por Vicent Masià
La vida nos ha enseñado a ver que todas las cosas son relativas y que su resultado depende en gran medida del cristal con que se miran. Casi todos los aficionados, al fútbol en este caso, solemos aplicar la misma vara de medir cuando se nos pregunta cuál es el mejor club para nosotros, quién juega mejor, dónde surgió el fútbol en España o cuál es el club de fútbol más antiguo del país. Esta vara de medir viene determinada e influenciada en gran parte por las enseñanzas y conocimientos que hemos adquirido desde pequeños en nuestros hogares, en el colegio o en la calle y a lo largo de la vida nos va a acompañar inseparablemente como la piel cubre a la carne.
Sin embargo, contrariamente a lo presupuesto, las respuestas que a título individual damos a estas preguntas no son las mismas en todos nosotros y en función a lo que sepamos o hayamos aprendido, en suma a nuestros gustos particulares, daremos oportuna contestación, siéndonos fácil en el caso de que conozcamos la respuesta para dónde surge el fútbol o cuál es el club más antiguo y un poco menos en el caso de que debamos pensar quién está jugando mejor en la actualidad o cuál es el mejor club de la historia, preguntas que en base a nuestros criterios daremos uno u otro nombre.
El origen británico del fútbol
En todos los libros que hablan sobre el origen del fútbol encontramos siempre la misma fecha: 1863, año en el que nace oficialmente el Foot-ball Association en la Freemason’s Tavern londinense con sus primeras normas y reglamentos, encontrándonos poco después que la aparición de este deporte en España es incierta, pero que casi con toda seguridad los primeros brotes surgieron en la provincia de Huelva y en concreto en la localidad de Minas de Riotinto, puesto que existe una nota periodística fechada en 1873 que comenta la disputa en esta población onubense de un match, sin concretarse a qué actividad deportiva se refiere aunque se da por supuesto -sin prueba alguna y por ello no pasa de ser simplemente especulativo- que debería de ser de fútbol.
Precisamente en este año, 1873, el Gobierno español había arrendado la explotación de las minas locales a una compañía británica de origen escocés, la Río Tinto Company Limited, siendo la presencia de súbditos de este país bastante numerosa y en absoluto desdeñable que practicasen deporte en sus ratos de ocio. Esta noticia encontrada en prensa posteriormente fue superada en antigüedad por otra aparecida en Jerez de La Frontera, dado que el 1 de noviembre de 1870 se cita literalmente en El Progreso que “por la tarde gozarán los aficionados a porrazos de un rato de football”. Es decir, tres años antes ya hay constancia de la práctica de este deporte no en Huelva, sino en la gaditana ciudad de Jerez de La Frontera, siendo en la actualidad la fecha más antigua registrada con este vocablo.
Sin embargo y conociendo el desarrollo de los acontecimientos en las islas, inmediatamente nos asalta la duda, ¿cómo era ese fútbol del último tercio del s. XIX? Sabemos hoy que, siempre desde el Reino Unido -el país de origen-, en 1866 fue instaurado el fuera de juego y limitada la altura de las porterías a 5,50 metros, que en 1871 surge la figura del portero, que en 1872 se fijan las dimensiones del balón, también que en 1873 las del terreno de juego con 180 x 90 metros así como las normas del saque de esquina y, si continuamos, que en 1874 se redujo la altura de las porterías a 2,44 metros. Tras nuestro periplo investigativo y tratando de dar respuesta a esta pregunta, sabemos también que en 1874 se implantan las espinilleras, que en 1878 surge el silbato arbitral, en 1890 las redes en las porterías y en 1891 el penalti, dándonos una idea muy aproximada de cómo evoluciona el fútbol y cómo pudo ser practicado en aquellos tiempos. Como podemos corroborar tras analizar nuestros apuntes, en una treintena de años el fútbol anduvo en una evolución constante y los cambios se producían muy a menudo como corresponde a un deporte que crecía a pasos agigantados.
Los primeros encuentros en suelo español entre equipos distintos
Y en España, ¿cómo y quién lo practica en esas mismas fechas? En nuestro país las costumbres son, grosso modo, bien distintas a la británicas y el concepto o tradición asociativa para prácticas deportivas no está tan enraizado como en las islas, siendo nosotros más individualistas y menos asociativos, dedicándonos a deportes con pelota pero de tamaño mucho más reducido fundamentalmente localizados en la calle y no en espacios de grandes dimensiones, además de que se desarrollan con bastantes menos jugadores, mientras que el fútbol es total y absolutamente un gran desconocido.
Es por ello que los primeros grupos en dar patadas a un balón son todos lógicamente de origen británico -muchos de ellos con gran cantidad de escoceses en sus filas-, primero por ser un deporte originario de aquellas tierras y segundo por ser los únicos capacitados para hacerlo aquí con conocimiento de causa. En su primera acometida en España se les acabarán uniendo uno o varios jugadores nacionales impulsados por lo atractivo que les resulta este deporte tan desconocido, pero sin duda favorecidos en gran parte gracias a la suficiente proximidad respecto a los británicos para poder hacerlo -siempre por razones laborales-, dado su carácter exclusivista y separatista al permanecer agrupados en sociedades muy cerradas e inaccesibles.
Que los británicos fueron los introductores del fútbol está claro, pero ¿cómo actuaban, en qué número y dónde se desenvolvían aquellos pioneros llegados a España para hacer fortuna? Lamentablemente pocas son las crónicas directas que nos han llegado, básicamente porque sus protagonistas eran extranjeros, vivían en un entorno cerrado, no importaban a la inmensa mayoría de la sociedad española y las prácticas deportivas que desempeñaban no tenían seguimiento entre los nativos ibéricos por cuestiones socioculturales. Sin embargo no todo está perdido y aunque sea a cuentagotas, algo se ha rescatado.
La entrevista al pionero escocés Daniel Young
Para entender mejor cómo se despliegan los primeros grupos y cómo evolucionan hemos de acudir sin duda a una breve, pero muy interesante entrevista, publicada en Diario de Huelva el 25 de mayo de 1933 en la cual José González Pérez, autor del libro editado en 1930 con el nombre de “Historia del fútbol en Huelva y su provincia”, realiza una serie de preguntas a Daniel Young, escocés nacido en la localidad de Ardrossan en 1862 y uno de los primeros jugadores de fútbol establecidos en Minas de Riotinto, compañía a la que se incorpora el 10 de abril de 1880.
“En Río-Tinto nos esperan amigos. Siempre los tuvimos allí, y ahora uno de ellos que sabe de nuestras chifladuras por estas cosas de investigación deportiva nos ha avisado que puede presentarnos al único superviviente del once que jugó por primera vez al fútbol en España. ¿Fantasía? ¿Realidad? Es cuestión de averiguarlo.
Y la camioneta de servicio público, subiendo perezosa las largas cuestas, nos va acercando, poco a poco, a Río-Tinto, donde nos aguardan”.
- ¿Cómo se llamaban los equipos?
- No tuvieron denominación alguna hasta el año en que se fundó y legalizó el de Huelva bajo el título de Huelva Recreation Club, -el Recreativo de hoy-.
- Mientras tanto…
- Mientras tanto los partidos eran contadísimos, uno o dos al año, y jugábamos por verdadero deporte, costeándonos todos nuestros gastos, respetando al contrario como si fuera un compañero. Así aunque el fútbol era más rudo que el de hoy, era a la vez más caballeroso. Tampoco nos importaba que el compañero de hoy fuera el contrario de mañana. Tanto es así que unas veces formábamos los de Río-Tinto y Sevilla contra Huelva, otras los de Sevilla y Huelva contra Río-Tinto, y otras los de Río- Tinto y Huelva contra Sevilla.”
- ¿Sevilla ha dicho usted? No sabíamos que en aquel tiempo…
- Sevilla, sí. Sevilla, Río-Tinto y Huelva fueron los tres grupos que jugaron al fútbol antes que nadie en España. Los de Huelva y Río-Tinto aparecieron simultáneamente el año 1881; el de Sevilla nació unos meses después. Estas tres localidades, son sin ningún género de dudas, el germen del deporte español. Yo recuerdo haber jugado en Sevilla contra equipos españoles, alemanes e ingleses. Pocos encuentros, desde luego, porque lo dificultaba la escasez de comunicaciones de la cuenca minera. Ya usted ve si será así, que algunas veces en que tres o cuatro que los de aquí formábamos con los de Huelva en Sevilla, teníamos que salir de la Mina ¡a caballo! a las once o doce de la noche anterior al partido, y así seguíamos toda la madrugada hasta Zalamea, donde tomábamos un tren que nos llevaba hasta San Juan del Puerto para unirnos a los demás compañeros de la capital y continuar el viaje a Sevilla. ¡Figúrese usted cómo llegaríamos! ¡Destrozados!
Reflexiones sobre la entrevista de Daniel Young
Este relato tan sencillo pero a la vez tan jugoso, si nos atenemos a su veracidad, nos cuenta mucho más de lo que tradicionalmente se nos ha contado y hay que prestarle toda la importancia que se merece aunque con matices, como luego más adelante comprobaremos. De un lado Young indica que el fútbol es practicado por un grupo de individuos -que no club de fútbol propiamente dicho- de forma organizada en 1881, pero no sólo en Minas de Riotinto, sino en Huelva de la que dice que aparece simultáneamente y en Sevilla, aunque allí surge con unos meses de retraso pero presuntamente dentro del mismo 1881. Es decir, estos tres núcleos son los primeros -según Young- en tener un grupo organizado que con cierta frecuencia juega al fútbol.
Esta afirmación del pionero escocés, si nos atenemos a lo que cuentan las reseñas periodísticas de la época y los documentos encontrados posteriormente, adquieren un valor y una trascendencia notable por cuanto sabemos al constar y hacerse referencia en los estatutos descubiertos en 1966 del Club Inglés de Bella Vista -natural de Minas de Riotinto y versión más moderna del Rio-Tinto English Club-, que en torno a 1878 -año en el que se constituye esta sociedad-, se empezaría a contar con una sección de fútbol. Siguiendo la misma línea también hoy en día sabemos que en la ciudad de Sevilla y con ocasión de las fiestas navideñas, en los años anteriores a 1890 y con carácter anual, era frecuente la disputa de encuentros de fútbol entre distintos equipos donde figuraban británicos residentes en Sevilla, Huelva y la mencionada Minas de Riotinto. Es decir, las palabras de Young no caen en saco roto y no hacen sino aseverar algo de lo que ya se tenían indicios.
Sorprende también y por lo tanto no hay que olvidar dándole la importancia que se merece, la alusión que Young hace respecto a la presencia de otros equipos españoles, alemanes e ingleses en suelo sevillano. Es decir, si tenemos en cuenta que Young controla en todo momento y es partícipe en las décadas de los años ochenta y noventa de la realidad futbolística de Andalucía conociendo a la perfección la existencia de equipos muy bien avenidos en Huelva, Sevilla y Minas de Riotinto que juegan con una determinada regularidad, cuando menciona que ha jugado frente a ‘otros equipos’, lo que en realidad nos está diciendo es que estos no eran los tres habituales que él conocía, sino otros distintos que también jugaban al fútbol.
Quizás, si no fuese por el hecho de que lo cita Young, siempre hubiésemos permanecido en la creencia de que los equipos pioneros siempre estaban formados por británicos al ser estos sus creadores y quienes lo practicaban con más asiduidad, sin embargo esta creencia no es así en su totalidad y entre ellos -con gran sorpresa- los hay españoles y también alemanes. Desconocemos quiénes eran esos españoles y quiénes eran los alemanes, al igual que los ‘otros’ ingleses al margen de los tres grupos británicos conocidos, pero lo cierto e indiscutible es que atendiéndonos al testimonio de Young hubo equipos formados íntegramente por españoles o por alemanes, aunque consideremos la posibilidad de que se reduzca a un solo equipo por cada nacionalidad. Esta información nos lleva a pensar en primer lugar con la posibilidad de que en Sevilla pudiera existir un cultivo futbolístico acentuado, mayor incluso que en Minas de Riotinto y Huelva al tener más habitantes y reunir una mayor cantidad de oriundos de otras nacionalidades, que en segundo lugar hubiera un cierto interés en realizar encuentros entre diferentes equipos de distintas ciudades del oeste andaluz, aunque lamentablemente ignoremos sus nombres, planteándonos finalmente en tercer y último lugar la obligatoria pregunta de si aquellos equipos formados por españoles, alemanes e ingleses eran de la propia ciudad hispalense o acudían desde otras localidades del entorno andaluz como pudieran ser las ciudades de Jerez de la Frontera o Málaga, ambas con importante población británica.
