por Vicent Masià
En el otoño de 2009 surgía en un medio de comunicación deportiva de amplia difusión nacional un interesante artículo que venía a poner en serios aprietos a la R.F.E.F. ante la idea de este organismo de celebrar en esas fechas su Centenario como institución suprema que aglutina a todos los clubs de fútbol españoles. Este acto conmemorativo que en otras circunstancias hubiera transcurrido como una feliz y oportuna celebración de obligado cumplimiento en reconocimiento a una larga y dilatada trayectoria, sin embargo se tornó en un espantoso ridículo por parte de los federativos que no supieron defender la autenticidad de tal efeméride ante la serie de pruebas y argumentos que distintos periodistas y algunas voces propugnaron en su contra. Entre las distintas alegaciones que aportaba la prensa constaban algunas pruebas que parecían determinantes e irrebatibles como el registro de disolución de la Federación Española de Clubs de Foot-ball documentada en el Libro de Asociaciones del Gobierno Civil de Madrid con fecha 18 de octubre de 1913, la entrada de la Real Federación Española de Foot-ball en el Libro de Asociaciones del Gobierno Civil el 23 de septiembre, y un manifiesto de uno de los compromisarios de este último organismo, el del representante catalán de la Federación del Este, Torres Ullastres, en el cual expresa el carácter distinto y diferencial de esta federación respecto a las dos en esos instantes todavía en activo.
Estos argumentos contundentes e irrefutables que cortaron de cuajo el Centenario y pusieron en la picota a la entidad que preside Ángel María Villar no son fruto de la casualidad ni recientes en el tiempo, pues son mencionados por la propia R.F.E.F. en sus anuarios y en la prensa de la época, la cual resalta con amplio detallismo cómo acontecieron y fueron desarrollados los hechos.
Sin embargo, la historia de la Federación Española de Fútbol tiene más capítulos, unos más conocidos que otros, además de otras conclusiones que a partir de este instante iremos desgranando.
El Concurso de Madrid y el primer intento de Federación Española
El Concurso de Foot-ball de Madrid disputado en mayo de 1902 además de ser el primer torneo con presencia de sociedades de varias regiones, supuso la primera piedra para crear una entidad de ámbito estatal que se encargara de reunir a los clubs más destacados de la época a imagen y semejanza de lo que sucedía en países con más tradición futbolística como Inglaterra, Escocia, Francia, Alemania o Francia, y fuera capaz de organizar un Campeonato de España. El presidente del Club Español de Foot-ball, de Madrid, Ceferino Avecilla, recientemente emancipado del Madrid F.C., lanzó la idea y en 1903 tras mantener conversaciones con algunos de los clubs participantes en el Iº Campeonato de España proyectó con sede en la capital del reino la que fue designada como Unión de Clubs de Foot-ball, una sociedad que inicialmente debía reunir a lo más distinguido de Madrid, Cataluña y Euskadi, los tres polos más avanzados en estas lides a los que posteriormente se unirían clubs procedentes de otras latitudes. Este embrión, verdadero antecedente frustrado de la posterior R.F.E. de C.F., por su idiosincrasia no obtuvo éxito y pronto los clubs vascos y catalanes mostraron su rebeldía a sumarse a la causa al acusarla por un lado de ser un proyecto eminentemente centralista, despreocupándose absolutamente de ella, mientras por otro eran los propios clubs madrileños quienes, inmersos en varias disputas de poder, pugnaban por conseguir entre ellos la primacía. Ceferino Avecilla deseaba comandar la soñada Unión de Clubs de Foot-ball y ser el organizador del Campeonato de España, mientras Juan Padrós mostraba el mismo interés desde la Federación Madrileña de Clubs de Foot-ball, siendo finalmente esta última quien se llevó el gato al agua al organizar los Campeonatos de España de 1904 y 1905 en detrimento de la Unión de Clubs de Foot-ball, la cual, derrotada y sin haber tenido tiempo siquiera de materializarse, se vio condenada al fracaso y al ostracismo.
