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por Vicent Masià

miembro de La Futbolteca

Hablar de la Liga española para muchos es sinónimo de tomar partido por Real Madrid CF o FC Barcelona como si al margen de estas dos potencias futbolísticas no existiera nada más y, en el supuesto de haber algo, careciera de la merecida importancia.

Sin embargo, gracias a Dios, al margen de merengues y azulgranas, con todos los respetos hay todo un mundo maravilloso donde tomando también el balón como referencia, cohabitan un sinfín de clubs con simpatizantes igual o más identificados con sus respectivos equipos del alma quienes, además de sentir los colores, coinciden con la tierra donde nacieron o residen.

Ciudades como Sevilla en el sur peninsular donde no hay espacio para otros clubs que no sean Sevilla FC y Real Betis Balompié, los dos polos de la afición hispalense o grandes núcleos del norte en idéntica disposición donde Vigo se vuelca con el Real Club Celta, La Coruña con el Deportivo, Gijón con su Real Sporting, Santander con el Real Racing Club y Vetusta con el Real Oviedo, son ejemplos genuinos de que lo de casa es lo primero y lo de fuera es de los de fuera, de otros.

Sin embargo estos islotes repartidos a lo ancho y largo de la geografía nacional tienen un hermano mayor, una gran isla, archipiélago o paraíso en el que mirarse y al que seguir por su sentimiento para nada oculto de culto al amor propio y máximo respeto a lo de casa, a lo autóctono, donde se concentran varios clubs regidos por el patrón de defender, hasta el margen de lo razonable, lo doméstico: el País Vasco.

En el País Vasco, Euskadi, el apoyo sin condiciones a los jugadores de la tierra causa admiración en el resto de España y no es para menos pues su particular fútbol, criticado por algunos en muchas ocasiones e idolatrado por otros en otras tantas, sigue dando frutos y manteniendo una loable personalidad pasen los años, las décadas y hace tiempo hasta el primer siglo desde que el fútbol entró en España.

La cantera en el caso de Athletic Club y Real Sociedad de Fútbol es como el agua para la vida, cada uno con su peculiar idiosincrasia bien jueguen con futbolistas de la región exclusivamente caso de los bilbaínos o se vean reforzados con jugadores foráneos como sucede en el club donostiarra. Lo relevante es tener una base enraizada con la tierra.

El ejemplo de bilbaínos y donostiarras últimamente se ha extrapolado a otras ciudades del entorno vasco y hoy en día, con una excelente gestión, el Deportivo Alavés en Vitoria y la Sociedad Deportiva Éibar en la localidad guipuzcoana trabajan denodadamente por cimentar sus proyectos alimentándose del suelo que pisan, aunque a cierta distancia de los dos mentores y a pesar de que hayan de buscar lejos de casa en algunas ocasiones lo que en ella no encuentran.

Desde el inicio de la Liga a finales de los últimos años veinte y primeros treinta donde el poderío vasco fue enorme contando con cinco «primeras» al unísono como fueron el Athletic Club, de Bilbao, Real Sociedad de Fútbol, de San Sebastián, Real Unión Club, de Irún, Arenas Club, de Getxo y Deportivo Alavés, de Vitoria, Euskadi no contaba con tal potencialidad en el campeonato español de clubs de élite.

Hoy en día la región está de enhorabuena con cuatro sociedades en la punta de la lanza, cinco si se extiende a la hermana Comunidad Foral de Navarra, también vasca, con el Club Atlético Osasuna, habiendo reunido la temporada 2016-17 a los cinco hermanos en un minicampeonato particular donde estaba en juego ver quien de los mencionados era el mejor club vasco de la Liga y, por ende, del territorio. Un bonito reto al alcance de muy pocas regiones.

 

©La Futbolteca. Octubre 2017.