Siguiendo con el riquísimo relato de Young, por otro lado nos dice que hasta el 23 de diciembre de 1889, fecha en la que se constituye la junta directiva del Huelva Recreation Club, se jugaban uno o dos encuentros al año en cualquiera de estas tres localidades, o sea que el primer encuentro disputado entre dos equipos -que no clubs, cosa diferente- de ciudades distintas no se efectuó el 8 de marzo de 1890 entre el Huelva Recreation Club y el Sevilla Foot-ball Club como tradicionalmente se nos ha contado, sino que como mínimo y en base a las palabras de Young, debió de disputarse nueve años antes de lo conocido, aunque desconocemos dónde y quiénes fueron sus protagonistas al no existir reseñas periodísticas. El encuentro del 8 de marzo de 1890 no por ello carece de importancia o pasa a un segundo plano, pues queda para la Historia como el primero disputado no entre dos equipos, sino entre dos clubs constituidos de origen distinto, algo hasta la fecha desconocido en España.
Los matices a las palabras de Daniel Young
Una vez expuestas las reflexiones oportunas acerca de las palabras de Young -que constituyen un documento de enorme valor histórico y trascendencia-, es obligado hacer unas matizaciones, no a Young como persona o por los hechos que describe, sino sobre el fútbol inicial de aquellos años ochenta del s. XIX.
El fútbol actual tal y como lo conocemos no ha sido así desde siempre y a lo largo de muchas décadas ha sufrido una serie de reformas que han dado lugar al que tenemos hoy en todo el mundo. Las ideas y los conceptos entre las personas y todo aquello en lo que participan están sujetos al implacable poder de la evolución y eso es lo que pasó en sus inicios en el Reino Unido y en aquel fútbol que practicaron aquellos pioneros, muchos de ellos escoceses e ingleses, que llegaron a España para ganarse la vida.
El fútbol primitivo nacido en la Freemason’s Tabern durante 1863 se vio obligado a crecer y a sumar nuevas reglas que se adaptaran a lo que se practicaba en los distintos territorios británicos, adquiriendo un contenido más moderno cuando es nuevamente consensuado el 6 de diciembre de 1882 desde la ciudad de Manchester al acordar las cuatro federaciones regionales británicas seguir unas reglas de forma común, reglas que serán corroboradas y ampliadas el 2 de junio de 1886 cuando esas mismas cuatro federaciones den vida a la International Football Association Board, órgano que a partir de entonces dictaminará las reglas de juego a nivel mundial -de forma conjunta con la F.I.F.A. desde 1958-.
Los reglamentos de 1882, posteriormente corroborados y ampliados en 1886, fueron redactados durante los años en los cuales el fútbol se iniciaba en España, precisando en los colegios británicos de algunos años más para su total conocimiento y divulgación puesto que la expansión natural no era como en el mundo de hoy, muy globalizado, y las cosas iban poco a poco, muy despacio. Aquel fútbol practicado en el sudoeste andaluz de los años ochenta debió de disputarse de forma muy sui generis, con reglas, pero las hasta entonces conocidas o las convenidas aquí, distando sin duda un tanto de las llevadas a cabo en las islas británicas.
El fútbol moderno, según en las leyes de la I.F.A.B., empezaría a tomar forma en realidad en estas ciudades meridionales a partir de 1890 cuando en el hipódromo de Tablada se disputa el primer encuentro entre dos sociedades constituidas, Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club, acordándose jugarlo bajo estas normas y dejando constancia que el fútbol hasta entonces practicado se regía por otras leyes.
Los detractores de Daniel Young
Daniel Young en el momento de realizar la entrevista contaba con la edad de 71 años, una edad considerable momento en el cual gracias a sus palabras hoy en día tenemos una información importantísima sobre cómo fueron los primeros encuentros entre equipos de distintas localidades durante los primeros pasos del fútbol en España. Sin embargo esta información, dependiendo de quien la reciba, cuenta con el beneplácito o con la condena. Los detractores de Young -un minúsculo grupo-, hacen uso de su edad como un condicionante negativo que resta autenticidad a lo que cuenta, escondiendo como es de esperar tras esta apreciación una serie de intereses. Poner en duda lo que Young manifiesta en la entrevista por el hecho de contar con 71 años y achacar a una presunta falta de memoria algunas cosas que no gustan sin aportar una sola prueba, es decir mucho, demasiado.
¿Quién puede afirmar con total rotundidad que a Young le fallara la memoria? ¿Quién puede decir después de tantos años y sin haber vivido aquellos momentos que Young se equivoca? ¿Por qué no iba Young a decir la verdad? ¿Por qué desmerecen sus palabras?
Young, quien en el momento de incorporarse a la Rio-Tinto Company Ltd. contaba con apenas 18 años de edad, pasó de ser chico de almacén en sus inicios a trabajar posteriormente en diversos departamentos de la empresa hasta ser nombrado en 1922 Inspector de Almacenes. En 1928 y contando 66 años se retiró, falleciendo en junio de 1938 a causa de un tumor maligno. Cuando en 1933 realiza la entrevista no se le conoce enfermedad alguna, se expresa perfectamente y no duda en responder a las preguntas que le hace González Pérez con clara lucidez y empleo de detalles. Después de trabajar cuarenta y ocho años en la empresa, conocer sus entresijos y vicisitudes, además de tener una larga experiencia en aquellas tierras y haber vivido en primera persona aquellas primeras experiencias del fútbol en España, ¿alguien cree que se pudiera equivocar sabiendo lo importante de aquellos encuentros y lo que significarían para el desarrollo de este deporte en un país donde era desconocido y se convirtió en un asunto de masas? Y si se equivocaba, ¿por cuántos años lo hacía? ¿Por uno, por dos, por tres o por diez?
Young que había sido toda su vida consciente de la gesta que protagonizó junto a otros compatriotas y por lo tanto, orgulloso de ser pionero en el fútbol, ¿cómo no iba a recordar en qué año empezó a jugar, dónde y cómo lo hizo y contra quién lo hizo si era una de las cosas más importantes que había hecho y de esas que gusta recordar? ¿Cómo iba a errar en 1881, en 1889 y en lo que sucedió después? Todo lo que Young cuenta en su entrevista ha sido estudiado al milímetro y contrastados detalles como las rutas de ferrocarril, horarios, distancias kilométricas, fecha de su llegada a Minas de Riotinto, organización del club británico minero, etc., y no hay resquicio para la duda pues todo cuadra como un encaje de bolillos. No obstante y curándonos en salud, siempre hay que dejar una puerta abierta por si las moscas y si Young no acierta con la fecha de 1881 por la razón que sea -algo no demostrable- o existe un error tipográfico, no será por muchos años de diferencia porque es en esas fechas cuando se gesta el fútbol en España.
El testimonio de Daniel Young a algunos no gusta porque equipara a Minas de Riotinto, Huelva y Sevilla como los tres puntos cardinales donde nace al unísono el fútbol en España, año 1881, con todo lo que ello significa. Pone en estas tres localidades a los primeros grupos medianamente organizados que juegan entre sí, pero además sitúa a Sevilla como la ciudad donde se reunían todos los grupos debido a la dificultad de trasladarse hasta una recóndita Minas de Riotinto. Sevilla es también el lugar donde Young y sus compañeros se enfrentan a otros equipos formados por españoles o por alemanes, una prueba que demuestra una cierta implantación de este deporte entre otras sociedades que no fueran la británica, lo cual confiere a esta ciudad el carácter de liderazgo entre las tres al menos en sus primeros momentos iniciales.
Young habla de que los futbolistas de Minas de Riotinto habían de unirse a los de Huelva para enfrentarse a los de Sevilla, superiores quizás en número al no desplazarse el suficiente número de hombres desde ambas localidades onubenses a la capital hispalense o bien no ser suficientes los jugadores que había en ambas para enfrentarse a los de Sevilla, aunque también había combinados entre mineros y sevillanos y en otras ocasiones entre sevillanos y onubenses.
Este comentario de Young que en principio parece extraño puesto que lo lógico sería que tanto desde Minas de Riotinto como desde Huelva partieran hacia Sevilla como mínimo once jugadores en cada equipo respectivamente, en realidad tiene una sencilla explicación. Según sabemos gracias a la visita pastoral que el obispo anglicano de Gibraltar, Charles W. Sandford, hizo a Minas de Riotinto y Huelva en 1881, la localidad minera contaba con 80 ciudadanos británicos y la capital provincial con 16.
Con esas cantidades de residentes fijos es dificilísimo por no decir imposible, que de ochenta británicos en Minas de Riotinto salieran once voluntarios para ir a Sevilla con las dificultades que implicaba el trayecto, pero muchísimo más complicado es que saliesen la misma cantidad de los tan solo dieciséis de Huelva. Reunir a dos onces completos con vistas a jugar en la capital hispalense hubo de ser un reto imposible porque habría que contar a priori con varios requisitos como una cantidad importante de personas jóvenes, con nociones de fútbol, dispuestas a jugar y sobre todo dispuestas a viajar a otra localidad distante en muchos kilómetros pagándose cada uno de ellos los costes desde su propio bolsillo, de ahí que Young haga alusión a la necesidad de hacer combinados para poder jugar. Con posterioridad a 1882 llegaron más británicos a las localidades onubenses al incrementarse la producción minera y es cuando en Huelva aumenta el número de personas relacionadas con el staff de la empresa y se consigue tener suficientes mimbres para originar un club recreativo a finales de década. Hasta el momento era inviable.
Afirma también el escocés que el Huelva Recreation Club fue el primer club en constituirse de los tres, pero quizás pensando desde la óptica exclusivamente futbolística y con la influencia en su argumento de que posteriormente a esos años fue considerado por algunos como club decano de fútbol, dejando de lado e ignorando que el Rio-Tinto English Club tenía ya once años de vida cuando se crea el de la capital onubense. El que el grupo de Minas de Riotinto fuese una sección del Rio-Tinto English Club creada en 1881 y careciese de nombre no significa que no fuese ya un club, algo en lo que Young no repara, porque los miembros de esta sección a su vez eran socios del Rio-Tinto English Club, una sociedad constituida. Como vemos, muchas son las razones de peso que los detractores reúnen para rehusar a Young.
La aparición de los primeros British Club o English Club
Bien, esto de entrada, pero sigamos tirando del hilo. La aparición de varios grupos que se dedican a jugar al fútbol implica un respaldo, un acomodo y una organización detrás, una tradición que impulse a varios individuos de un mismo colectivo a desarrollar una actividad conjuntamente. ¿Dónde se encuentra esa organización? Buscando en hemerotecas y periódicos, es harto conocido que en la localidad de Minas de Riotinto aparece en 1878 la primera de todas cuando con el apoyo de Rio Tinto Company Limited, la principal empresa de la zona, se crea el Rio-Tinto English Club, una sociedad que necesariamente ha de tener junta directiva para gobernar las actividades que en forma de deporte, recreo y cultura ejecutan sus miembros. Esta directiva desgraciadamente no consta en periódico alguno tal y como sí hizo reflejar la prensa respecto a la directiva onubense constituida en 1889 bajo el nombre de Huelva Recreation Club, pero lo que sí es cierto es que la existencia de una junta implica un reconocimiento constitutivo, algo que aparece reflejado en los estatutos del club hallados muchos años después en 1966. En pocas palabras, el club constituido en Minas de Riotinto tiene once años más de longevidad que el club constituido en Huelva.