El primer intento de Federación Española nació en la oscuridad y en ella se quedó ante la falta de luces y apoyo de los principales clubs españoles, sobre todo de aquellos descontentos o desfavorecidos a nivel regional quienes veían en este organismo una salida en la cual purgar sus penas respecto con la actitud preponderante y, vista por ellos, mangoneante de los todopoderosos Madrid F.C., Athletic Club, de Bilbao y F.C. Barcelona. Esta desunión entre sociedades, cada una barriendo para casa, era el primer síntoma de que las cosas no se hacían bien y que para llegar a un entendimiento debían de ser puestas encima de la mesa más propuestas y dejar de lado localismos y regionalismos. El fútbol español se encontraba en estado embrionario y quizás era demasiado pronto para llegar a un punto en común entre clubs de todo el Estado, pues para ello hacía falta más experiencia y que las cosas fueran por su cauce hasta confluir sin obstáculos.
El segundo intento de Federación Española
A principios de 1907 las sociedades más importantes del país intentan crear de nuevo una Federación Española de Clubs de Foot-ball y a tenor de los comentarios surgidos en prensa, durante los primeros meses el tema parece ir viento en popa. El Madrid F.C., principal club implicado en los años anteriores para la organización del Campeonato de España, una vez desvanecido el proyecto de Avecilla recoge las distintas sensaciones que le llegan procedentes desde varios puntos de la geografía nacional, entre las cuales destaca una clara intención de abandonar el sistema tradicional de puntos y sustituirlo por el de eliminatorias regionales con dos finalistas que se disputarán el título en una localidad previamente acordada que no sea siempre Madrid, a la vez que pone en disposición de la nueva Federación la organización de dicho campeonato.
Sin embargo, con motivo de la disputa del torneo las cosas se torcerán y el Club Vizcaya reivindica para sí mismo un campeonato que ha obtenido el Madrid F.C., indicando que no reconoce a este último club como campeón legítimo y que sólo se salva de la pertinente denuncia ante la justicia por la inminente creación de la F.E. de C.F., algo que no ocurrirá. La falta de comunicación entre las sociedades es patente y cada una rema a su antojo prescindiendo de las demás. Tal es la desunión que en 1908 el Madrid F.C., recordando las conversaciones mantenidas recién comenzado 1907, contacta con el secretario del F.C. Barcelona Udo Steinberg para comprobar si éste como también secretario de la F.E. de C.F. va a organizar el Campeonato de España de 1908, a lo que éste responde que “ni es secretario ni existe una F.E. de C.F. y que él tan solo perdió su tiempo redactando un esbozo de un reglamento que nunca se aplicó”.
La Federación Española de Clubs de Foot-ball de 1909
Los conflictos originados en los últimos Campeonatos de España y las refriegas entre distintos clubs de nuestra geografía clamaban con más urgencia si cabe, la creación de una potente federación de ámbito nacional que consensuara los deseos de los clubs a nivel reglamentario y de paso los hiciera cumplir con justicia. Iniciado 1909 tiene lugar en Madrid una reunión en la que se trazan las pinceladas oportunas para confeccionar dicho sueño, pero la falta de continuidad y la inmediatez de la disputa del Campeonato de España dan al traste con el proyecto. El asunto parece irreversible cuando de repente y a resultas del Torneo de Valencia de junio, surgen varias personalidades del fútbol que inician una gran campaña unionista para concienciar a todos de que una federación nacional es posible. Dicho y hecho, el trabajo de Narciso Masferrer, Udo Steinberg, Emilio Coll, Emeterio Muga o José Manuel Kindelán cunde efecto, alcanzándose tan deseado cenit el 14 de octubre de 1909 con la constitución de la Federación Española de Clubs de Foot-ball, un ente que tenía a S.M. el Rey D. Alfonso XIII como presidente de honor, a los duques de Alba y Arión como vicepresidentes de honor y al marqués de Casa Alta como presidente efectivo. La F.E. de C.F. sería ratificada por la U.I.A.F.A. (Unión Internacional d’Amateur Foot-ball Association) mediante telegrama el siguiente día 15 adheriéndose a ésta, un organismo creado en 1908 dedicado al fútbol amateur que competía en desventaja con la F.I.F.A. y que terminaría por sucumbir en 1912 al presentar un escaso número de asociados.
