmente compuesta por las conocidas hoy en día figuras de un Presidente, un Secreatrio y varios Vocales, encontrándose en ocasiones un Tesorero y un Capitán.

Esta forma de actuar, bajo los ojos de muchos españoles, les otorga un carácter que puede considerarse como “alegal” hasta que dejan de serlo muchos años después cuando cambian su situación al verse obligados a hacerlo por una serie de cambios legislativos como los introducidos en 1901 con el Real Decreto de 19 de septiembre y en 1902 con la Real Orden Circular de 9 de abril.

7.- Localistas: El ámbito de acción de un “protoclub” es muy limitado en correspondencia a un deporte novedoso, con pocos practicantes y sobre todo, con pocas sociedades que tengan un grupo destinado a tal efecto o que sea su esencia. Por lo tanto su margen de maniobra será eminentemente local, aunque en ocasiones las distancias son cortas y se extiende a varias provincias, mientras que su campo de juego lo proporciona gratuitamente o sufraga la empresa pagando los costes de alquiler.

8.- Durabilidad: La vida de un “protoclub” es siempre corta, muy corta en ocasiones y su brevedad no es azarosa ni caprichosa sino que obedece a su condición de pionero, un estigma con el que debe de cargar desde su nacimiento y con el que ineludiblemente vivirá hasta una desaparición que será silenciosa, casi imperceptible, que llegará sin dar aviso y sin ser jamás publicitada. Esta condición, innata en todos ellos, es el alto precio que deben pagar aquellos que se adelantan a su tiempo al irrumpir repentinamente en medio de una sociedad que no les entiende, se escandaliza y no está preparada para asimilar un juego que desconocen y les resulta en demasía extraño. Entender esto bajo la óptica del s. XXI puede ser hasta cierto punto complicado, con lo cual, necesariamente hemos de hacer un pequeño esfuerzo y trasladarnos imaginariamente a aquellos tiempos con el fin de tener una visión más amplia de en qué medio surgieron los primeros “protoclubs”, cuál era su entorno y en qué condiciones sociales tuvieron que moverse para abrirse paso.

9.- Continuidad: El legado deportivo que dejaron aquellas sociedades primitivas tuvo al cabo de los años distintas hijuelas y también otras formas de “continuidad”, pues no todas desaparecieron para siempre fagocitadas por la coyuntura social de aquellos tiempos. Así pues, y tras estudiar detenida y concienzudamente cada uno de los casos, observamos dos tipos de herencia que en función de su protagonista muestran una continuidad o una discontinuidad:

1. Clubs continuistas: Son aquellos que irrumpieron en el panorama español y después de unos años de actividad, dejaron de ser noticiables por la falta de socios y se difuminaron en otras sociedades que mantuvieron su llama en vivo hasta que años después se reorganizaron en torno a la base primitiva considerándose los mismos. Entre ellas encontramos a tres: Rio-Tinto English Club, Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club.

2. Clubs no continuistas: Son aquellos que en las mismas condiciones que los anteriores no se reorganizaron en torno al núcleo primitivo, sino que perdieron su esencia y fueron sustituidos por grupos de personas totalmente ajenos a la iniciativa original y con consciencia de emprender un nuevo proyecto. Entidades como la Sociedad de Foot-ball Barcelona, Exiles Cable Club en Vigo, Athletic Club de Astilleros en Bilbao o Sky Foot-ball Club en Madrid son algunos ejemplos.

El Sevilla Foot-ball Club como “protoclub”

El carácter fluvial del puerto de Sevilla, distante al mar en cien kilómetros y a salvo de contrabandistas o de ataques externos, fue clave para que la Corona de Castilla le adjudicase el monopolio en exclusiva de la Carrera de Indias, siendo este vital para su desarrollo. Sin embargo la falta de calado, sinuosidad y limitación a unos navíos con cada vez más tonelaje acabaron en 1717 por cerrarles las puertas en beneficio del puerto de Cádiz, decisión que supuso sumir a la ciudad hispalense en una gran depresión económica que le hizo perder la mitad de sus habitantes y tardar algo más de siglo y medio en recuperarse.

A partir de 1850 la Revolución Industrial empieza a hacer mella y en la ciudad aparecen tímidos intentos de industrialización, propiciando además la atracción de navieras británicas interesadas en importar los productos alimenticios que proporciona el fértil granero andaluz. En 1859 se establece Robert MacAndrews & Company Ltd. a través de su testaferro John Cunningham, iniciándose la exportación hacia los puertos de Liverpool y Londres que ocasionarán la creación de la naviera Miguel Sanz y Cía. en 1861 y la instalación definitiva en 1873 de la poderosa MacAndrews & Company Ltd. escocesa. La presencia escocesa y por ende británica en Sevilla cada año es más palpable, siendo más notable en 1882 cuando empresarios de esta nacionalidad crean la The Seville Water Works Company Ltd. E.&A., suministradora de agua potable tras canalizarla procedente de los Caños de Carmona y con gran presencia de trabajadores ingleses en su plantilla.