¿Y qué sucede con el grupo de Sevilla que jugaba a fútbol desde 1881 según Daniel Young? Sevilla, capital regional y que en aquellos tiempos contaba con una población que rebasaba el centenar largo de miles de habitantes, contenía ya una importante base de ciudadanos extranjeros que gravitaban laboralmente en torno al puerto y a diversas industrias particulares relacionadas con la alimentación y la metalurgia. Seguramente existía una relación muy estrecha entre todos ellos como es lógico suponer y circunscribiéndonos a los precedentes detectados en las localidades onubenses donde se habían creado clubs recreativos con muchos menos ciudadanos británicos de los que había en Sevilla, es más que probable que existiese en la ciudad un British Club que pudiera ser un calco más o menos de éstos, siendo la práctica de varios deportes, realización conjunta de actos culturales y de recreo -pensar en una dedicación exclusiva al fútbol sería ilógica en esas fechas tan tempranas-, las actividades que figurarían en su agenda hasta 1890, aunque constancia exacta no se ha encontrado.
¿Qué ocurre en 1890? Pues que un señor llamado Isaías White -hijo del copropietario de la empresa de forja sevillana Portilla y White, Cía.-, quien dice ser secretario de un desconocido club de fútbol recién creado en Sevilla, traslada una invitación el 25 de febrero a su homólogo del Huelva Recreation Club para disputar un encuentro el sábado 8 de marzo de ese mismo año bajo las reglas de la Foot-ball Association, las normas más actuales en ese momento. Como podemos entender, no se trata de un club polideportivo y cultural como el onubense creado en 1889 o el de Minas de Riotinto de 1878, sino de un club dedicado a la práctica del fútbol con carácter exclusivo a tenor de lo que se publica en prensa. Por primera vez en la historia no se habla de un grupo, de un equipo, de una sección de fútbol o de varias personas que juegan un partido entre amigos, sino de un club de fútbol a secas con todas las de la Ley.
¿Pero, tiene nombre este club? Según recoge la prensa sí, Sevilla Foot-ball Club, creado el 25 de enero de 1890 según se desprende de lo comunicado en prensa y que cuenta además con una junta directiva donde consta como presidente el vicecónsul británico, Sr. Edward Farquharson Johnston, quien también es copropietario junto a varios de sus primos de la naviera McAndrews & Company Ltd. con base en el puerto hispalense, un puesto, el de presidente, reservado para personas con cargos importantes según la costumbre británica.
Como vemos el paralelismo entre los dos British Club onubenses y el Sevilla Foot-ball Club es casi total, puesto que de un lado los tres empiezan a practicar fútbol en localidades donde presuntamente hay grupos organizados desde 1881, los tres fundamentan su existencia gracias a la presencia de grandes empresas de donde salen la inmensa mayoría de sus miembros y los tres nacen como adelantados a su tiempo, puesto que el fútbol a nivel nacional aún tardará una década más en empezar a coger auge en España, curiosamente no desde el triángulo andaluz, sino desde ciudades del norte, Barcelona y Madrid.
La “alegalidad” de los British Club
Tradicionalmente hemos venido leyendo o escuchando que los British Club nacidos en España por el mero hecho de constituirse eligiendo una junta directiva pasaban a ser legales y con este acto adquirían el derecho de ser algo nuestro o asimilable por la legalidad española. Yendo más lejos aún, incluso hay quien defiende la legalidad justificándola con la presencia de varias autoridades españolas invitadas al acto de constitución de una de estas sociedades, concretamente el Huelva Recreation Club, donde acuden los Gobernadores Civil y Militar, el Presidente de la Audiencia, el Presidente de la Diputación y el Alcalde. Aceptar este argumento es, como ahora veremos, ponerse encima de la Ley y pisotearla dejando caer que para ser legal basta con invitar a unas autoridades para un acto de constitución y sin embargo, carece de toda relevancia y es totalmente prescindible cumplir con la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887, (Gazeta de Madrid de 12 de julio) que invitaba a registrarse en primer lugar y sobre todo después con el Real Decreto de 19 de septiembre de 1901 (Gazeta de Madrid de 20 de septiembre) que no invitaba sino obligaba a estar registrado como quedó demostrado con la Real Orden Circular de 9 de abril de 1902 (Gaceta de Madrid de 10 de abril) dirigida a los Gobernadores Civiles de las provincias.
Quienes defienden esta postura, poquísimos afortunadamente, no entienden o no son capaces de ver que la legalidad no la proporciona el acto de invitar a unas autoridades, sino el compromiso que adquiere un club cuando firma y rubrica una Ley escrita aceptando someterse a lo que esta dice.
Pero, ¿por qué se cuestiona la legalidad de los British Club cuando habían sido constituidos legalmente tras elegir una junta directiva y redactar unos estatutos? La respuesta a esta pregunta la encontramos rememorándonos muchos años atrás, concretamente al periodo comprendido entre la puesta en marcha de la Ley de Asociaciones de 1887 y lo sucedido con la salida del Real Decreto de 1901 y la Real Orden Circular de 1902.
La Ley de 1887 se promulgó para regular todo tipo de asociaciones, ya fueran de tipo religioso, político, científico, artístico, benéfico, de recreo o cualesquiera otras sin ánimo de lucro. Será en su artículo 2 donde la norma elabore una lista de las asociaciones a ser excluidas de su ámbito de aplicación:
1º) Las asociaciones religiosas católicas, cuya regulación se contenía en el Concordato de 1851. Las confesiones religiosas no católicas entraban dentro de su ámbito de aplicación, si bien teniendo en cuenta que, además de lo dispuesto en esta Ley, tenían restringidas las manifestaciones públicas por indicación del artículo 11 de la Constitución;
2º) Las sociedades cuyo objeto fuera civil o mercantil, en cuyo caso quedan sometidas a las disposiciones del derecho civil y mercantil;
3º) Institutos o corporaciones que se regulen por leyes especiales.
Queda claro que las sociedades deportivas de origen británico obtenían en el momento de elegir una junta directiva personalidad jurídica y carácter constitutivo como se extrae de lo leído anteriormente, quedando con ello de hecho legalizadas, pero también queda muy patente que, a pesar de su falta de lucro -no se crearon con este fin-, se saltaron voluntariamente la Ley al tratarse de sociedades claramente de recreo -una de las variantes por las cuales la Ley de 1887 fue creada- y no civiles como algunas voces han dejado entrever recientemente, puesto que demostrablemente de recreo -por su dedicación deportiva- eran el Huelva Recreation Club, el Rio-Tinto English Club, el Sevilla Foot-ball Club, Las Palmas Foot-ball Club y la Sociedad de Foot-ball Barcelona. No se puede argumentar a estas alturas con la inmensa cantidad de datos que hoy reunimos y los conocimientos que poseemos, que estas sociedades eran civiles y no de recreo cuando su dedicación era plenamente deportiva y de recreo como indica el nombre por ejemplo del Huelva Recreation Club, y de fútbol las sociedades de Sevilla, Las Palmas y Barcelona.
Tampoco es aceptable que se intente camuflar esta falta de sensibilidad de los clubs británicos con la Ley española, escudándose en que el Gobierno pretendida e indemostrablemente hacía la vista gorda o miraba hacia otro lado protegiendo a estas sociedades para no soliviantar sus ánimos, porque la Ley no era en absoluto excluyente con ciudadanos de otra nacionalidad, sino aplicable a todas las sociedades radicadas en España fuesen sus integrantes españoles, extranjeros o sociedades mixtas excepto las anteriormente descritas. Hasta que se demuestre lo contrario todas las leyes españolas son aplicables en nuestro territorio, sin excepciones.
Esta negativa de los British Club a pasar por el Registro y declarar su existencia de forma pública para conocimiento de quien lo deseara, dejaba a estas entidades en una situación muy parecida a la que ocupan los bebés fallecidos -lamentablemente para desesperación de sus padres- antes de ser bautizados: en el limbo. Ni en el cielo ni en el infierno. Los clubs británicos no eran ilegales porque no contravenían la Ley, pero tampoco eran legales porque no se sometían a ella, con lo cual su postura adquiría la consideración de “alegal”. Ni dentro ni fuera de la Ley.
El Gobierno español, que había dispuesto e invertido una gran suma de dinero en dotar a cada capital provincial de un Registro para llevar un control de las sociedades, viendo que las sociedades extranjeras, en especial las británicas, y también muchas religiosas que hacían movimientos de capital rehusaban registrarse, pasó al ataque y tras un gran debate, decidió que había que poner freno inexorablemente a este despropósito. El 19 de septiembre de 1901 emite un Real Decreto y se da un plazo de seis meses a todas aquellas sociedades implicadas para que se registren, quedando en caso contrario supeditadas a poder ser suspendidas, que no disueltas, cerrándose el empeño gubernamental con la Real Orden Circular del 9 de abril de 1902.
El órdago del Gobierno fue considerable y muchas sociedades religiosas pasaron por el Registro en los meses posteriores a estas disposiciones, sobre todo en 1902, pero no fueron las únicas pues también las civiles entraban en el mismo saco. El Rio-Tinto English Club, una entidad británica muy activa, no pudo evitarla y así consciente de lo que se debatía en el Congreso, se adelantó unas semanas y se registraba el 16 de agosto de 1901 cumpliendo con la Ley y abandonando tras muchos años de permisividad una actitud claramente “alegal”. El mismo paso dieron algunas sociedades deportivas “alegales” hasta el momento como el Foot-ball Club Barcelona, el Madrid Foot-ball Club y el Athletic Club, los tres con una gran importancia en el futuro, pero sin embargo echamos de menos en esos instantes a dos históricos: el Huelva Recreation Club y el Sevilla Foot-ball Club, lo cual inevitablemente nos hace preguntar:
¿Por qué no se registraron estas sociedades entre 1901 y 1902? Como todos sabemos estas dos sociedades fueron pioneras en España a la hora de introducir el fútbol, pero quizás nacieron en un entorno y en una época donde su precocidad, sin rivales de su mismo nivel en el resto del país, supuso un inesquivable freno a su evolución. Tanto el club onubense como el hispalense a partir de 1893 inician un camino hacia el abandono de la actividad que en 1896 lleva a la entrega del Huelva Recreation Club por manos de su presidente a una institución religiosa para socorro de los marineros británicos como es el Seamen’s Institute -también existía uno en Las Palmas de Gran Canaria con las mismas funciones-, mientras que del Sevilla Foot-ball Club no se vuelve a saber nada al no contar con el apoyo de la prensa local, aunque quizás sucediese algo similar pero en manos esta vez del Círculo Mercantil, la gran institución que recogía a la mayoría de sus miembros. Alrededor de 1900 existen movimientos en cuanto a encuentros disputados en ambas localidades, pero lo cierto es que no hay ninguna junta directiva visible que esté detrás de estos futbolistas. Sin junta directiva y sin una actividad manifiesta, ¿cómo se iban a registrar?
Ambas sociedades, Huelva Recreation Club y Sevilla Foot-ball Club, se reorganizarán posteriormente a raíz de la popularidad alcanzada por el Campeonato de España de 1903, el primero que se disputa a nivel nacional con motivo de averiguar cuál es el club campeón a nivel absoluto y entonces sí, con españoles entre sus directivos y jugadores, además de británicos, pasarán por el registro en 1903 y 1905 respectivamente certificando su legalidad tras unos años siendo “alegales”.