La F.E. de C.F. no nació en un clima de unidad como era de prever vistos los antecedentes y la iniciativa catalana para su creación no sentó nada bien en clubs como el Madrid F.C., cuyos dirigentes habían realizado varios intentos sin éxito anteriormente o en el Athletic Club, de Bilbao, sociedad que mantenía una gran rivalidad con el F.C. Barcelona por la supremacía del fútbol español y el decanato dado que el Club Recreativo de Huelva no era considerado por ambos como un club de fútbol. Ambas sociedades declinaron su inclusión entre los miembros fundadores, al igual que la Sociedad de Foot-ball, de San Sebastián y Racing Club, de Irún por otros motivos, recayendo de este modo tal honor en una decena de sociedades de todo el territorio como lo eran F.C. Barcelona, Vigo F.C., Tarragona F.C., Pamplona F.C., Sociedad Gimnástica Española de Madrid, Irún Sporting Club, Real Fortuna F.C., de Vigo y Español F.C., de Madrid.
Los primeros problemas
El rechazo que ofrecieron Madrid F.C. y Athletic Club, de Bilbao a la F.E. de C.F. no fue el único agravante que encontró este organismo y en 1910 uno nuevo se le sumó cuando el Campeón de España de la edición de 1909, el Club Ciclista, de San Sebastián, transformado en sociedad independizada bajo el nombre de Sociedad de Foot-ball, de San Sebastián, anunció su firme propósito de jugar en Ondarreta haciendo caso omiso del artículo 20 que rezaba “En caso de existir la Federación Española, esta será la encargada de organizar el Campeonato de España, pudiendo ésta conformarse o no con el presente reglamento”. Lógicamente, la F.E. de C.F. tenía su propio reglamento y deseaba organizar tal torneo como arreglo a ley le correspondía, a lo cual el club guipuzcoano no sólo se opuso sino que originó un cisma en el cual arrastró a varios clubs norteños originando la Unión Española de Clubs de Foot-ball, entidad a la que se adhirieron Madrid F.C. y Athletic Club, de Bilbao.
El año 1910 tuvo pues dos federaciones y dos campeonatos nacionales, pero afortunadamente imperó la razón y las aguas volvieron a su cauce incorporándose los clubs discordantes al redil en el mes de septiembre. La F.E. de C.F. intentó en 1911 aplacar los deseos de descentralizar el fútbol de Madrid tal y como había suscrito mediante pacto con los clubs unionistas en 1910, decidiendo celebrar el Campeonato de España en la villa de Bilbao. Esta decisión contrariamente a lo esperado no acabó de gustar a todas las partes por igual y lo que agradaba en Bilbao disgustaba en Barcelona, lo que ambas rechazaban se acogía con satisfacción en Madrid, lo que gustaba en Bilbao en San Sebastián no era aceptado, lo que beneficiaba al Real Racing Club, de Irún disgustaba al Irún Sporting Club y así nadie se entendía. El Campeonato de España de 1911 en Bilbao fue un completo desastre organizativo y deportiva y extra-deportivamente, sucedió de todo produciéndose duras acusaciones post-torneo entre la prensa de Bilbao y San Sebastián, además de la barcelonesa respecto a la organización bilbaína y su responsable la Federación Española de Clubs de Foot-ball. La resonancia de este torneo no se detuvo en este punto y el 10 de julio este campeonato fue anulado, siendo el Athletic Club, de Bilbao descalificado temporalmente además de instado a devolver el trofeo, petición a la que se negó y que determinó su expulsión.
La escisión de los rebeldes en 1912
El año 1912 se estrenaba con un verdadero polvorín a punto de explotar en el seno de la F.E. de C.F. y cualquier motivo por insignificante que fuera podía ser empleado como mecha para detonarlo. Los días 14, 15 y 16 fue convocada la Asamblea Nacional en Madrid y el ambiente era tan tenso que se podía cortar el aire con un cuchillo. Las acusaciones entre unos y otros florecieron por doquier, nadie era responsable y los culpables siempre eran los demás, dándose finalmente de baja diez sociedades: Vasconia S.C., Real Sociedad de Foot-ball de S.S., F.C. Barcelona, España F.C., F.C. Badalona, New Catalonia F.C., Català F.C., Numancia F.C., Internacional F.C. y Centre de Sports Sabadell Foot-ball Club. Todos expresaron como motivo de su decisión la falta de formalidad de la junta directiva de la F.E. de C.F. y la actitud obstruccionista de algunos delegados, pero lo cierto es que las cuestiones de fondo eran totalmente políticas y no deportivas.