No son los únicos británicos residentes en la ciudad y con anterioridad, desde 1855, el ingeniero inglés Isaías White está ya domiciliado, formando en 1856 junto a los hermanos Portilla la que se convertirá en gran empresa siderúrgica Portilla y White, Cía., especialista en fundición de cañones para la armada, rejas, máquinas a vapor y todo lo relacionada con la forja y fundición, trayendo consigo un reducido séquito de operarios originarios de las islas para la dirección técnica. El encuentro entre todos los británicos durante las décadas de los años setenta y ochenta decimonónicos es inevitable, estableciéndose relaciones comerciales entre ellos con sectores tan íntimamente ligados como la fundición, la exportación de enseres, los barcos y tuberías junto a máquinas de vapor.

En medio de una sociedad británica que se precie y más si cabe inmigrantes en otro país, además de las relaciones laborales figuran las sociales, siendo la tierra sevillana idónea por su clima para prácticas deportivas tan arraigadas en el Reino Unido como el remo, modalidad que en 1875 ya cuenta con un representante, el Club de Regatas de Sevilla formado por británicos y españoles a partes iguales que desaparece en 1883, la Sociedad Sevillana de Regatas creada en 1876 compuesta únicamente por españoles que cesa su actividad en 1886 y en tercer lugar el Seville Rowing Club creado en 1889, una sociedad mixta británico-española que se mantendrá en activo durante muchos años. Este no muy numeroso grupo inicial de británicos cuenta en 1879 con un club de criquet y a partir de 1882 se verá incrementado con los operarios procedentes de la The Seville Water Works Company Ltd. E.&A., ampliándose el margen de maniobra y las posibilidades de realizar más actividades de forma conjunta.

A mitad de los años ochenta de la Sevilla decimonónica, el fútbol en el Reino Unido, sobre todo en Escocia, es un deporte ya asentado que empieza a concentrar a un elevado número de practicantes y sobre todo de masas que siguen su evolución. Es el deporte de moda y tanto en colegios como en institutos se convierte en una actividad que forma parte del programa docente de educación física, algo en lo que España se encuentra a años luz. El núcleo de residentes británicos en Sevilla muestra una gran devoción por el deporte y así vemos como practican remo en verano y fútbol en invierno, disputándose varios encuentros entre temporada y sobre todo los muy entrañables de Navidad en los que se citan todos en señal de confraternidad frente a los grupos británicos que la Rio-Tinto Company Ltd. tiene en las localidades onubenses de Minas de Riotinto y la capital Huelva. En estos encuentros, dependiendo del número de congregados, lo mismo se enfrentan unos contra otros en nombre de la localidad que representan, como combinados de unos y otros contra terceros según las circunstancias les obliguen.

La práctica de este deporte cunde tanto en algunos miembros británico-sevillanos, muchos de ellos enrolados en el Círculo Mercantil, que el 25 de enero de 1890 constituyen el Sevilla Foot-ball Club, sociedad presidida por el vice-cónsul y a la vez representante de la naviera MacAndrews & Company Ltd. como también director de la The Seville Water Works Company Ltd. E.&A., Edward F. Johnston y conducida por el joven Isaías White, su alma mater, hijo de uno de los copropietarios de Portilla y White Cia. El Sevilla Foot-ball Club se convierte en el primer club en España confeccionado expresamente para la práctica de esta modalidad deportiva y es el “protoclub” local por excelencia, aunque en la ciudad no cuenta con el favor de la prensa quien en momento alguno refleja sus andanzas, al contrario que ocurre en Huelva o pocos años después en Bilbao, Madrid o Barcelona donde sí se muestran más sensibles a hechos de estas características.

La plantilla sevillana, toda ella integrada por trabajadores relacionados con las distintas empresas británicas tanto de origen británico, español o hispano-británicos de primera generación, concierta el 8 de marzo de 1890 un encuentro frente al Huelva Recreation Club, sociedad fundada apenas treinta y nueve días antes en lo que se considera el primer partido disputado por dos clubs constituidos en España, aunque con la matización de que ambos estén integrados mayoritariamente por británicos y uno sea un club de recreo que practica fútbol, el onubense y el otro sea un club de fútbol exclusivamente, el sevillano. El “protoclub” hispalense, dada la procedencia de sus integrantes y la no obligatoriedad, no opta por inscribirse en el Registro del Gobierno Civil, lo que le convierte en “alegal” e inadvertido para las autoridades españolas, discurriendo su vida deportiva de forma azarosa frente a los clubs onubenses y sin apenas más rivales en la zona que compartan su dedicación.

Tras las épicas y trágicas inundaciones que asolan la ciudad en marzo de 1892 las cuales arrasan el barrio de Triana y afectan a Portilla & White, Cía., apenas más se sabe de las prácticas de estos muchachos, localizándose a varios de ellos en el Seville Rowing Club. Durante los años siguientes no hay noticias en prensa sobre fútbol, pero sí de gran parte de sus miembros que siguen remando en el Seville Rowing Club y practicando gimnasia durante la campaña veraniega durante unos años, volviéndolas a tener en 1900, 1901 y 1902 cuando hay constancia de actividad futbolística en La Trinidad y en el Prado de San Sebastián protagonizada por miembros pertenecientes al Círculo Mercantil, actividad que ya no se abandona. La gran relación de este grupo de pioneros con la sociedad hispalense de principios de siglo asentada alrededor del Círculo Mercantil e Industrial junto a la resonancia en toda España que están teniendo los torneos anuales que se dilucidan en Madrid, propiciarán que el 14 de octubre de 1905 cristalice definitivamente la oficialización del Sevilla Foot-ball Club conforme al Real Decreto, de 19 de septiembre de 1901 y a la Real Orden Circular, de 9 de abril de 1902, sociedad presidida por José Luís Gallegos que queda registrada conforme la legalidad española.