Los herederos de los British Club
Históricamente dos de estos cinco clubs se disputaron, cada uno con sus armas, la hegemonía en disfrutar del Decanato de nuestro fútbol, pues tanto Riotinto Balompié como Real Club Recreativo de Huelva creían tener argumentos suficientes para poder hacerse con él. Desde hace unos años el club sevillano también aspira a tal distinción, no como sociedad más antigua sino como club de fútbol más antiguo, reclamándola por medio de algunos de sus aficionados, aunque como ahora analizaremos todos ellos tienen entre sí y respecto a otras sociedades varios inconvenientes:
- Riotinto Balompié: En 1878 el British Club de Minas de Riotinto, autodenominado Rio-Tinto English Club, elige junta directiva por vez primera. De este club nace al poco tiempo una sección futbolística que generará después el Riotinto F.C., una sociedad deportiva que no se inscribe en 1909 en la Federación Española de Clubs de Foot-ball ni lo hará en momento alguno al declinar sus miembros participar en los campeonatos españoles limitándose a jugar en su localidad, en las colindantes o en su región. En 1914 nace el Balompié Riotinto, club de la misma localidad compuesto por españoles y regido por británicos que si se inscribirá en la Federación Regional del Sur fusionándose en 1932 ambas entidades y adoptando como nombre el de Riotinto Balompié.
La fusión de dos sociedades registradas y sin deudas permite a ojos de la R.F.E.F. la conservación de la fecha de antigüedad de la más veterana de las dos, en este caso el Riotinto F.C., con junta directiva desde 1878 y registrado el 16 de agosto de 1901, pero esta fusión presenta un serio handicap y es que se realiza entre un club de fútbol federado y uno no federado (en 1932 el Riotinto F.C. no lo estaba) y, aunque pueden fusionarse legalmente, no se les puede aplicar esta retroactividad pues sólo afecta a clubs federados. Es decir, la R.F.E.F. cuando es preguntada por la fecha de inscripción de la sociedad Riotinto Balompié indica que es 1915, año en el que se registra en la recién creada Federación Regional del Sur como Balompié Riotinto, aunque éste tenga una antigüedad de 1914, año en el que se funda.
- Real Club Recreativo de Huelva, SAD: El British Club de Huelva que empieza a gestarse a partir de 1884 da como resultado al Huelva Recreation Club el 18 de diciembre de 1889. Este club mantiene una gran actividad hasta que a partir de 1893 languidece y en 1896, ya sin movimiento, pasa a estar tutelado por el Seaman’s Institute, transcurriendo unos años hasta que se reorganiza y registra en 1903 como sociedad deportiva. Posteriormente se inscribe en la Federación Española de Clubs de Foot-ball en 1909, una vez ya ha sido fundada esta. Tendrá una vida activa a partir de esta fecha hasta que en 1925 causa baja en la Federación Regional del Sur a causa de graves problemas económicos. Tras año y medio de inactividad, se reorganiza en 1927 y en 1931 es expulsado de la Federación Regional del Sur y dado de baja, ingresando en la recién creada Federación Oeste en 1932 bajo el nombre de Onuba F.C. Con la llegada de 1935 se extingue la Federación Oeste y la Federación Extremeña sigue libremente su camino mientras el otrora Recreativo y ahora Onuba F.C. ingresa de nuevo en la Federación Regional del Sur. En ningún caso se puede considerar que son clubs distintos pues el cambio de nombre aparece reflejado en el registro de sociedades.
- Sevilla F.C., SAD: Este club se constituye el 25 de enero de 1890 como club de fútbol fruto de la presencia de un vasto grupo de ciudadanos británicos y otros hispano-británicos con raíces en la capital hispalense, al que se puede etiquetar sin ningún tipo de duda como la primera sociedad en suelo español dedicada exclusivamente a la práctica de fútbol. Tras unos años de actividad se le pierde la pista a partir de 1893 no habiéndose encontrado datos hasta 1900, año en el que hay vestigios de fútbol en la ciudad nuevamente pero desconociéndose quién es su protagonista. En 1905 se reorganiza y se legaliza registrándose supuestamente ese mismo año -no se conserva el acta registral de 1905 por incendio-, empezando una nueva carrera que le lleva a ingresar en la Federación Española en 1909. Algunas fuentes defienden que las sociedades de 1890 y 1905 son distintas, pero el paralelismo entre estas y las sociedades de Huelva de 1889 y 1903 roza tanto el mimetismo que lo mismo que se aplica a una debe aplicarse a la otra y viceversa. Actuar de forma contraria sería beneficiar a una y perjudicar a la otra creando una discriminación sin fundamento, algo a todas luces injusto.
Como observamos entre las tres sociedades deportivas andaluzas existen discrepancias notables en cuanto a fechas de aparición o reconocimiento a través de prensa u otros medios y quizás hasta algunos quieran ver que eran lo mismo los British Club de Minas de Riotinto, Huelva y Sevilla que el Riotinto F.C., Huelva Recreation Club y Sevilla F.C. respectivamente, pero no hay que dejarse arrastrar por la pasión y hay que poner los pies en el suelo y preguntarse: ¿eran los British Club de estas localidades únicamente clubs de fútbol ó eran sociedades que practicaban varias actividades y de ellas surgieron posteriormente sociedades deportivas con el fútbol entre ellas?
Mirando sus historiales de actividades nos damos cuenta inmediatamente de que dos de los tres no eran clubs de fútbol única y exclusivamente -el Sevilla F.C. sí-, sino sociedades de recreo que fomentaban la práctica de distintas modalidades culturales entre las que se encontraban el baile de salón, el excursionismo, fútbol, cricket, tenis, remo, carreras pedestres y otros juegos. Es decir, inicialmente no era el fútbol su principal y única actividad, sino que ésta fue predominando con el tiempo e imponiéndose al resto como consecuencia de tener más aceptación que las demás y destacar sobre ellas, caso del Recreativo que tuvo un inicio claramente tenístico desde el punto de vista deportivo. Lo mismo sucede con otros British Club del resto de España al margen de los andaluces y así encontramos que en el de Barcelona durante 1892 ya se jugaba al fútbol, aunque desconocemos en qué fecha fue fundado, surgiendo de éste en 1894 la Sociedad de Foot-ball Barcelona, núcleo del cual pocos años después se surtiría con jugadores al F.C. Barcelona.
Mención aparte merecen los British Club canarios, los grandes olvidados del fútbol español y en especial el de Las Palmas. En esta ciudad y con motivo de la construcción del puerto marítimo en el Refugio de la Luz, a partir de 1883 empiezan a circular libras y gran cantidad de almacenes de carbón, pequeños astilleros y oficinas para comerciales británicos, creándose en 1889 el British Club de Las Palmas. Amantes del deporte desde antaño, estos ciudadanos no dan lugar a un solo club como sucede en la península, sino a varios según la especialidad deportiva que eligen, dando paso a Las Palmas Cricket Club (hacia 1890), Las Palmas Golf Club (1891), Las Palmas Foot-ball Club (1894) y Las Palmas Lawn Tennis Club (1896). El primer partido oficial registrado en prensa consta con fecha 10 de febrero de 1894 entre oficiales de la escuadra inglesa y el Grand Canary F.C., probablemente la misma sociedad que Las Palmas F.C., no significando que no se jugase al fútbol con anterioridad, algo más que razonable. Este club fue pionero en las islas y tuvo terreno de juego en el Puerto de La Luz, desarrollando una vida deportiva en la cual sus rivales casi siempre fueron tripulaciones británicas hasta que en la primera década del s. XX desapareció.
El proceso de creación de los British Club
A estas alturas el lector puede comprobar cómo en la España de 1905 el fútbol de cinco localidades distintas y separadas por la distancia, Huelva, Minas de Riotinto, Sevilla, Barcelona y Las Palmas de Gran Canaria ha evolucionado futbolísticamente casi de la misma forma a partir de clubs británicos, cada uno con sus propias vicisitudes y particularidades facultadas por su entorno social, laboral y geográfico, pero desde las mismas raíces siguiendo un mismo patrón en el cual se repiten las siguientes constantes:
1º) Asentamiento de un nutrido grupo de ciudadanos británicos.
Este es el primer paso ineludible para crear un British Club y además ha de ser un número relativamente importante porque de lo contrario su futuro es claramente inviable. En las localidades de Minas de Riotinto y Huelva se instalan simultáneamente a partir de 1873, año en el cual un consorcio de escoceses, ingleses y en menor medida alemanes, adquieren la licencia de explotación de la cuenca minera onubense quedando reservada la dirección de la empresa para gestores, ingenieros y personal cualificado de origen británico. En Huelva contarán además con un reducido grupo que se instala para sustituir el entramado urbano de lámparas de petróleo por gas. En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria lo hacen en 1883 con motivo de la construcción del puerto, estableciéndose además una cantidad significativa de británicos en varios negocios como la alimentación y la energía, sector donde predomina la importación de carbón, básica para los hogares y otros fines industriales.
En Sevilla, localidad ésta con más relevancia que las mencionadas, el asentamiento es anterior a los años cincuenta aunque hay constancia de familias más antiguas, estando los focos británicos concentrados en torno al puerto fluvial, la alimentación y diversas fábricas metalúrgicas que le hacen merecedora de tener un viceconsulado. Lo mismo sucede con Barcelona donde existe una cantidad importante de ciudadanos británicos que gravitan alrededor de las fábricas textiles, teniendo igualmente representación gubernamental, en este caso consulado. Distinto es el caso de Madrid, donde está la embajada al ser la capital del Estado pero donde no hay industria, puerto ni fuente de materia prima que suponga un interés para que los británicos inviertan en un negocio, motivos por los cuales no hay un numeroso asentamiento británico y por lo tanto un club.
2º) Surgimiento de un British Club.
En cada una de estas ciudades los británicos y, más concretamente los oriundos de Escocia e Inglaterra, al hallarse alejados de su patria intentan crear al poco tiempo de su instalación un lugar de encuentro donde compartir aficiones, cultura y especialmente combatir el ocio. Los británicos, mucho más asociacionistas que los españoles, tienen arraigado desde hace años esta cultura y se agrupan en pequeños colectivos que habitualmente se reúnen en una casa preparada para este fin. Primero será el hogar de uno de ellos, pero luego a medida que vaya aumentando su número alquilarán un casa más grande y finalmente construirán su propia sede con el dinero de los asociados o la ayuda de una empresa o capitalista que les ceda un local. Este paso, que requiere una estructura más sólida y avanzada, demandará la creación de una junta directiva para administrar correctamente al colectivo.
En Minas de Riotinto, localidad por entonces conocida como Río-Tinto y dependiente del municipio de Zalamea la Real hasta 1884, crean supuestamente en 1878 el Rio-Tinto English Club, aunque esta fecha hallada en los estatutos de 1966 es más que discutible y más bien pudiera tratarse de 1880 según los datos manejados, puesto que si su primer Presidente, John S. Mackay llega en agosto de 1879 y el nuevo Director General, Charles Trew Prebble, lo hace también en esas fechas, es más que dudoso que el club se constituyera anteriormente. El club británico se instala originalmente dentro del casco antiguo de la localidad teniendo como ubicación el Casino, pero en 1884 y, debido al reciente traslado del Director General de la empresa a la población minera, inauguran una nueva sede en el barrio de Bella Vista con más dimensiones y dotada con espacio al aire libre para actividades deportivas de exterior.
Cambiando de localidad, en Huelva el grupo empieza a originarse tras la inauguración del Hotel Colón el 26 de junio de 1883. En este recinto donde reside prácticamente la totalidad de la directiva minera, se crea un pequeño grupo que se autodenomina El Recreo, grupo mixto formado por onubenses y en menor medida por británicos, que sustituye en septiembre de ese año a la Sociedad Colombina Onubense -fundada en 1880- en la tradicional organización de los eventos de las fiestas patronales. En febrero de 1884 los miembros de El Recreo se constituyen en sociedad y adquieren el nombre de Sociedad Recreativa Onubense -también conocidos como Club de Recreo-, entidad la cual con la llegada de ciudadanos británicos a partir de 1885 terminará dando vida a una sociedad casi cien por cien británica como es en 1889 el Huelva Recreation Club, entidad que emplea como sede en su estreno el Hotel Colón.