Los motivos hay que buscarlos mirando hacia atrás donde encontramos que la España de aquellos tiempos era similar en muchos aspectos a la de hoy desde el punto de vista político, existiendo dos corrientes muy marcadas y antagónicas todavía no superadas: la de los centralistas que pensaban que todo pasaba por Madrid y la de los regionalistas, que opinaban todo lo contrario. En el primer grupo, el Madrid F.C. era quien llevaba la voz cantante y como club organizador durante años del Campeonato de España y miembro fundador de la F.I.F.A. en 1904 creía ser el club más importante sobre el que debían de orbitar las cosas. Del otro lado estaban los dos focos más potentes futbolísticamente hablando: el guipuzcoano con Real Sociedad de Foot-ball, de San Sebastián, Irún Sporting Club y Racing Club, de Irún, quienes ellos solos se consideraban como los mejores clubs del país, y por otra parte el barcelonés, con el mayor número de sociedades balompédicas federadas.
Ambos grupos, barcelonés y guipuzcoano, pretendían arrastrar la sede de la federación a su territorio, en especial el segundo quien a raíz de la conquista del título de 1909 se encontraba muy crecido, mientras que el barcelonés con tal de que no estuviese en Madrid no veía con malos ojos la posibilidad de San Sebastián. La Asamblea de mayo fue la excusa perfecta para confirmar sus pretensiones y ante la negativa del resto de sociedades a abandonar Madrid fue cuando decidieron abandonar la F.E. de C.F. conjuntamente. El cisma se había producido y faltaba ver hasta donde podía llegar.
El nacimiento de la Unión Española de Clubs de Foot-ball
Durante el verano de 1912 ni guipuzcoanos ni barceloneses hicieron el más mínimo gesto de aproximación, comentándose en prensa que el Athletic Club, de Bilbao, expulsado de la F.E. de C.F., buscaba un encuentro con las sociedades guipuzcoanas y navarras para formar una Federación Vasco-Navarra bajo propósito de crear una Liga. Los recelos de unos y otros al final no surtieron el efecto deseado y la idea de crear una nueva federación nacional al margen de la F.E. de C.F. empezó a tomar fuerza, más si cabe cuando el 10 de octubre Santiago Fernández, vicepresidente del Racing Club, de Irún, mantiene una conversación con el Rey D. Alfonso XIII sobre la delicada situación del fútbol español y éste, cariacontecido por lo que escucha, espeta ante la incredulidad del mandatario irundarra que lo mejor es “deshacer todo lo hecho… y borrón y cuenta nueva”. Las palabras del monarca no caen en saco roto y las conversaciones entre los clubs guipuzcoanos son casi diarias dando como fruto el nacimiento de la Unión Española de Clubs de Foot-ball el día 29 de noviembre. Los clubs catalanes liderados por el F.C. Barcelona entablan negociaciones con los norteños y al poco tiempo ingresa una pequeña parte en dicha federación, no todos pues la mayoría desconfían, sumándose sociedades de otras regiones como algún gallego, asturiano y valenciano.
La U.E. de C.F. que preside el donostiarra Enrique Pardiñas pisa fuerte y gracias a la amistad con S.M. la Reina D.ª Victoria Eugenia, consigue que la Casa Real bajo la firma de S.M. el Rey D. Alfonso XIII le conceda una copa que llevará el nombre de la reina para que sea disputada en el Campeonato de España de 1913 que organiza esta Federación. Esta no es la única concesión que hace la Casa Real y el 17 de febrero el rey le concede el título de Real pasando a ser el presidente de honor unionista de la flamante Real Unión Española de Clubs de Foot-ball. La noticia cae como una bomba en la otra parte, quienes reciben el mazazo como pueden tras sentirse profundamente decepcionados por la actitud del monarca y máxime siendo este también presidente de honor federalista desde 1909. Heridos en su orgullo inician un intenso duelo con los unionistas a través de la prensa y tras dejar pasar un tiempo prudencial, el 29 de marzo el secretario de la F.E. de C.F., Eduardo Salgado, se entrevista con el intendente general de Palacio, el marqués de Borja, quien es informado de la enemistad existente entre ambas Federaciones Nacionales y de los motivos que impulsaron al nacimiento de los unionistas. El marqués al parecer se muestra sorprendido por lo que escucha y en su defensa alega que desconocía que la U.E. de C.F. fuese una federación nacional y que de haberlo sabido hubiese negado la concesión de una copa al no creer oportuna la existencia de dos federaciones.