 

IV Parte

El Sevilla Fútbol Club SAD ante los clubs y organismos

Similitud Sevilla Fútbol Club vs Real Club Recreativo de Huelva SAD

La introducción del fútbol en España tuvo en sus inicios dos focos bien marcados: de un lado el triángulo que forman con sus tres vértices las ciudades de Huelva-Minas de Riotinto-Sevilla y de otro la ciudad de Vigo, agregándose años después otros focos localizados en puntos tan alejados como Barcelona y Bilbao, a los que se les unió más tarde Madrid. No crean quienes estén leyendo estas líneas que el fútbol tuvo como principal base de operaciones la localidad de Minas de Riotinto, pues aunque es bien cierto que allí se constituyó una sociedad en 1878 que practicaba el fútbol entre otras disciplinas, no hay que olvidar que en Vigo se jugaba como mínimo en 1876 y que remontándonos unos años más atrás, Jerez de La Frontera fue pionera antes que todas las mencionadas al tener registrado en el año 1870 la primera fecha donde se menciona la palabra “foot-ball” en todo el país.

Ahora bien, una cosa es que un grupo de ciudadanos británicos jueguen al fútbol y otra bien distinta que estén organizados bajo el amparo de una sociedad. Estar sujetos a un club, sea recreativo o sea de fútbol, requiere disponer de una directiva con unos cargos electos con varias responsabilidades, léase presidente, secretario, tesorero e incluso capitán, además de una cantidad de socios que junto a los mencionados contribuyen a abonar unas cuotas para el buen mantenimiento de la sociedad. En el caso de Jerez de La Frontera y de Vigo, dos localidades donde se registra fútbol antes que en Sevilla y Huelva hasta allá donde nosotros conocemos, no nos consta sociedad alguna, es decir, no hemos encontrado ningún club con nombre y apellidos ni junta directiva que nos permita decir con total seguridad que la práctica de fútbol que se ha encontrado en algunos periódicos estuviese sujeta a un club constituido, lo cual dicho sea de paso, tampoco significa que no los hubiese pues, como hemos hallado, en el caso de Jerez de La Frontera sí había un club dedicado al cricket, lo cual nos hace pensar que también pudiese darse uno de fútbol.

HF Sevilla FC 1890 18

Apuntado esto, los clubs recreativos de Minas de Riotinto y Huelva, ambos con una clara predilección por el cricket entre la gran variedad de deportes que practicaban -como sabemos a través de La Provincia y por boca del nieto de Charles Adam (primer presidente del Huelva Recreation Club), el señor John Adam, quien manifiesta que su abuelo habilitó el campo anexo a la fábrica de gas en Huelva para jugar a este deporte, su favorito, para luego cederlo al fútbol-, junto con el de Sevilla, son los tres primeros clubs de los que hay constancia en España que practican esta disciplina, en concreto el sevillano solo esa, aunque existen indicios muy firmes de que Jerez de La Frontera, Tharsis, Málaga y Cádiz al menos disponían de un grupo que jugaba frente a los citados.

Sin embargo y tras muchas horas empleadas en su estudio, es digno de destacar el gran paralelismo que ofrecen el actual Sevilla Fútbol Club SAD y el Real Club Recreativo de Huelva SAD, antigua y respectivamente conocidos como Sevilla Foot-ball Club y Huelva Recreation Club, tanto que sorprende al menos durante sus primeros años de vida. Estas dos sociedades, dos de las tres primeras, parecen jugar con nosotros -los investigadores-, y nacen prácticamente al unísono, pues tan solo treinta y nueve días les separan. Ambas son lideradas por ciudadanos británicos -muchos más en Huelva (casi todos) que en Sevilla-, las dos tienen como presidente a la más alta autoridad británica en sus respectivas ciudades de adopción y las dos nos han legado su constitución a través de una crónica periodística, la onubense en un medio local, La Provincia, mientras el sevillano en un medio escocés, The Dundee Courier & Argus.

Siguiendo con esta igualdad, ambos son los protagonistas del primer duelo entre dos clubs constituidos en España, el famoso encuentro del 8 de marzo de 1890 en el sevillano hipódromo de Tablada, ninguno de los dos declara su existencia frente a terceros según indica la Ley de Asociaciones de 1887 y tanto uno como otro pierden protagonismo en la última década del siglo XIX ante la pérdida de socios. Ninguna de las dos sociedades se disuelve y respectivamente toman la decisión de sobrevivir al regazo de sociedades más poderosas, el Seaman’s Institute en el caso los onubenses y el Círculo Mercantil en el de los sevillanos.