En Sevilla no hay constancia periodística a nivel hispalense acerca de la existencia de un club recreativo al estilo de los onubenses, pero sí de un club de regatas, el Sevilla Rowing Club creado en 1875 donde aprovechando las aguas del Guadalquivir los británicos y también sevillanos de pura cepa -era un club hispano-británico-, remaban durante el verano para ejercitarse y de uno de cricket fundado hacia 1879 conocido a través de la prensa británica (London Standard, 10 de mayo de 1879) tal y como sucede con el club de cricket de Jerez de La Frontera -coetáneo a este- o el de Cádiz. La aparición en 1890 del Sevilla Foot-ball Club, posterior al club de remo y formado por algunos de sus mismos miembros, habla de una clarísima interrelación entre todos ellos y abre las puertas a la existencia de un más que posible club recreativo dada la mayor población británica en Sevilla, aunque desconocemos su fecha de aparición y si llegó a constituirse como los onubenses.
En la capital condal, Barcelona, existen datos de encuentros de fútbol disputados en 1890 por un grupo de británicos pero se desconoce si pertenecían a una sociedad y si esta era recreativa o un club de fútbol tal cual era el de Sevilla. Cuando sí hay constancia de una entidad futbolística es a finales de 1893 con la Sociedad de Foot-ball Barcelona, club este formado íntegramente por británicos cuya denominación correcta sería Foot-ball Club Barcelona -la prensa traduce el nombre al español para que se entienda-, aunque este club no tiene en absoluto nada que ver con el fundado por Hans Gamper en 1899, salvo que algunos británicos del club de 1893 jugaron en el azulgrana desde el primer momento. La presencia británica en la capital catalana es notable y el Club Inglés o English Club permanece en activo durante toda la década, incluso en el nuevo siglo, proporcionando jugadores que ingresan en varios clubs de nueva formación.
Las Palmas de Gran Canaria es la sede de otro British Club, documentado en 1889 del cual se conoce que tenía ya en ese momento biblioteca y que sus socios pagaban una cuota anual de una guinea, aunque se desconoce el día, mes y nombre adoptado por la sociedad. La referencia a este club ya en 1889 establecido, implica sin género de duda alguno que fue creado con anterioridad. En 1908 se crea el actual Club Inglés de Las Palmas, sucesor del anterior.
3º) Implementación del deporte en los British Club
La gran afición que sentían los británicos hacia el deporte -era una disciplina más en todos los colegios elitistas-, fue trasladada a los British Club y convertida de hecho en una de sus principales actividades para cubrir el tiempo de ocio. Sin embargo la práctica de todos los deportes existentes en las islas en aquellos tiempos no fue introducida de forma conjunta, sino paulatinamente debido fundamentalmente a dos razones de peso: no había suficientes personas ni medios para ejercer según que disciplina. Basta para ello recordar que en el caso de Minas de Riotinto al poco de surgir el Rio-Tinto English Club (1878) la población británica en 1881 era de 80 personas tan solo, un reducido número en el cual hay gente muy joven, no tan joven y madura, con lo cual pensar que todos estaban dispuestos a jugar a fútbol, cricket, polo, golf o lawn-tennis y además de forma rutinaria es inconcebible. Aún hoy en día sería imposible en una fábrica con 80 personas de distinta edad y gustos.
El Rio-Tinto English Club, el más antiguo germinado en España, en los primeros años de existencia estuvo confinado al Casino ubicado en el centro de la localidad, de modo que sus actividades giraban principalmente en torno a juegos de salón en un principio -de hecho se adquiere la mesa de billar en 1880- y sobre todo al cricket, un deporte al aire libre que les apasionaba y en el cual podían participar miembros de cualquier edad. El fútbol, deporte no tan importante como el cricket para aquellos empleados, empezó a tener un grupo de practicantes a partir de 1881 según nos indica Daniel Young, aunque esto no signifique que no hubiesen encuentros entre algunos mineros con anterioridad a la constitución del club, pero siempre de forma puntual, mientras que el lawn-tennis y el golf serían posteriores.
Un proceso muy similar sería el vivido en la vecina Huelva, capital provincial donde había 16 residentes británicos en 1881 y en la cual hasta 1884, con la llegada en gran número de nuevos empleados a la empresa minera se impulsa un Club de Recreo que desarrolla varias actividades como la organización de juegos deportivos durante las fiestas patronales. En 1889, gracias al aumento de residentes procedentes de las islas, se genera el Huelva Recreation Club cuya actividad es calcada a la desarrollada en Minas de Riotinto una década antes, repitiéndose la devoción por el cricket y por un deporte que empieza a crecer, el lawn-tennis, quedando el fútbol en un tercer plano.
4º) Escisión de las secciones deportivas
Algunos de los socios de los British Club profesaban una gran estima a algún tipo de deporte en concreto y, reunida la cantidad necesaria de adeptos y dispuesto un terreno idóneo para ponerlo en práctica, pronto tomaron un camino independiente dando forma a secciones exclusivas dentro del mismo club. Estas secciones estaban dedicadas normalmente a deportes tan británicos como el fútbol, el lawn-tennis, el cricket, el remo, incluso golf y crocket, este último muy minoritario, conviviendo en el club con otras actividades no deportivas como el excursionismo, los bailes de salón, juegos de sala como el billar y la organización de eventos culturales como el teatro, conciertos de música, incluso la disponibilidad de salas de lectura con biblioteca.
Esta proliferación de ofertas de distinto tipo tuvieron un variado calado entre los socios, pero en el caso del British Club de Las Palmas de Gran Canaria poco a poco se alcanzó el escalafón inmediatamente superior: la independencia. No bastaba con pertenecer a un British Club, sino que además se disponía de la posibilidad de disfrutar de la práctica de un deporte junto con otros socios sin estar a expensas de las normas del British Club.
El paso dado por los británicos residentes en Canarias es importantísimo puesto que supone, tal y como ocurre también en la capital hispalense con la constitución del Sevilla Foot-ball Club en 1890, la creación de clubs ex profeso para un determinada disciplina deportiva, algo que en Minas de Riotinto y Huelva no había ocurrido aún, en el caso de la localidad minera por ser un adelantado de su tiempo y en el caso de Huelva por seguir el patrón de Minas de Riotinto, pero sobre todo porque en las localidades onubenses ambos clubs dependen de una empresa, mientras que en el caso de Sevilla y Las Palmas de Gran Canaria no hay dependencia, sino que sus miembros proceden de distintos centros empresariales y ramos laborales. Singular será el caso del Huelva Recreation Club -el British Club de la localidad- donde sus socios juegan prácticamente a todo y así lo mismo empuñan una pala para jugar a cricket, corretean tras un balón para jugar a foot-ball como toman un bate y varias pelotas -el famoso juego de pelotas que aparece en muchas crónicas- para echar un partido de lawn-tennis.
La capital canaria ve en los primeros años noventa como se constituyen hasta cuatro clubs distintos dedicados en exclusiva a otras tantas disciplinas deportivas, todas ellas con acta de constitución, junta directiva y redacción de unos estatutos apropiados para cada uno de ellos. Así y en orden cronológico aparecen Las Palmas Cricket Club (hacia 1890), Las Palmas Golf Club (1891), Las Palmas Foot-ball Club (1894) y Las Palmas Lawn Tennis Club (1896). Similar proceso experimenta la Sociedad de Foot-ball Barcelona (F.C. Barcelona en inglés), donde se crea un club dedicado a fútbol también con carácter exclusivo y en donde sus miembros no comparten techo bajo una misma empresa y consiguen una cierta independencia.
5º) Extinción de las iniciativas futbolísticas a nivel de club
Todas las iniciativas futbolísticas -centrémonos en este deporte- emprendidas por los británicos a finales del s. XIX terminaron fracasando por una serie de causas que ahora se explicarán. Los británicos, fueran escoceses o ingleses, cuando se incorporaban a su puesto de trabajo venían con un contrato firmado bajo el brazo, generalmente de dos años, que renovaban si deseaban o renunciaban a prorrogarlo marchándose a otro lado. Ante esta disyuntiva muchos de ellos sólo se relacionaban con compatriotas, no aprendían español y en caso de necesidad siempre tenían un intérprete a mano que les sacase de un apuro, convergiendo toda su vida social y laboral alrededor de la empresa y del British Club donde siempre, en uno y otro sitio, se hablaba inglés.
Contrariamente a los primeros británicos que se instalaron en España a principios del s. XIX y que al ser pocos, medio aventureros y buscadores de fortuna sí se integraron en la sociedad española aprendiendo el idioma e insertándose entre los nativos de forma natural, la segunda oleada británica mantuvo una nula relación con los españoles, estuviesen en el punto geográfico que estuviesen, dando la espalda a una realidad que les envolvía y de la que no podían, como hicieron, ausentarse. Encerrarse en su propio círculo vicioso y marcar una gruesa línea roja impidiendo a los españoles acceder a sus sociedades fue una enorme limitación que acabó siendo determinante para que el fútbol no se expandiera entre la sociedad española, la única capacitada que primeramente mezclándose entre los británicos para aprender y luego progresivamente -como al fin ocurrió a principios del s. XX-, prescindiendo de ellos y tomando carrerilla por cuenta propia hubiera podido mantenerles con vida.
Si la actitud de los británicos hacia los españoles, enormemente distante, fue la principal causa de que los clubs de fútbol británicos no prosperasen y desaparecieran a los pocos años de constituirse, no menos importante fue el momento en el que se crearon, un tiempo donde habían grandes barreras estructurales, una gran pobreza y en definitiva una gran desigualdad entre los estratos sociales españoles. España era un país en franco retroceso que luchaba por asomar la cabeza en Europa y reivindicar una consideración que había perdido en solo cien años. El fútbol británico y practicado por los británicos fue algo que les pilló desprevenidos, para el cual no estaban preparados y que a todas luces fue un deporte avanzado a su época en este país. Luego las cosas cambiarían.
Ahogados por sus costumbres y constreñidos por sus limitaciones, los británicos no supieron ver que la supervivencia de sus clubs pasaba por dejar entrar a los españoles en ellos y así poder fomentar la creación de clubs de fútbol en otras localidades con los cuales poder competir, la verdadera esencia de este juego, con lo cual uno a uno fueron abandonando la actividad o al menos así se deduce al no haber noticias sobre ellos en prensa a excepción de algún encuentro ocasional en el cual estos clubs no son los protagonistas y sí muchachos de la calle o marineros. El Sevilla Foot-ball Club fundado en 1890 abandonaba en 1893, el Huelva Recreation Club creado en 1889 lo hacía en 1896, el Riotinto Foot-ball Club se mantuvo aislado ante la falta de competidores, la Sociedad de Foot-ball Barcelona nacida en 1893 a finales de 1895 ya no era noticia, como tampoco la Asociación de Torelló constituida en 1895. El único que hizo los deberes fue Las Palmas Foot-ball Club, sociedad esta que, al contrario que las demás, si admitió socios españoles en sus filas. Esta medida haría que el club alargase su vida hasta mediados de los años diez del s. XX, fraccionándose sus miembros durante esas fechas en varios frentes que darán origen al Marino Foot-ball Club en 1905 y al Sporting Club Victoria en 1910.
6º) Reorganización del fútbol con españoles
Si hasta la fecha el peso del fútbol había estado en manos de los británicos terminando todo como terminó, la segunda tentativa por conseguir afianzar el fútbol en España sí tuvo éxito y lo tuvo precisamente no gracias a un cambio de mentalidad en la actitud de los británicos, que seguían en las mismas aislados en su mundo, sino a la llegada al fin de españoles que, como un niño con un juguete nuevo, querían experimentar y probar nuevas sensaciones. Los españoles no llegaron solos, sino acompañados por británicos con experiencia o por ciudadanos de otras latitudes donde el fútbol se estaba convirtiendo en un deporte importante, pero lo que estaba claro era que el futuro estaba en sus manos o mejor dicho, en sus pies.