El rey es informado por el marqués de Borja y un día después, el 30 de marzo, recibe al teniente coronel Arcadio Padín, tesorero de la F.E. de C.F., a quien comunica que desea que la R.U.E. de C.F. vuelva al redil de la F.E. de C.F. por considerar a esta de especial simpatía en contra de los unionistas, de quienes manifiesta haber sido utilizado. En vistas a lo sucedido y para que no exista desagravio con los unionistas, ese mismo día concede el título de Real a los federalistas pasando estos a ser también Real Federación Española de Clubs de Foot-ball. Padín extiende a sus homólogos federalistas al pie de la letra las impresiones del rey al igual que hace con la prensa, causando el enojo de D. Alfonso XIII quien se ve atrapado entre dos frentes irreconciliables y en el que él mismo es parte afectada por su desacertado manejo del tema. Los meses de marzo, abril y mayo de 1913 son intensísimos siendo el intercambio de recados entre presidentes y secretarios de ambas federaciones electrizante mientras la prensa de Madrid defiende a ultranza a los federalistas y la guipuzcoana hace lo propio con los unionistas. En Barcelona el asunto se encuentra dividido puesto que si bien apoyan al F.C. Barcelona, muchos periodistas entienden que la buena vecindad ha de perseverar al existir sociedades catalanas adeptas a ambos bandos.
La F.I.F.A. y su toque final
En el mes de mayo y una vez desaparecida la débil U.I.A.F.A. en 1912, la R.U.E. de C.F. promueve adherirse a la F.I.F.A. para que sus clubs puedan jugar con clubs extranjeros tal y como lo vienen haciendo los federalistas, pero cual es la sorpresa que la federación internacional no sólo desestima la intención de éstos, sino que mediante comunicado a la R.F.E. de C.F. enviado el día 13 amenaza con dejar a ambas entidades nacionales sin reconocimiento oficial si no se fusionan en una sola.
Este órdago lanzado a ambas federaciones es la puntilla final de la aventura unionista puesto que con escasos afiliados, si además se le corta la única fuente de ingresos notable cual es el atractivo de los encuentros frente a clubs extranjeros, ya todo carece de sentido. Para los federalistas también es un toque de atención ya que permanecen desamparados desde 1912 a nivel internacional tras haber militado apenas tres años en la fracasada U.I.A.F.A., siéndole urgente y necesario el ingresar de nuevo en un organismo de estas características. El presidente de la R.F.E. de C.F. solicita la mediación de la F.I.F.A. en el conflicto y la creación de un comité interfederal para representar al fútbol español ante el organismo internacional, pero el Sr. Hirschmann, secretario de la F.I.F.A., deniega una unión interfederal por considerarla inadecuada e incide que la única solución posible es la extinción de ambas y la creación de una nueva, además de que ésta ha de estar apoyada en las federaciones regionales. La Casa Real no oculta su satisfacción con esta decisión dado que es una ayuda inestimable para poder dar solución a tan magno y monárquico problema, y consciente de la gravedad de los hechos solicita la intervención de Juan Padrós para intermediar entre ambos grupos para que los planes del organismo internacional sean ejecutados lo antes posible. Fruto de las conversaciones entre unos y otros, el 13 de junio se citan delegados de los dos frentes en Madrid para acercar posturas y deponer la actitud hostil que vienen arrastrando desde un año antes, cambiándose por entero la ejecutiva federalista como muestra tangible de sus buenas intenciones. En la prensa se emprende una sistemática avalancha de artículos en pos de la fusión, reclamando la desaparición de los unionistas y su integración en la federación decana, aunque hay voces que incluso defienden la desaparición de las dos como propugna la Fédération Internationale de Foot-ball Association. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles y para llegar a un acuerdo no bastará con las buenas intenciones.