Como no podía ser de otra manera y vistos los antecedentes descritos entre la última década decimonónica y principios de la siguiente, tanto uno como otro se reorganizan a principios del siglo XX cuando han surgido otros clubs en el país y con miembros de sus sociedades de acogida que actúan como puente, liderando el Seaman’s Institute la iniciativa onubense en 1903 que tarda en consolidarse varios años después y haciendo lo mismo el Círculo Industrial con el club hispalense que también precisa de tiempo para tomar carrerilla. Finalmente y por si alguien tenía alguna duda, las dos se inscriben en el Registro cumpliendo con la Ley de Asociaciones de 1887 gracias a las modificaciones propiciados por el Real Decreto del 19 de septiembre de 1901 y la Real Orden Circular del 9 de abril de 1902.

Si el Real Club Recreativo de Huelva SAD necesitó cerca de tres décadas para demostrar que fue constituido el 18 de diciembre de 1889 gracias a una crónica publicada en 1889 y encontrada muchos años después, pues era de creencia popular que había sido fundado en 1903 y así lo creían firmemente sus aficionados, el Sevilla Fútbol Club SAD de quien todos creíamos haberse creado en 1905, ha requerido nada más y nada menos que doce décadas, pues otra crónica, esta vez publicada en 1890, confirma que la sociedad se constituye el 25 de enero de 1890.

Por lo tanto, siendo justos y equitativos, los mismos argumentos que valen para uno deben ser aplicados al otro.

Similitud Sevilla Fútbol Club SAD vs Fútbol Club Barcelona

Si la similitud entre el Sevilla Fútbol Club SAD y el Real Club Recreativo de Huelva SAD llega a extremos tan parecidos que a ambas sociedades se les puede etiquetar de clónicas, otro gran club español y con una amplia trayectoria histórica, el Futbol Club Barcelona, presenta también una gran semejanza, al menos en su origen, con los hispalenses.

Todo empieza con las regatas, pues si en Sevilla parte de los fundadores del Sevilla Foot-ball Club practicaban remo en el Seville Rowing Club -fundado en 1890 y sustituto de otros creados en 1875 y 1876- como complemento a una dualidad deportiva que se dividía a lo largo del año dedicando el equinoccio de invierno al fútbol y el de verano al remo, en Barcelona tenemos al Real Club de Regatas cuyos socios en 1892 se dividen en dos bandos para jugar en Bonanova, acto que se repite en más ocasiones y que viene a corroborar lo fácil que era saltar de una actividad a otra sin perjuicio en la práctica de cualquiera de ellas ni en sus respectivas sociedades.

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Tirando del hilo y centrándonos en el fútbol, la constitución y posterior oficialización del Fútbol Club Barcelona marca unos pasos que en algunos casos serán seguidos por el Sevilla Foot-ball Club, pues el liderato a nivel nacional que adquiere el club catalán en los primeros años del siglo XX no pasa desapercibido para los hispalenses y estos toman el modelo estatutario azulgrana como propio. Analicemos la secuencia de los hechos:

El Fútbol Club Barcelona se constituye el 29 de noviembre de 1899 como sociedad dedicada única y exclusivamente a la práctica del fútbol siguiendo la voluntad de un grupo de personas que de forma libre, independiente y desligada de otras iniciativas anteriores llevadas en la ciudad, pretenden por si mismos crear un club que les represente. El club barcelonés, tal y como ocurre con los precedentes coetáneos de Minas de Riotinto, Huelva, Sevilla, Vigo, Las Palmas de Gran Canaria y Madrid, no declara frente a terceros su existencia como recomienda la Ley de Asociaciones de 1887 y en 1902, concretamente el 29 de diciembre, se ve obligado a constituir una junta directiva para presentarse oficialmente ante la sociedad como un club de carácter recreativo como consta en el Registro de Asociaciones disponible en el Gobierno Civil, hecho rubricado el 3 de enero de 1903, una obligación recordemos que le viene impuesta por el Real Decreto del 19 de septiembre de 1901 y la Real Orden Circular del 9 de abril de 1902.

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El Sevilla Foot-ball Club, una sociedad anterior en el tiempo al club catalán y hasta que no se demuestre lo contrario el primer club de fútbol constituido en España quedando al margen los dos recreativos onubenses -clubs recordemos con dedicación no exclusiva a este deporte-, pues viene al mundo nueve años antes -el 25 de enero de 1890-, en el momento de reorganizarse tras varios años de lenta recuperación elige la fecha del 23 de septiembre de 1905 para constituir una junta directiva y acto seguido inscribirse en el Registro de Asociaciones del Gobierno Civil sevillano en cumplimiento de la Ley de Asociaciones de 1887, siguiendo al igual que los barcelonistas las directrices legales que marcan los anteriormente mencionados Real Decreto del 19 de septiembre de 1901 y Real Orden Circular del 9 de abril de 1902.

La labor del club barcelonista y su influencia en la junta directiva sevillana no queda ahí y los primeros estatutos redactados por el Sevilla Foot-ball Club, gracias a la influencia de un nativo barcelonés pero sevillista en alma y espíritu como José Graells Miró, serán prácticamente los mismos que los del Foot-ball Club Barcelona, siendo también Graells el instigador de la inscripción en el Registro de Asociaciones.