A punto de expirar el s. XIX empiezan a gestarse las grandes sociedades españolas con la fundación del Foot-ball Club Barcelona en 1899, impulsado por varios suizos, alemanes, británicos y un puñado de españoles, surgiendo en 1901 el Athletic Club con mayoría de españoles y unos pocos británicos, adelantándose los bilbaínos en pocas fechas a la emisión del Real Decreto del 19 de septiembre de ese mismo año. Este Real Decreto obligará a legalizar la situación del Rio-Tinto English Club, sociedad protectora del Riotinto Foot-ball Club, aunque esta sección formada íntegramente por británicos ni podrá ni querrá participar posteriormente en 1903 ni en lo sucesivo en el recién creado Campeonato de España de Clubs de Foot-ball donde para poder competir hay que presentar un buen número de españoles entre los socios. La decisión soberana adquirida por los británicos les apartará de crecer como club y años después les llevará a impulsar el nacimiento de otro club, en esta ocasión solo con españoles: el Balompié Riotinto de 1914.
Poco después dos sociedades perdidas en el limbo y sin actividad manifiesta desde hace años -al menos bajo el techo de una junta directiva-, reemprenderán su camino reorganizándose tras el aliento que les supone el poder participar en el Campeonato de España. La primera en hacerlo será el Huelva Recreation Club en 1903 contando al fin con españoles en sus filas, lo mismo que hará el Sevilla Foot-ball Club en 1905, dos instituciones que redactan nuevos estatutos y no varían un ápice su denominación original.
En localidades como Madrid, Valencia, Bilbao, Cartagena, Jerez de la Frontera o Vigo el proceso es similar, con la excepción de que los ciudadanos de origen británico nunca adquieren el nivel de asociacionismo de las mencionadas y su presencia sirve sólo como punto de apoyo para crear sociedades futbolísticas o como meros integrantes de las plantillas por sus conocimientos.
La figura del Decano
La condición humana arrastra consigo, tal y como ocurre con el resto de animales, la curiosidad por averiguar qué hay tras cada cosa y en ésta la de saber quién es más antiguo, quién se registró primero, quién jugó antes que nadie al fútbol, etc. Volviendo al primer párrafo del presente artículo y a lo que en él se dice sobre la perspectiva de las cosas y la magnitud que éstas adquieren según el color del cristal con que miran, vamos a ver qué es ser Decano y por qué o en base a qué se emplea este término en el mundo del fútbol.
El término “Decano” tiene un origen remoto, procede del latín “decanus” y significa literalmente ser el líder de un grupo de diez. Fue empleado en principio en los monasterios medievales para designar al monje de mayor rango dentro de los grupos de diez en los que se dividía la comunidad que vivía en cada centro, todo ello para agilizar la organización. Más tarde pasó a ser utilizado para fines jerárquicos en la Iglesia y de ahí pasó a la docencia, convirtiéndose en Decano aquella persona que tuviese más antigüedad dentro de una institución para fines administrativos, pero sin la necesidad de ser la persona con más años de edad. Es decir, ser Decano no es sinónimo de ser el más viejo de la institución a la cual se pertenezca en base a la fecha de nacimiento sino el más antiguo por fecha de registro o ingreso, lo cual significa que una persona más joven puede ser Decano en perjuicio de una de mayor edad.
Esta figura es empleada desde hace muchos años en varios estamentos sociales y sobre todo en Colegios de oficios liberales. Cada oficio regularizado que precise de unos estudios avanzados, siempre universitarios, tendrá un centro administrativo amparado por el Estado: el Colegio, donde los profesionales, en este caso denominados colegiados, deban estar obligatoriamente asociados para poder ejercer su profesión. El Decano de cada Colegio será el miembro asociado que durante más años esté ejerciendo su profesión, aunque recientemente esto ya no sea así y suela resultar elegido el miembro con mejor reputación entre un elenco destacado.
Los primeros clubs y la primera Federación Española
El fútbol en España es un deporte con una tradición centenaria en la actualidad que parece haber estado toda la vida entre nosotros, pero iniciado el s. XX andaba todavía en pañales. De novedosa importación, los británicos eran sus máximos exponentes al practicarlo con relativa frecuencia en sus clubs recreativos cualquiera que fuese su ubicación en suelo español, pero para los nativos era todo un misterio. Sólo cuando las capas sociales con más poder adquisitivo se inmiscuyeron en las raíces de este deporte tan en boga en otros países europeos para en primer lugar practicarlo y luego dar el paso de constituir los primitivos clubs, el fútbol empezó a adquirir fuerza.
Con el paso de los años se fue asentando y gracias al apoyo de la prensa y a lo atractivo que era para muchos observadores, este deporte fue sumando adeptos y empezando a suscitar cierto interés. Cada año surgían nuevos clubs, unos con más poder, otros con menos, otros sin visos de tener una larga durabilidad, pero entre muchos nació la necesidad de asociarse para defender sus intereses y regularizarse bajo un gobierno común y unas leyes. Nacieron las federaciones catalana, madrileña, valenciana y gallega por este orden y, tras varios intentos fallidos, al fin el 14 de octubre de 1909 se consigue agrupar a varios clubs de distintas regiones bajo una misma bandera: la Federación Española de Clubs de Foot-ball, (a partir de ahora F.E. de C.F.).
La Federación Española se organiza como Club de Clubs y no como Club de Federaciones, recogiendo en su acta inaugural a un total de ocho clubs fundadores que deben de estar legalmente constituidos y obligatoriamente registrados entre los que se encuentran el F.C. Barcelona, Vigo F.C., Tarragona F.C., Pamplona F.C., Sociedad Gimnástica Española, de Madrid, Irún Sporting Club, Real Fortuna F.C., de Vigo y Español F.C., de Madrid, faltando a la cita entidades con un gran peso como el Madrid F.C., el Athletic Club, de Bilbao, el Club Recreativo de Huelva, el Sevilla F.C., la Sociedad de Foot-ball, de San Sebastián y el Racing Club, de Irún entre otros al no compartir o no estar interesados en asociarse a una federación a nivel nacional, decisión que revertirán poco después cuando al cabo de un tiempo recapaciten y se inscriban.
De la F.E. de C.F. a la R.F.E.F.
La F.E. de C.F., la primera Federación Española que existió en este país, nació con pies de barro, muy viciada y sin tener muy claro cuál era su papel, cómo debía organizar a los clubs que dependían de ella y además con un claro papel centralista que, con el paso de tan solo un par de años, supuso la escisión de parte de sus socios y el nacimiento de una segunda federación nacional, la U.E. de C.F. La guerra entre ambas estaba servida y tras una cruenta batalla en las más altas esferas protagonizada por sus máximos rectores, al final no hubo vencedores sino dos grandes derrotados que tuvieron que acordar extinguirse para volver a nacer con el fin de acometer un nuevo proyecto en común.
Pero antes de disolverse respectiva y oficialmente ambas federaciones nacionales, el 18 de septiembre de 1913 la Federación y el 5 de febrero de 1914 la Unión, pasaron muchas cosas importantes para el tema que estamos tratando. Conscientes las dos de que su futuro pasaba por desprenderse de algunos errores del pasado, previamente a su desaparición acordaron dividir la geografía nacional en cuatro Federaciones Regionales: Federación del Este (Cataluña, Valencia, Alicante y Murcia), Federación del Oeste (Galicia, Santander y Asturias), Federación del Norte (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra y Rioja) y Federación del Centro-Sur (Castilla y Andalucía) para estructurar y controlar a los clubs existentes y a los que se esperaba ver nacer más adelante. El 31 de julio se envió a cada uno de los clubs asociados una Circular para que decidieran en la sede del club más antiguo -no Decano – de cada una de estas cuatro regiones, quiénes iban a ser los delegados compromisarios que acudiesen en representación por cada una de ellas a Madrid el 1 de septiembre para deliberar el futuro del fútbol español. Las ciudades sede en cada región futbolística fueron Barcelona por la Federación del Este, casa del F.C. Barcelona, Bilbao por la Federación del Norte, casa del Athletic Club, Vigo por la Federación del Oeste, casa del Vigo F.C. y finalmente Madrid por la Federación del Centro-Sur, casa del Madrid F.C.
Salta a la vista y es ampliamente curioso que en la Federación del Centro-Sur la reunión para elegir a los delegados compromisarios no fuese desarrollada ni en Huelva ni en Sevilla, ciudades ambas con más tradición futbolística sin duda que la capital del Reino y que contaban con dos de las sociedades más antiguas de España, el Huelva Recreation Club y el Sevilla Foot-ball Club. Quizás la explicación radique en que ninguna de las dos decidió enviar representantes a Madrid para interesarse en lo allí tratado y que sólo se diesen cita los clubs madrileños, entre los cuales el Madrid F.C. era de todos ellos el más antiguo puesto que entidades como la Sociedad Gimnástica Española y el Español F.C., ambos con más antigüedad registral en la R.F.E. de C.F. -Real desde 1913- que el Madrid F.C., sin embargo practicaron el fútbol casi al unísono que los merengues, caso del Español F.C., y años después, caso de la Sociedad Gimnástica Española.
El nacimiento de la R.F.E.F.
La R.F.E.F., la tercera constituida a nivel nacional en pocos años, no nació como resultado de una fusión directa como erróneamente se cree, sino como resultado de varias operaciones jurídicas en actos separados, es decir, mediante la constitución de una entidad, la propia R.F.E.F. y la no simultánea -en este caso posterior- extinción de las preexistentes, la R.F.E. de C.F. y la R.U.E. de C.F. En este caso, el hecho de que las federaciones preexistentes celebraran asambleas decidiendo fusionarse no altera lo anterior. Era necesario que cada una de estas organizaciones obtuviera el consentimiento interno de sus representados para ir a la fusión, pero luego, lo que materializaron no fue una fusión legal “stricto sensu”, sino una integración de sus respectivos sustratos, elementos personales y actividades en una nueva entidad con la voluntad de integración de determinados objetos.
No obstante, desde una perspectiva historicista, superadora de las formalidades y que atienda a la sustancia, la nueva R.F.E.F. puede considerarse la sucesora -no en sentido jurídico, sino vulgar- de las anteriores, porque de alguna manera se subrogó en sus actividades. Gráficamente y para que se entienda, podemos decir que se cambió el continente, el envoltorio, pero se mantuvo -por la suma de las competencias de las federaciones preexistentes- el contenido y las funciones. Se cambió el vehículo o instrumento legal para desarrollarlas, con pérdida -ciertamente-, de su personalidad jurídica, pero se mantuvo una continuidad en las actividades gracias a la cual los clubs de hoy en día mantienen su antigüedad registral en la Federación Española.
La R.F.E.F. fue desde el principio consciente de que era un “Club de Federaciones” y estas a su vez un “Club de Clubs”, y que su puesto estaba en servirlos antes que en servirse de ellos como había sucedido con las dos anteriores. La R.F.E.F. fundada el 1 de septiembre de 1913, partía desde su nacimiento con los mismos asociados que reunían las dos Federaciones Nacionales con fecha 31 de julio de 1913 porque así lo habían decidido sus respectivos presidentes en la reunión de San Sebastían de ese mismo día, respetándose la historia y antigüedad tanto fundacional como federativa que habían ostentado desde su inscripción en las dos Nacionales, un detalle pleno de acierto que dejaba la situación de los clubs a nivel registral tal cual estaba antes del nacimiento del máximo organismo nacional pese a ser este nuevo.
La R.F.E.F. y el concepto de Decano
Tal y como se indica unas líneas más arriba, el recurso de la figura de un Decano en algunos organismos de profesiones liberales es algo tradicionalmente aceptado desde hace muchísimos años atrás, dado que es indiscutible que se trata de un puesto que tiene asignadas una serie de competencias únicas las cuales prestan un servicio importante a su comunidad. Sin embargo la intención de trasladar esta figura a una disciplina deportiva como el fútbol por simpatía como si se tratase de un colegio de oficio o como si fuese algo parecido en su fundamento, no tiene razón de ser.