El 30 de julio tiene lugar en San Sebastián una asamblea entre delegados de ambas fuerzas que no significa la fusión de las dos integrándose los unionistas dentro del organigrama federalista como requería parte de la prensa y S.M. el Rey D. Alfonso XIII poco tiempo antes, sino una fusión empezando desde cero en la que ambos renuncian a sus fueros y emprenden un viaje juntos por un camino con nuevas reglas. Las negociaciones duran varios intensos días donde el representante catalán, principal baluarte de los rebeldes, incide en la necesidad imperiosa del cambio de estatutos y la creación de una nueva federación nacional además de nuevas federaciones territoriales para llegar a la convergencia, obteniéndose un principio de acuerdo que deriva entre otros a la división del territorio en diez regiones para albergar a futuras Federaciones Territoriales, la orden de disolución de cuantas entidades directoras de fútbol nacional, regional y provincial existan, el derecho de organización de Campeonatos Regionales por las Federaciones Territoriales y la constitución de nuevas primeras entidades futbolísticas regionales. Es decir, se busca que la futura Federación Nacional pase a ser una organización basada en Federaciones Territoriales que sean autónomas mientras que hasta la fecha era autónoma en sí misma.
El obligado reencuentro de 1913
A mediados de agosto la R.F.E. de C.F. y la R.U.E. de C.F. envían una circular a sus respectivos afiliados indicando que han de reunirse para decidir quiénes van a ser los delegados compromisarios por cada una de las cuatro federaciones creadas recientemente (Este, Oeste, Norte y Centro-Sur) que acudan a Madrid el 1 de septiembre con el fin de debatir el futuro del fútbol español. Estas reuniones se efectúan en la última semana de agosto y en la sede del club decano de cada una de ellas: Vigo, en donde acuden los clubs gallegos; Bilbao, donde lo harán los vizcaínos y guipuzcoanos; Barcelona, en donde lo hacen catalanes y valencianos; y Madrid, con castellanos y andaluces. De cada una de estas reuniones salen elegidos dos delegados que recogen el sentir y propuestas de cada federación.
A partir del 1 de septiembre de 1913 empiezan a celebrarse en Madrid una serie de reuniones donde bajo acta se hace constatar que la finalidad de las mismas es constituir una nueva Federación Nacional distinta de las todavía existentes, dándose cita en las mismas los ocho delegados elegidos previamente, saliendo de estas reuniones el firme compromiso de todos los presentes en dar solución a una serie de problemas que habían llevado el cisma a la Federación Española de Clubs de Foot-ball. Tal y como se había hablado en julio se ratifican las propuestas de reformar el carácter de la nueva Federación Nacional, dándose por extinguido el formulismo de ser una Federación de Clubs y pasar en adelante a ser una Federación de Federaciones Territoriales. Este paso implica, siguiendo lo acordado, haber disuelto previamente en el mes de agosto todas las Federaciones Territoriales existentes en la fecha: gallega, valenciana, catalana y madrileña (los clubs vascos no pertenecían a federación alguna), habiéndose erigido las nuevas Este, Oeste, Norte y Centro-Sur.
Conforme van avanzando las reuniones se va formalizando el consenso de los delegados compromisarios paso a paso hasta que se alcanza un punto de no retorno cuando la R.F.E. de C.F. es disuelta el 18 de septiembre. La R.U.E. de C.F., más recelosa y desconfiada, lo hará el 5 de febrero de 1914. Durante la tercera semana todo está prácticamente hecho contándose con el apoyo de la Casa Real quien se presta a tutelar la nueva Federación otorgándole el título de Real, quedando presentados los requisitos formales exigidos por la Ley de 30 de junio de 1887, de Asociaciones el día 23 en el Registro del Gobierno Civil para su aprobación por el Gobernador. Sólo queda un paso final, constituir oficialmente la nueva Real Federación Española de Foot-ball, acuerdo de voluntades que se plasma el día 29 de ese mismo mes adquiriendo personalidad jurídica propia.