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Si el Fútbol Club Barcelona no es cuestionado por la cronología y pasos realizados entre 1899 y 1903 reconociéndose como fecha de constitución el 29 de noviembre de 1899, siguiendo los mismos parámetros, vara de medir y el mismo principio de igualdad que debe prevalecer en la consideración de los clubs que ya se ha visto en el caso del Real Club Recreativo de Huelva SAD, realizando el Sevilla Fútbol Club SAD los mismos pasos que estos dos clubs merece por respeto el mismo trato y consideración.

La fundación de una Asociación

Llegados a este punto cabe la posibilidad de que el lector se pregunte por qué razón se establece una similitud entre el Sevilla Fútbol Club SAD respecto a otras sociedades como Real Club Recreativo de Huelva SAD y Fútbol Club Barcelona, y por qué no se realiza una comparativa con otras entidades históricas como lo son a nivel nacional el Athletic Club, de Bilbao y el Real Madrid Club de Fútbol. La respuesta a esta cuestión es sencilla y no obedece a un trato despectivo hacia el club bilbaíno o el madrileño, algo descartado, por supuesto, sino a una realidad que los tres comparados presentan en común y los cinco en su conjunto no: sevillanos, onubenses y barceloneses tienen una fecha concreta de constitución primitiva, mientras que bilbaínos y madrileños carecen de ella pese a existir datos totalmente creíbles en torno a su origen establecido en 1898 y 1900 respectivamente, desconociéndose lamentablemente en la actualidad qué día fueron constituidos y quiénes sus juntas directivas.

Todos ellos jugaban al fútbol en 1901 y ninguno de ellos se había suscrito voluntariamente a la Ley de Asociaciones de 1887 pese a que la conocían de sobras, una Ley no muy complicada de seguir que facilitaba con una serie de pasos la labor de cumplir con la legislación Española. Veamos qué decía aunque sea escuetamente:

Art. 4º. Los fundadores o iniciadores de una Asociación, ocho días por lo menos antes de constituirla, presentarán al Gobernador de la Provincia en la que haya de tener aquélla su domicilio, dos ejemplares firmados por los mismos, de los estatutos, reglamentos, contratos ó acuerdos por los cuales haya de regirse, expresando claramente en ellos la denominación y objeto de la Asociación, su domicilio la forma de su administración ó gobierno, los recursos con que cuente ó con los que se proponga atenderá á sus gastos, y la aplicación que haya de darse á los fondos ó haberes sociales caso de disolución.

Art. 5º. Transcurrido el plazo de ocho días a que se refiere el párrafo primero del artículo anterior, la asociación podrá constituirse o modificarse con arreglo a los estatutos, contratos, reglamentos o acuerdos presentados, salvo lo que se dispone en el artículo siguiente. Del acta de constitución o modificación deberá entregarse copia autorizada al gobernador o gobernadores respectivos dentro de los cinco días siguientes a la fecha en que se verifique.

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Quizás el carácter declarativo frente a terceros, que no constitutivo de esta Ley, provocó que estas sociedades se mantuvieran al margen de ella y se convirtiesen en “alegales”, pero esta situación no podía alargarse demasiado y su fin era cuestión de tiempo. Entre 1900 y 1901 el Gobierno ya mostraba inequívocos indicios de estar hastiado de que muy pocas asociaciones estuviesen al corriente, por lo que en el Congreso se debatía intensamente acometer algún tipo de cambio que invirtiese la tendencia. Enterados de estos movimientos y anticipándose a su publicación, el Athletic Club, de Bilbao, se constituye el 11 de junio inscribiéndose en el Registro el 5 de septiembre, mientras el Real Decreto se emite el 19 de ese mismo mes.

El órdago del Gobierno es serio y el Madrid Foot-ball Club se oficializa el 6 de marzo de 1902 consiguiendo su registro el 18 de abril, elevándose el tono del ejecutivo cuando el 9 de abril se emite una Real Orden Circular en el mismo sentido. El Foot-ball Club Barcelona no tarda en claudicar y el 29 de diciembre redacta nuevos estatutos inscribiéndose en el Registro el 3 de enero de 1903. El Campeonato de España de 1903, el primero a nivel nacional en nuestra historia, queda suscrito a la Ley y las sociedades que desean participar han de cumplir con tales requisitos. Dicho torneo capta la atención de los aficionados onubenses y de este modo el Club Recreativo de Huelva, el más antiguo de todos, se reorganiza en la primavera de 1903, redactando estatutos el 15 de mayo y registrándose tres días después. En cuanto al Sevilla Foot-ball Club, sociedad en similares circunstancias a los blanquiazules, queda oficializado el 14 de octubre de 1905 desconociéndose su registro al ser devastado por un pavoroso incendio el Gobierno Civil de la capital andaluza.

Conociéndose esta sucesión de hechos puede ser que alguien pueda caer en la tentación de pensar que la aceptación de la Ley de Asociaciones de 1887 y el cumplimiento a rajatabla de lo dispuesto en el Real Decreto de 19 de septiembre de 1901 y Real Orden Circular de 9 de abril de 1902 suponga un cambio significativo en el orden de las cosas, de modo que las fechas establecidas a consecuencia de la aplicación de esta Ley sean las que imperen y no otras.