Este es un paso que carece de justificación alguna porque no existe en absoluto similitud, no hay en el fútbol una labor asignada para un Decano, no hay clubs que hayan cumplido una serie de requisitos determinados por el Estado, luego ingresen en un Colegio y obtengan posteriormente una licencia para poder ejercer. Los clubs no son personas y no ejercen un oficio. Son otra cosa. Son sociedades formadas por un grupo de personas que comparten una misma afición y se unen bajo un mismo nombre identificativo que van y vienen, que pueden ser abonados y a continuación estar varios años sin acudir a un estadio para luego volver a acudir, en donde sus directivos ejercen voluntariamente unas funciones con carácter periódico y pueden dar paso a otros en cualquier momento, entidades cuyos miembros no están obligados a responder con su capital privado en caso de ejercerse una pésima gestión pagando desde su propio bolsillo las deudas generadas. Un club no reúne las condiciones necesarias para ser Decano ni nadie se las exige porque no hay interés en ello ni hace falta.
El único estamento que podría crear la figura del Decano y darle atributos para desempeñar algunas funciones sería en todo caso la Federación Nacional siempre y cuando quisiera imitar a los Colegios de Profesiones Liberales -aunque no se parezcan- y tuviese intención de pretender descargar una serie de responsabilidades en el club asociado que más años estuviese federado, contando para ello con la aprobación unánime del resto de sus asociados y el club beneficiado se comprometiese a aceptarlas y cumplirlas.
Sin embargo y desde 1909, año en el que se crea la primera de las federaciones nacionales, ninguna de ellas y hasta la fecha de hoy en día ha precisado ni demostrado intención alguna en crear un cargo similar al que ejerce un Decano. Ni tan siquiera ha sido planteado por sus asociados ni nadie ha llevado la batuta en este sentido. Si dirigimos nuestra mirada y rebuscamos con atención sumergiéndonos en los Estatutos y Reglamentos de la R.F.E.F. comprobaremos cómo la figura del Decano no existe ni está recogida, como tampoco existe en estas bases una referencia al mejor jugador, entrenador, gestor, club o máximo goleador.
Como se desprende tras consultar los Estatutos y Reglamentos del máximo organismo nacional en cuestiones de fútbol, la R.F.E.F. no tiene potestad alguna para declarar oficialmente si un club es Decano o no porque esta entidad no ha reconocido esta función en sus normas y por lo tanto no es competente para ello. La R.F.E.F. tiene como misión principal y es de su manifiesta potestad el organizar campeonatos, procurar que todos sus asociados estén al corriente de los pagos y velar porque todos y cada uno de ellos cumplan los estatutos y reglamentos federativos. Nada más. A lo sumo y echando mano al orden estricto de inscripción por fecha de sus asociados, lo único que podrá garantizar la R.F.E.F. es que el F.C. Barcelona es la sociedad que más años lleva registrada en la Federación Española puesto que, de los ocho clubs constituyentes de la primera Federación Española en 1909, es la única que ha sobrevivido y se encuentra en activo, siendo teórico beneficiario de esta distinción.
Si la R.F.E.F. y sus asociados hubiesen determinado en algún momento de su historia la voluntad de crear una figura similar a la del Decano y atribuirle una serie de responsabilidades, cosa que hasta la fecha nunca ha sucedido, el club elegido sería el F.C. Barcelona y no otro por ser el de más antigüedad sin duda registrado en la Federación Española, independientemente de que existan otros clubs asociados posteriormente con una fecha de constitución anterior a la del club catalán. No hay que confundirse, hay que tener las ideas muy claras y no es lo mismo la fecha de constitución de un club que la fecha de registro en una federación. La figura del Decano, en el caso de existir en el mundo del fútbol, iría intrínsecamente relacionada con una federación y en base a ello no se puede argumentar que un club de fútbol en concreto es el Decano del fútbol español por haberse constituido con anterioridad al resto de los existentes. En todo caso será el más antiguo indiscutiblemente, pero no el Decano, a no ser que se coincida en ser el más antiguo en fecha de constitución y registro en la Federación Nacional.
La directa relación de la Prensa con el término Decano y los primeros enfrentamientos
Si tradicionalmente hasta hace escasos años las distintas Federaciones Nacionales se han lavado las manos en este absurdo tema del Decanato no queriendo en momento alguno entrar a valorar sus pros y contras y pasando de largo porque jamás les ha interesado dado que no les aporta nada, entonces, ¿porqué se auto-aplican el Decanato algunos de los asociados de la R.F.E.F. y en base a qué motivo? La respuesta a esta cuestión hay encontrarla buscando en los periódicos y rememorándonos hasta hace muchos años atrás, concretamente a las primeras décadas del pasado siglo, pues es un tema que viene desde muy lejos que no ha sido resuelto por su defecto de forma pese a que a algunos les interese todo lo contrario y luchen por conservar su situación.
Tras la instauración y desarrollo del fútbol primitivo a finales del s. XIX en España, algunos clubs constituidos alrededor de 1900 y sobre todo los periodistas -unos de los principales sectores a la hora de propagar la afición por este deporte entre los ciudadanos-, empezaron ya en la primera década del s. XX a aplicar este título distintivo en las crónicas y relatos periodísticos que publicaban haciendo un juego de palabras al equiparar las sociedades deportivas con los Decanos del mundo de las profesiones liberales como si las primeras fuesen personas de oficio y dándoles el mismo rango, pues esta clonación de conceptos daba -según ellos- más caché a quien la ostentaba.
La idea debió de gustar a pesar de no existir nada que lo refrendara y de que los clubs asociados no lo demandasen y así vemos con toda naturalidad como el primero en ostentarlo de forma abierta es el F.C. Barcelona en franca disputa con el Foot-ball Club Catalá, dado que sus miembros se auto-consideran uno de los primeros clubs de fútbol creado con ese propósito en el lejano 1899, uno de los primeros en estar registrado oficialmente según el Real Decreto de 1901 –paso que se da el 5 de enero de 1903- y, sobre todo, en ser uno de los constituyentes de la primera Federación Catalana en 1906 y de la F.E. de C.F. originada en 1909. Bajo la óptica barcelonista de esos tiempos y hasta la década de los años veinte, se auto-proclaman como el club de fútbol Decano porque demuestran haberse constituido antes que el Foot-ball Club Catalá y para ellos ni el Club Gimnástico de Tarragona fundado en 1886, ni la Sociedad Gimnástica Española, de Madrid, creada en 1887, ni el Huelva Recreation Club, de 1889, son clubs de fútbol, sino sociedades deportivas que entre sus actividades practican el fútbol y cada una de ellas desde una fecha en concreto, no siempre desde el principio. Además argumentan que algunos de ellos no se registraron a la hora de constituir la F.E. de C.F., a excepción de la Sociedad Gimnástica Española. Es decir, los barcelonistas se adjudican ellos mismos el Decanato desde una base purista reivindicando y además con razón, que son un club de fútbol y los otros no, además de ser unos de los primeros registrados y federados a nivel nacional.
Este Decanato barcelonista será inicialmente replicado a nivel nacional por el Athletic Club, de Bilbao, quien indica sin documentos que lo atestigüen haber sido fundado en 1898, pues los bilbaínos consideran esta fecha como la de su constitución reclamando tener un año más de antigüedad que los azulgranas y llevar más tiempo practicando fútbol. Hans Gamper, presidente barcelonista y conocedor de la realidad bilbaína, contestará que en absoluto es así y que desde Bilbao pretenden apoderarse de un título que nos les pertenece porque se sabe que es un club constituido en 1901 y además, lo más importante, no cofundador de la F.E. de C.F. La lucha por la hegemonía en el fútbol español está servida y en 1923, con motivo de la celebración del 25º aniversario del Athletic Club, se alcanza el punto álgido en prensa con un cruce de distintas declaraciones en uno y otro sentido.
No serán los únicos dos clubs que reclamarán para sí el reconocimiento como Decano de los clubs de fútbol en España y así posteriormente se adherirán otros más con los cuales antes no se contaba. De este modo se incorporan al litigio el Real Club Recreativo de Huelva, indicando que en su acta de constitución reza 1889, el Club Gimnástico de Tarragona, que defiende ser de 1886 y el Riotinto F.C., quien recuerda haber sido fundado en 1878, antes que nadie en todo el país.
Varias sociedades entran en acción y así el Real Club Recreativo de Huelva indica que en 1889 fue elegida su junta directiva, que en esa fecha jugaba al fútbol y que ello da pie para ser considerado como decano a lo cual responde el Club Gimnástico de Tarragona alegando que si los onubenses eran legales en 1889 ellos ya lo eran desde 1886. Se desata la guerra y las primeras batallas comienzan a aparecer en diversos medios de comunicación.
Todos indican tener razón y ninguno de los implicados es capaz de convencer a los demás, puesto que si el Real Club Recreativo de Huelva fue creado en 1889, bien cierto es que no se federa hasta 1909 una vez ya ha sido constituida la F.E. de C.F. por ocho clubs que le preceden originalmente y algunos más que se han sumado después. En cuanto al Club Gimnástico de Tarragona, aunque es creado tres años antes que los onubenses como centro de gimnasia, en 1886, presenta el inconveniente de que su sección de fútbol lo es en 1914, mientras que el Riotinto F.C., surgido como sección del Rio-Tinto English Club, aunque jugaba a fútbol con anterioridad es descartado por no estar federado hasta 1914. Sin embargo, como ya se ha explicado antes, ninguno de estos tres clubs ni el cuarto en disputa, el Athletic Club, preceden en antigüedad federativa al F.C. Barcelona quien, aunque creado en 1899, es el más antiguo inscrito en la Federación Española.
¿Quién es el primero?
El fútbol español es hoy en día uno de los mejores del mundo y desde que este deporte adquirió madurez en el país, muchos han sido los aficionados que han tenido curiosidad por averiguar de dónde vienen los clubs, quién los fundó, cómo se desarrollaron y en definitiva, cómo han evolucionado a través del tiempo. Pero una de las cuestiones que siempre figuran en la mente de todos y a la que no siempre es fácil encontrar respuesta es quién fue el primero en alguna cosa, en este caso, fútbol.
La R.F.E.F. consta hoy entre sus asociados con tres clases de clubs: Elementales, Básicos y Sociedades Anónimas Deportivas, siendo la mayoría de ellos clubs de fútbol literalmente, otros clubs de fútbol o sociedades deportivas transformados en SAD y otro buen número sociedades deportivas que en su origen tuvieron como fin la práctica de otros deportes distintos al fútbol o incluso actividades de otro tinte y que, bien desde su nacimiento o bien con posterioridad, lo practicaron.
La diversidad de procedencia de los distintos miembros de los clubs, tanto a nivel social como geográfico, la distancia temporal a la hora de surgir así como los distintos caminos emprendidos por cada uno de estas sociedades al elegir la forma de darse a conocer legalmente y llegar a los aficionados, han deparado a la historia muchas y variopintas interpretaciones por no existir patrones lo suficientemente fiables para obtener una respuesta que en muchas ocasiones han terminado por confundir más que aclarar.
Aquí tenemos una serie de respuestas a algunas de esas preguntas que en muchas ocasiones nos hemos lanzado en el pasado y que pocas veces hemos sido capaces de solventar exitosamente por falta de los conocimientos suficientes para conseguirlo:
Si empleamos una variable:
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. más antigua? El Club Gimnàstic de Tarragona SAD, fundado el 1 de marzo de 1886, tres años antes que el Real Club Recreativo de Huelva SAD y trece antes que el F.C. Barcelona.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. con federación más antigua? El F.C. Barcelona, federado desde 1906 en la Federación Catalana y desde 1909 en la Federación Española.
¿Cuál es el la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. con registro oficial más antiguo? El Athletic Club, de Bilbao, registrado en septiembre de 1901.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. de constitución más antigua? El Real Club Recreativo de Huelva SAD, con junta directiva desde 1889.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. que fue la primera en jugar a fútbol? Serían dos puesto que tanto Real Club Recreativo de Huelva SAD como Sevilla F.C. SAD se estrenaron conjuntamente el 8 de marzo de 1890.
¿Cuál es la sociedad deportiva no asociada a la R.F.E.F. que fue la primera en jugar a fútbol? El Riotinto F.C., nombre adoptado por la sección de fútbol del Rio-Tinto English Club con junta directiva desde 1878.