La Real Federación Española de Foot-ball, como se desprende de lo aquí expuesto, no se constituye oficialmente hasta que la R.F.E. de C.F. se ha extinguido, conviviendo con la R.U.E. de C.F. varios meses hasta febrero de 1914, aunque esta última, claro queda, está inactiva. Atrás quedan los viejos e inoperantes Estatutos de 1909 de la R.F.E. de C.F. y atrás quedan los Estatutos de la inconformista R.U.E. de C.F. de 1912, dándose cumplida notificación de dicho acuerdo de voluntades a la F.I.F.A. quien da su conformidad y oficialidad la primera semana de octubre.
Tres Federaciones Españolas de Fútbol
No será la última vez que existen dos federaciones nacionales en España al unísono y desgraciadamente en este caso el causante será un motivo no futbolístico harto reprobable como lo es la Guerra Civil. El 15 de mayo de 1937 en San Sebastián se gesta por federativos adscritos al bando nacional una Federación Española de Foot-ball complementaria a la gubernamental que va a crecer a un ritmo inversamente proporcional a como lo hace la Federación fiel a la IIª República, situada ésta en el limbo y con una sola voz representativa en torno a la figura del omnipresente secretario Ricardo Cabot quien ha trasladado la sede a Barcelona. Con el desarrollo del conflicto, el gran grueso directivo de la gubernamental permanece en paradero desconocido desde mediados de 1937 y la nacional, aprovechando la gran cantidad de simpatizantes que le confiesan fidelidad, solicita de la F.I.F.A. ser reconocida como la única existente en España, organismo quien finalmente para no meterse en líos e iniciar una nueva polémica como la vivida en 1913, lanza un edicto neutral que prohíbe a cualquier miembro enfrentarse con clubs españoles o selecciones nacionales de ambos bandos hasta no ser resuelta la guerra. Esta decisión tras comprobarse desde más allá de la frontera la tesitura bélica que adquieren los acontecimientos no perdura mucho y pronto la federación nacional, al ser la única en práctica, es reconocida oficiosamente por la F.I.F.A. sustituyendo a una gubernamental que ha sido desmembrada, condición que Ricardo Cabot reconoce en noviembre de ese año mediante carta enviada al presidente de la nacional, el coronel Julián Troncoso y que permite que la selección nacional juegue frente a la de Portugal.
Quizás algunos piensen que las federaciones nacional y gubernamental de entre 1937-39 sean distintas y cumplan los requisitos suficientes como para ser consideradas independientes y sin nada que ver la única con la otra, pero nada más lejos de la realidad, ambas son dos corrientes complementarias de un mismo y único río, la F.E.F. creada en 1913. La Federación Nacional viene a ocupar el hueco dejado por la gubernamental en tierras bajo dominio del bando nacional por serle a esta imposible ocuparse de ello y quedar circunscrita a las tierras donde subsiste el apoyo al Gobierno. De hecho así lo reconocieron en su momento tanto la federación gubernamental en su último aliento bajo la voz de Ricardo Cabot como la F.I.F.A., organismo este quien en ningún momento oficializa a la nacional como nueva federación y que tras la finalización de la guerra reconoce a los dirigentes nacionales como rectores de la Federación Española de Fútbol asociada desde 1913, R.F.E.F. entre los años 1913 y 1931. Considerar la rama del bando nacional de 1937 como una nueva federación independiente y separada de la del bando gubernamental sería darle el rango de federación de ámbito nacional, una atribución para la cual no fue creada y algo inconcebible pues supondría que la actual R.F.E.F. no fue fundada en 1913, sino en 1937.
Tres federaciones nacionales han existido de hecho en España a lo largo de su historia, una de ellas afiliada a la desafortunada y pasajera U.I.A.F.A. como lo fue la Real Federación Española de Clubs de Foot-ball de 1909-13, otra reconocida y asociada a la F.I.F.A. como lo es la Real Federación Española de Foot-ball de 1913, mientras nunca lo fue al ser considerada apócrifa la breve Unión Española de Clubs de Foot-ball de 1909 mientras su rebrote legalizado en 1912 en forma de Real Unión Española de Clubs de Foot-ball, tan sólo reclamó ser adherida en el organismo internacional, aunque durante su escasa duración alcanzó una importancia incluso superior a la de la propia R.F.E. de C.F.
© Vicent Masià. Junio 2011.