Especulando con este juego podría darse el caso de que algunos clubs pudieran salir beneficiados en perjuicio de otros en previa posición de privilegio, peros quizás algunos puedan llevarse un desengaño y yerren en sus cálculos, puesto que siendo estrictos con esta postura el nuevo orden por constitución oficial en base al cumplimiento de la Ley de Asociaciones quedaría liderado por el Athletic Club, 11 de junio de 1901, segundo el Real Madrid Club de Fútbol, 6 de marzo de 1902, tercero el Fútbol Club Barcelona, 29 de diciembre de 1902, cuarto el Real Club Recreativo de Huelva SAD, 15 de mayo de 1903 y cerrando el Sevilla Fútbol Club, 14 de octubre de 1905.

Afortunadamente los mentores que hay tras la Ley de Asociaciones de 1887 no permitieron este tipo de cábalas y como personas cualificadas con amplio sentido común, dejaron la puerta abierta en 1887 para que las asociaciones ya existentes o futuras pudieran suscribirse con carácter declarativo en los Gobiernos Civiles sin que la no inscripción fuese sinónimo de inexistencia, mientras que con las decisiones de 1901 y 1902, aunque la suscripción se convirtió en obligatoria y se amenazaba con la suspensión de las asociaciones en caso de no aplicarse a la Ley, en ningún caso se mencionaba la disolución de estas, su inexistencia conllevando la pérdida de la historia acumulada desde la constitución primitiva, ni la constatación como asociación de nuevo cuño desde el momento de someterse a la Ley, es decir y para que se entienda, los clubs constituidos legalmente -aunque fuesen “alegales” antes de acogerse a la Ley de Asociaciones-, seguían manteniendo su antigüedad y los privilegios que de esta se arrastran.

Por esta razón los hoy Real Club Recreativo de Huelva SAD, Sevilla Fútbol Club SAD, Athletic Club, de Bilbao, Fútbol Club Barcelona y Real Madrid Club de Fútbol mantienen intacta su antigüedad original.

La opinión del equipo de La Futbolteca

La Futbolteca, un equipo compuesto por un reducido número de personas que investigamos la historia del fútbol español todo lo mejor que podemos, llevamos años trabajando tanto en este tema como en otros por el interés de todos los aficionados a este grandioso deporte, pero una vez preguntados por la opinión que nos merece el tema largamente tratado en este artículo no queremos extendernos más de la cuenta en la respuesta y por ello, a la duda planteada y apoyándonos en todo lo que sabemos manifestamos que: Sevilla Foot-ball Club de 1890 y Sevilla Fútbol Club de 1905 son negro sobre blanco… EL MISMO CLUB.

La posición del Real Club Recreativo de Huelva SAD

La recuperación por parte del Sevilla Fútbol Club SAD de una parte importantísima de su historia rectificando su hasta ahora reconocida fecha de constitución datada el 14 de octubre de 1905 y retrotrayéndola al 25 de enero de 1890, conlleva sin duda a la inevitable equiparación del club hispalense respecto al Real Club Recreativo de Huelva SAD, un club hasta ahora un paso más adelante que el resto de sociedades constituidas, quedando ambos al mismo nivel en cuanto a la consideración de clubs históricos creados una decena de años con antelación al resto de los grandes clubs originados en el cambio de siglo, aunque existan unas semanas de distancia entre la fundación de uno y otro.

Treinta y nueve días son los que separan en días naturales al club onubense creado el 18 de diciembre de 1889 del club sevillano, creado el 25 de de enero de 1890, cinco semanas y media que no hacen sino constatar que ambas ciudades fueron junto a otras localidades del sureste peninsular a las que ha de sumarse la gallega ciudad de Vigo -la otra gran puerta de entrada-, pioneras en la introducción del fútbol en España.

Real Club Recreativo de Huelva SAD y Sevilla Fútbol Club SAD son dos clubs privilegiados en nuestro país por haber mantenido una trayectoria dedicada al fútbol que supera ya los ciento veinte años, pero esto no ha sido siempre así. Los blanquiazules no vieron reconocida su constitución hasta muchos años después de convencer con argumentos y una nota aparecida en el periódico La Provincia al resto de sociedades con una fecha que distaba en mucho de clubs como el F.C. Barcelona y el Athletic Club, de Bilbao, quienes se auto-consideraban como los primigenios en este deporte. El Recreativo tuvo que luchar después con una gran crisis desatada en 1925 que le alejó de la competición durante año y medio primero y, en segundo lugar, con un episodio de rebeldía frente a la Federación Regional del Sur que casi le costó su disolución. Subsanados sus problemas económicos, los onubenses retomaron su historia y la han mantenido con orgullo hasta hoy, sabedores de su origen y de la gran distancia que tradicionalmente les ha separado del resto hasta el punto de ser considerados por muchos como el Decano del fútbol nacional.

El trabajo realizado por el Sevilla Fútbol Club SAD luchando por una historia que es suya, lejos de tomarse como una amenaza para la situación de privilegio que ostenta el club blanquiazul, debería ser respetada como lo fue él mismo cuando mantuvo la misma postura hace muchas décadas atrás peleando duramente por recuperar unos años que le pertenecían. El club hispalense muestra ahora los mismos argumentos y a la misma altura que en su día hizo la sociedad onubense, incluso la fortuna parece estar de su lado por cuando el destino, caprichoso como nadie, ubica en Escocia una nota aparecida en el periódico The Dundee Courier & Argus donde, al igual que ocurrió con el club blanquiazul, se recoge la fecha de constitución y parte de la junta directiva.