Si empleamos dos variables:
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. que fue antes registrada y federada? El F.C. Barcelona, registrado en 1903, federado en 1906 en la Catalana y en 1909 en la Española.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. constituida y que fue la primera en jugar a fútbol? Dos nuevamente dado que al unísono se estrenaron Real Club Recreativo de Huelva SAD y Sevilla Foot-ball Club en marzo de 1890.
¿Cuál es la sociedad deportiva no asociada a la R.F.E.F. constituida y que fue la primera en jugar a fútbol? El Riotinto F.C., nombre adoptado por la sección de fútbol del Rio-Tinto English Club constituido y practicante desde 1878.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. constituida como club de fútbol y primera en jugar a fútbol? El Sevilla Foot-ball Club, constituido y practicante desde 1890.
¿Cuál es la sociedad deportiva asociada a la R.F.E.F. primeramente constituida y que no fue la primera en jugar a fútbol? El Club Gimnàstic de Tarragona SAD, fundado el 1 de marzo de 1886, practicante desde 1909 y con sección de fútbol desde 1914.
Muchas son aún las preguntas que podríamos realizar y según las variables muchas son las respuestas que encontraríamos, pues todo depende del cristal con que miran, así que cada uno saque sus propias conclusiones.
La absurda lucha por ser Decano
Al final tras muchas líneas escritas todo queda en el aire y -a pesar de que el Real Club Recreativo de Huelva es quien tradicionalmente se ha llevado el gato al agua siendo reconocido por muchos clubs como el Decano-, aún lo está cuando nos hacemos la siguiente pregunta: ¿qué es ser Decano?
Si nos atenemos a la definición que hace del término “Decano” el diccionario de la Real Academia Española, R.A.E., encontramos dos acepciones:
decano, na. (Del latín decānus).
1. m. y f. Miembro más antiguo de una comunidad, cuerpo, junta, etc. U. t. c. adj.
2. m. y f. Persona que con título de tal es nombrada para presidir una corporación o una facultad universitaria, aunque no sea el miembro más antiguo.
Como vemos hay dos opciones para escoger y las dos perfectamente definidas aunque cada una con sus matices. Sin embargo cuando analizamos su paso al fútbol español se nos acrecientan las dudas y no sabemos si nos corresponde elegir una o la otra, aunque si hay algo lo suficientemente claro es que ambas son, según la R.A.E., aplicables solo a personas. Esto disyuntiva se origina porque en realidad lo que se está haciendo es extrapolar una terminología que pertenece a otros campos a un campo bien distinto como es el nuestro: el fútbol, y no cuadra del todo como ahora veremos:
Si optamos por la primera definición hemos de tener muy claro cuál es nuestra comunidad, si la R.F.E.F. o el fútbol español en general, pues no son lo mismo y aunque haya quienes las confundan, lo cierto es que la primera es una organización privada con asociados y la segunda es el cómputo de sociedades y equipos que, federados o no, practican fútbol en España.
Si optamos por la segunda definición la cosa se complica muchísimo porque jamás se ha nombrado un Decano en España de forma consensuada, ni se han realizado elecciones, ni se han establecido normas para regir esta función al menos bajo unos parámetros legales.
¿Quién elige al Decano o dicta las normas para ser Decano en España? Nadie lo sabe, ni la R.F.E.F. se hace responsable porque no le compete aunque muestra su respaldo al club onubense, ni los clubs han hecho un comunicado oficial indicando como debe ser elaborada y otorgada esta distinción. Hasta la fecha lo que existe es un acuerdo tácito o entre caballeros en el cual se respeta al Real Club Recreativo de Huelva como Decano por ser la entidad en activo que con mayor anterioridad jugó al fútbol, aunque algunos de los que lo respetan no estén convencidos ni lo compartan en absoluto.
El fútbol español tiene el dudoso honor de haber auspiciado entre todos sus miembros y desde hace muchas décadas un título honorífico del cual nadie se hace responsable por no estar registrado, ni definido, ni firmado y aún menos constar como oficial en sitio alguno, un título idealizado para el cual curiosamente no se han designado competencias contradiciendo el ejemplo de otras sociedades antecesoras en este tipo de figuras con gran raigambre histórica como las relacionadas con la Iglesia o profesiones liberales que si le dan utilidad y trabajan con él.
La lucha por ser designado como Decano del fútbol español es además algo rotundamente absurdo puesto que es una figura de largo ficticia y totalmente artificial extrapolada y creada como imitación a figuras existentes en otro tipo de sociedades que no es necesaria en este deporte y que suscita controversias y disputas estériles entre aquellos clubs que entran o han entrado al trapo en este juego por diversos intereses. El fútbol español debería concentrarse y ocuparse en cuestiones de mucha más importancia que sean realmente útiles y aporten beneficios para todos los clubs y no en historias prescindibles como esta que no llevan a ningún sitio.
Análisis
El fútbol español está lleno de nombres y de fechas en torno a sus clubs más antiguos, todos ellos de gran valor y a los cuales hemos de procesar un gran respeto por lo que han sido, por lo que son y quizás, sigan siendo, pero esto no es óbice para dejar a cada uno en su sitio y llamar a las cosas por su nombre. Entrando a valorar todas las preguntas arriba realizadas con todas sus respuestas, llama poderosamente la atención que pocos son los clubs que se repiten en todas las respuestas, es decir, no hay una constante ni un club que tenga en exclusiva la llave mágica o atesore en su seno el mérito de ser el primero en todo o casi todo.
El que es más antiguo en haberse constituido no es el primero en haberse registrado, el que es más antiguo en haberse federado no es el más antiguo en haberse constituido, el que es más antiguo en haberse constituido como club de fútbol no es el primero en haber practicado fútbol, o el más antiguo en practicar fútbol no es el primero en inscribirse en la Federación Española. Todos los clubs son dueños de algo pero ninguno de todo y, por lo tanto, la presencia de importantes lagunas al comparar unos con otros no da como vencedor a ninguno sobre el resto debiendo quedar desierto el premio.
Además de estas apreciaciones hay otras también muy importantes que afectan a la trayectoria continua de estos clubs y que se deberían valorar como se debe. Ha de saberse que el Riotinto Balompié -heredero de Rio-Tinto English Club-, aunque tiene su origen supuestamente como sección de esta sociedad en 1878, lo cierto es que se desconoce en qué año exacto empieza a tener cierta independencia y a jugar a fútbol de forma habitual, qué ocurre en su historia entre los años 1893 y 1901, además de que es un club fusionado en 1914 y con inactividad en algunos episodios de su prolongada vida. También merece ser considerado lo que ocurre con el Real Club Recreativo de Huelva SAD, sin noticias entre 1896 y 1903, dado de baja y sin actividad entre mediados de 1925 y 1927 por impago, expulsado de la Federación Regional del Sur en 1931 y rescatado en 1932 de una muerte casi segura o lo que ocurre con el Sevilla Fútbol Club SAD, igualmente sin noticias pero en esta ocasión entre 1893 y 1905. De todos los grandes clubs con larga tradición, los únicos que han mantenido una trayectoria inalterada e inmaculada son por orden de fecha de constitución el Fútbol Club Barcelona, creado el 29 de noviembre de 1899, el Athletic Club, de Bilbao, fundado el 11 de junio de 1901 y el Real Madrid Club de Fútbol, nacido el 6 de marzo de 1902.
En el supuesto de algún día remoto tener que elegir algún club de este elenco de aspirantes para ser considerado como Decano, ojo Decano y no club más antiguo, que no es lo mismo, habría que tener en cuenta todas estas respuestas y plantearse para qué se quiere un Decano en el fútbol español.
Conclusiones de La Futbolteca
Quien haya leído el presente artículo y haya alcanzado este punto, puede caer en la tentación de llegar erróneamente a la conclusión de que tanto el autor como el equipo de personas que formamos La Futbolteca nos hemos propuesto con la redacción de estas letras deslegitimar o desposeer al Real Club Recreativo de Huelva SAD de un título que ostenta oficiosamente desde hace muchos años atrás. Nada más lejos de la realidad.
Nuestra intención y, que nadie se lleve a engaños y haga falsas conjeturas -algo que desde aquí subrayamos vehementemente con toda nuestra fuerza y en la cual hacemos especial hincapié, entre otras cosas porque tal decisión no depende de nosotros y tampoco buscamos protagonismo ni nos compete-, es resaltar la verdad y concienciar a todo quien lo lea que las cosas no se hacen bien en España, que se adjudican títulos oficiosos que nadie en concreto crea y muchos sin embargo sí asumen y que, al final, acaba asimilándose como algo normal un concepto que no es aplicable al fútbol derivándose una mercadotecnia en torno a ello y un falso mito.
La sociedad futbolística española debería plantearse seriamente varias preguntas en voz alta y estudiar a fondo la conveniencia o no de reconocer la figura de un Decano dentro de los estatutos de la R.F.E.F. -la institución más indicada para ello-, pero no de cualquier modo, sino con las ideas muy claras y si se decide oficializar el título de Decano, que al menos se haga de forma coherente, argumentada, consensuada y con unos deberes para quien lo reciba, no como ahora que se plagia un concepto que proviene de otras instituciones, pero plagiándose lo bonito, el título, pero no las obligaciones. Esto último es hacer las cosas a medias y abonar la semilla de la confusión porque no hay normas ni hay nada.
Ha de saber la sociedad futbolística española que si desea seguir el ejemplo de los Colegios de Oficios no puede mantener un título como el de Decano en las condiciones actuales, es decir, sin normas y oficioso a todas luces, pero ha de saber también qué camino ha de elegir para oficializar este título sospesando los pros y los contras que sin duda existen y con todo lo que conllevan: si otorgarlo al club constituido más antiguo en activo tenga las raíces que tenga, si al club de fútbol más antiguo constituido expresamente para esa disciplina deportiva o al club constituido más antiguo en estar inscrito en la Federación Española. La realidad actual obliga a escoger una de las tres vías porque todas a la vez no pueden considerarse al ser distintos sus principios y diferentes los criterios, al igual que si se escoge a uno se perjudica a los otros o viceversa.
Si nos aplicamos a las definiciones de la R.A.E. y empezando por la primera, debemos valorar si nos interesa que nuestra comunidad sea la R.F.E.F. o el Fútbol Español en su totalidad porque dependiendo de qué continente elijamos resultará un contenido. Si la comunidad es el Fútbol Español el Decano será el Riotinto Balompié como heredero del Rio-Tinto English Club de 1878, pero si escogemos la R.F.E.F. nuestro abanico de posibilidades se triplica porque nos surgen tres opciones:
a) Decano como club con constitución más antigua: el Real Club Recreativo de Huelva SAD, fundado en 1889.
b) Decano como club con inscripción federativa más antigua: el Fútbol Club Barcelona, registrado el 14 de octubre de 1909 como miembro fundador de la F.E. de C.F.
c) Decano como club constituido con el fútbol como única disciplina deportiva: el Sevilla Fútbol Club SAD, nacido el 25 de enero de 1890.
En el caso de decantarnos por la segunda definición académica se abren las puertas de par en par a cualquier club federado y todos son válidos para entrar en el bombo sin excepciones siempre y cuando decidan presentarse para dicha elección y existan unos criterios para ello.
Puestos a plagiar las funciones de los Colegios de Oficios que tanto ha gustado imitar extrapolándolas al fútbol, para la elección de un Decano se podría incluso abrir otra vía: la rotación de los clubs. Esto supondría una salida similar a la adoptada por estos organismos, es decir, cada cuatro años o cada equis tiempo se elegiría entre todos los miembros uno de ellos -el más indicado- para representar a los demás con una serie de obligaciones en beneficio del colectivo. La gran pregunta que nos surge de inmediato es, ¿y para qué si esta misión ya la cumplen las federaciones territoriales?
Tal y como está todo ahora mismo, mientras no haya nada oficial hay varios ‘Decanos’ oficiosos y todos con derechos más que razonables, a no ser como sugerimos en La Futbolteca, que el título sea declarado desierto por defecto de forma y por serias deficiencias en los candidatos.
© Vicent Masià. Diciembre 2012.