La alarma que el 25 de enero de 1890 puede ocasionar en el club onubense no está justificada, pues la historia es la que es y debe ser tomada como viene. Si el destino quiso que el 18 de diciembre de 1889 en Huelva se constituyese un club recreativo dedicado a actividades culturales y deportivas y en Sevilla, treinta y nueve días después, otro con finalidad exclusiva al fútbol, hay que aceptarlo. Queda claro que desde hace muchísimos años y con el punto de vista actual, tanto Real Club Recreativo de Huelva SAD como Sevilla Fútbol Club SAD son clubs con plena dedicación balompédica, sin duda, pero también cabe recordar que en el momento de su constitución esto no fue así y mientras la sociedad onubense era un club recreativo, la sevillana lo era únicamente de fútbol, un hecho que es lícito mencionar. “Reddite ergo quae sunt Caesaris, Caesari el quae sunt Dei Deo”, o sea, “Dadle a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios”.

En el mismo sentido y apelando a la cronología histórica, también hay que subrayar que el Recreativo es más antiguo que el club sevillano, sean treinta y nueve días como lo hubiera sido tan solo uno, pero en el caso de que no hubiese sido el 25 de enero de 1890 y la fecha constitutiva hispalense precediese a la onubense, todos estarían obligados a aceptarla significase lo que significase.

Andalucía cuenta con los tres clubs más antiguos de España en práctica futbolística, pues si Real Club Recreativo de Huelva SAD y Sevilla Fútbol Club SAD son líderes en este aspecto, también es justo meter en la misma pomada al Riotinto Balompié, club con un origen que se remonta hasta 1878. Bajo nuestro punto de vista, una óptica libre de cualquier sospecha y totalmente imparcial, opinamos firmemente que los clubs implicados y en la medida que les corresponde, deberían olvidarse de mirarse tanto el ombligo y desprenderse de intereses particulares que crean desavenencias, fijándose más en lo que les une y menos en lo que les separa.

La posición de los clubs españoles

La comunidad de clubs que forman las miles y miles de sociedades constituidas en España y que en su inmensa mayoría están asociadas a la R.F.E.F. para competir en cualquiera de sus campeonatos, ocupan una extensa lista en la cual encontramos desde clubs recreativos, atléticos, gimnásticos, uniones deportivas, sociedades deportivas, hasta clubs cuya única disciplina es el fútbol. Todos ellos tienen cabida en la R.F.E.F. sea cual sea su origen y hayan jugado siempre al fútbol o lo hayan adoptado tiempo después de su creación.

No obstante si analizamos cada uno detenidamente, observaremos que no todos se registraron el mismo día en el cual se constituyeron, que un gran número de ellos permanecieron al margen del Registro durante muchísimo tiempo dedicados al fútbol amateur o al fútbol base y que un elevado porcentaje de los clubs de hoy con cierta antigüedad en la mochila, tuvieron “lagunas” en su respectivo historial atribuibles a diversos motivos como no reunir una cantidad mínima de socios para jugar, no existir un relevo a una junta directiva dimisionaria, por imposición de un castigo económico de procedencia federativa o incluso por expulsión de una federación territorial durante un cierto periodo.

Pues bien, todos ellos, sin excepción, lograron ser readmitidos en la R.F.E.F. tras reorganizarse con nuevos socios, tras pagar una deuda federativa o tras cumplir un castigo, incluso habiendo cambiado de nombre siempre y cuando demostrasen ser los mismos, porque en el fútbol hay desapariciones por ausencia de actividad, claro que las hay y las seguirán habiendo, pero cuando un grupo de personas toma el timón de un club y tiene la vocación de continuar la labor deportiva, mientras no haya una disolución por el medio, ese club es el mismo y así lo acepta la R.F.E.F. y el mundo del fútbol.

El Sevilla Fútbol Club SAD fue oficializado por un grupo extenso de personas el 14 de octubre de 1905, un grupo de jóvenes que deseaban desde hace años atrás legalizar una situación que había empezado una generación anterior el 25 de enero de 1890 y que por las razones conocidas había perdido su ímpetu inicial. Hay una constitución del Sevilla Foot-ball Club en 1890 y no hay una disolución entre esa fecha y el 14 de octubre de 1905, con lo cual aquellos jóvenes que, como hemos probado en este artículo, eran en su mayoría conocidos, familiares, compañeros de trabajo de los pioneros y socios igualmente del Círculo Mercantil -el eslabón que les une-, expresaron su voluntad de continuar algo que no había terminado y que pasados más de ciento veinte años, todavía tiene futuro.

El fútbol español deberá seguir acogiendo al Sevilla Fútbol Club SAD como una sociedad más, profesional en este caso, sin distinción ni favoritismo, pero debe saber que este club es del siglo XIX y no del XX como durante tantas décadas ha sido reconocido, un privilegio del que gozan muy pocos en España y que con documentos en las manos el club hispalense puede probar.

No reconocer este hecho sería implícitamente no reconocer la antigüedad de una sociedad como el Real Club Recreativo de Huelva SAD, una entidad histórica en nuestro fútbol de reconocido prestigio y de mayor edad que presenta los mismos registros, casi como un calco, a los del club sevillista, por lo cual de ser así prevalecería un club sobre otro, una decisión injusta en un deporte en el que presuntamente todos son iguales y que supondría una mancha muy oscura para un país que ha sido campeón del mundo a nivel de selección absoluta además de presumir de entender de fútbol. O los dos… o ninguno de los dos.

La posición de la F.I.F.A.

Recientemente este organismo tan importante en los designios del fútbol -el que más-, se ha postulado en cuanto a la fecha de constitución del Sevilla Fútbol Club SAD y el origen de su historia, incluyendo a la entidad hispalense dentro del distinguido apartado dedicado a los Clubs clásicos, es decir, todos aquellos que acumulan a sus espaldas una cantidad significativa de años dedicados a la práctica de este deporte.

Así pues y consultando su página en Internet, leemos que: “El fútbol llegó a España a bordo de embarcaciones británicas. Y dado que el río Guadalquivir es navegable hasta la ciudad de Sevilla, por vía acuática también se abrió paso hasta allí. Los empleados extranjeros y locales de la Naviera McAndrews empezaron a madurar la idea de un equipo en 1890 pero no fue hasta el 14 de octubre de 1905 cuando se hizo oficial”.

Desconocemos de forma directa cómo la F.I.F.A. ha obtenido esta información hasta la fecha poco divulgada y que el propio Sevilla Fútbol Club SAD está manejando con tanto cuidado y esmero por el momento, aunque de forma indirecta sospechamos que este organismo ha reparado en la labor que está desempeñando el club sevillista en pos de recuperar su historia y cuyos resultados, avalados por el fondo documental de la British Library, vienen publicándose en distintas páginas digitales de su entorno que han originado una serie de comentarios tanto en periódicos locales como a nivel nacional.

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Dentro de estos resultados, en la parte que nos corresponde y desde nuestra humildad, en La Futbolteca también queremos aportar nuestro granito de arena y reparar en el revuelo que hace pocas fechas ha causado un artículo nuestro titulado “Escocia: cuna del fútbol español”, dedicado a recoger la importancia que tuvieron los ciudadanos escoceses a la hora de difundir el fútbol en España y que tan buena acogida ha tenido en el Reino Unido y especialmente, como es lógico, en Escocia, artículo que requirió por su trascendencia ser traducido al inglés.

Sin embargo, visto desde un plano historicista, lo que más nos importa y por ello lo citamos, es que la F.I.F.A., al contrario que observamos mayormente en España, no tiene reparo en admitir el desenlace final de este artículo cual es demostrar que Sevilla Foot-ball Club y Sevilla Fútbol Club SAD son el mismo club, algo indivisible. El párrafo arriba indicado demuestra que la F.I.F.A. es consciente y tiene claro, sin ninguna presión mediante, que una cosa es la fecha de constitución de una sociedad y otra la fecha de oficialización mediante acta registral, dos conceptos íntimamente ligados y que no necesariamente tienen por qué cumplirse al mismo tiempo. Es decir, nos alegra en grado sumo que un organismo como la F.I.F.A., a pesar de que no tiene competencia para ello y no entra dentro de su cometido, comparta lo que desde La Futbolteca venimos diciendo desde hace tiempo: que la fecha registral no es la fecha constitutiva y que necesariamente antes de presentar documentos para darse a conocer ante terceros de forma oficial, siempre con antelación existe una actividad primitiva que tras un periodo de tiempo de acoplamiento termina acogiéndose bajo la declaración de una directiva y arrastrándose con ello la constitución de un club.

El Sevilla Fútbol Club SAD y su futuro

Conocido el origen del club y puestas encima de la mesa todas la pruebas a nuestro alcance -aún se encontrarán más-, el futuro del Sevilla Fútbol Club SAD será el que sus socios se propongan y las circunstancias permitan, pero dando un giro de ciento ochenta grados y mirando directamente a los ojos de la historia entre sus primeros pasos, su pasado también será el que sus socios quieran, aunque a diferencia de su futuro, las circunstancias ya no influyan porque lo que había de demostrarse y era necesario, ya se ha conseguido.

El Sevilla Fútbol Club SAD cuenta en su maleta desde ahora con un equipaje más consistente y reforzado que en el pasado, un equipaje por el que ha luchado durante muchos años y cual madre con un hijo a su cargo ha sabido a base de tranquilidad y paciencia remendar todos los rotos y descosidos que se había producido jugando a lo largo de miles de horas de aquí para allá. El club hispalense y con él, sus socios y directivos, son dueños de su historia y tienen en sus manos la posibilidad de elegir: si seguir considerándose como una sociedad constituida en 1905 como ha ocurrido en los últimos cien años o aceptar que su nacimiento fue quince años antes, en 1890.

Sea cual sea, la elección ha de ser suya y no de otros que opinen sobre ellos, con lo cual nosotros, una vez expresado nuestro dictamen, nos retiramos poniendo un punto y seguido, pues aún esperamos encontrar más datos porque es nuestro trabajo.

© Vicent Masià. Febrero 2013.

 

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