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por Ferràn Esteve

miembro de La Futbolteca

Constituido a finales de 1908 por un grupo de jóvenes sin alcanzar todavía la mayoría de edad empleando como nombre uno de los que identifica a la región y dado de alta con celeridad en la antigua Federación Regional Valenciana de Clubs de Foot-ball durante el mes de septiembre de 1909 para que dicho organismo territorial pudiera alcanzar el mínimo de cinco miembros asociados exigidos por la Federación Española de Clubs de Foot-ball con el fin de ser considerada como tal, el Levante Unión Deportiva -originariamente Levante Foot-ball Club- ha superado desde aquellos lejanos años un sinfín de situaciones adversas para ser, hoy en día, un club saneado en plena fase de expansión tanto en la ciudad de Valencia como en su provincia.

Su nacimiento externo junto al mar como contraposición a la iniciativa interna surgida en tierra en el por entonces núcleo histórico de Valencia que obedeció al nombre de Foot-ball Club Valencia -desaparecido y diluido en varios clubs a principios de los años diez-, abrió desde el principio una batalla deportiva cargada de tintes sociales y también políticos entre dos mundos muy distintos, el de ciudad estricta y el de su periferia, que no pudo detener ni la inclusión de un tercer rival en discordia, el Gimnástico Foot-ball Club, perteneciente a la aristocracia valenciana y con un incierto futuro avanzados los años treinta.

La crudeza de la Guerra Civil dejó muchas fracturas en la sociedad valenciana y, sorprendentemente, una fusión contra natura impuesta por diversos intereses que no caben en este artículo entre levantinistas y gimnásticos que dio como resultado la Unión Deportiva Levante-Gimnástico, unión que no prosperó según marcaba el papel y al poco tiempo, en tan sólo dos años y como era lógico, devolvió el mando del club a sus fundadores aunque con perceptibles cambios reflejados en los colores, del blanquinegro de los años diez y veinte y blanquiazul de los treinta al azulgrana gimnasquista mientras el nombre quedaba en Levante Unión Deportiva.

Cuando mediados los años cuarenta el club volvió a la normalidad y quiso darse cuenta, el panorama deportivo y social ya no era el mismo de apenas diez años antes y su eterno rival, constituido en 1919 y conocido como Valencia Club de Fútbol, le había comido todo el terreno atrapando a la mayoría de los aficionados locales y de la provincia, además de acumular tres importantísimos Campeonatos de Liga con los que no podía competir.

En la década de los años cincuenta las distancias entre unos y otros se acrecentaron más si cabe a pesar de que los azulgranas lograron militar varias ocasiones en Segunda División, siendo un espejismo el ascenso a la Primera División consumado a principios de los años sesenta que significó un ligero aproximamiento deportivo cargado de emoción e ilusión para los levantinistas pero que constató a su vez en apenas un par de temporadas las enormes distancias sociales y económicas respecto a los valencianistas.

Las décadas de los años setenta y ochenta, salpicadas por alguna breve incursión en la categoría de plata, soportaron tiempos de amargura sumidos en el tercer nivel futbolístico nacional representados en primer lugar por la Tercera División y luego a partir de 1977 en la Segunda División B, categorías ambas donde el aficionado azulgrana se veía desubicado y muy lejos de lo que soñaba para el futuro y de lo que había llegado a ser cincuenta años antes.

Recuperado el ánimo en los años noventa y acoplado a los tiempos modernos con su transformación en S.A.D. aprobada en 1995, la entrada de Pedro Villarroel en 1997 devolvió lentamente al club a una situación de privilegio que no se recordaba en varias generaciones alcanzando el éxtasis con el inicio de la primera década del nuevo siglo cuando los azulgranas, de forma intermitente, entraron en la élite del fútbol profesional disfrutando de hasta tres temporadas en Primera División.

Los excesos y peculiar forma de administrar el club por parte de Villarroel condujeron a la sociedad levantinista casi hasta el colapso, temiéndose en el entorno azulgrana una preocupante recaída al pasado que echara por la borda tanto esfuerzo y tanta lucha mantenida a partes iguales por distintas directivas, jugadores y miles de aficionados. El empleo de la Ley Concursal y el acceso en 2009 de Francisco Javier Catalán a la presidencia eran los recursos extremos para evitar el desastre.

MODELO DE GESTIÓN

Pasados los años el Levante U.D. pasó de estar contra las cuerdas a convertirse el modelo de gestión implementado por Francisco “Quico” Catalán en motivo de estudio en universidades y clubs en situación similar, un ejemplo a nivel deportivo, económico y social por la forma en la que la directiva azulgrana había afrontado un reto tan complicado como es un Concurso de Acreedores, salvado con éxito sobresaliente.

Renacido de sus cenizas en un breve margen, la profesionalización del club en todas sus facetas y el establecimiento de una estrategia a corto y medio plazo sentaron las bases de una transición por la Segunda División que se alargó durante dos cortas temporadas, regresando laboriosamente a Primera División al término de la campaña 09/10 en lo que se podía considerar un milagro dada la situación adquirida unos años antes.

EL DESCENSO DE 2016

La estructura creada y el cambio de rumbo establecido por la directiva condujo a los azulgranas a permanecer en la Primera División nacional seis temporadas consecutivas hasta que en la temporada 15/16 se produjo el descenso de categoría tras una deficiente planificación deportiva tomada con prisas a punto de finalizar la pretemporada. Este accidente, consumado el 2 de mayo de 2016 en Málaga frente al titular de La Rosaleda, fue una advertencia de que en el fútbol no valen sólo las buenas intenciones y creer disponer de un equipo solvente, sino que al final de cada temporada, incluso antes de que termine, se ha de trabajar en la siguiente para no llegar tarde a los plazos naturales que marca la pretemporada.

El nombramiento de Tito Blanco como director deportivo y Carmelo del Pozo como secretario técnico tenían la difícil misión de sustituir con garantías la labor de un cansado Manolo Salvador, parte sustancial en la elaboración de las plantillas azulgranas de la última década.

Realizar cambios era obligatorio, ineludible, así como atraer un entrenador y jugadores contrastados que se adaptaran a la Segunda División, entendieran qué se les exigía y estuvieran comprometidos en devolver al club a Primera División. Pero no era lo único pendiente, había más. Necesario era también ilusionar a la afición, crearle expectativas y darles un premio por su aliento, su apoyo y su asistencia contra viento y marea al Estadi Ciutat de València.

Entre las medidas a tomar se aprobó una reducción en el precio de los abonos de la temporada 16/17 de un veinte por cien respecto a la anterior pero además, como hecho digno a destacare insólito en muchos clubs, se anunció a todos los aficionados que se premiaría la fidelidad de los abonados que retiraran su abono asegurándoles tener el pase gratis para la temporada 17/18 si el primer equipo ascendía a Primera División con la única condición de que el abono de la campaña 16/17 debía ser usado un mínimo de 18 encuentros de Liga, pudiéndose transferir éste a otra persona para que accediera al asiento del abonado ante cualquier imposibilidad del titular.

La respuesta a tan inusual medida fue categórica y la plantilla, líder desde el primer encuentro, consiguió el ascenso conquistando la primera plaza con holgada ventaja respecto a su más inmediato perseguidor, el Girona F.C. En cuanto a la afición, fiel y comprometida como los jugadores y técnicos, partirá durante la temporada 17/18 con 12.000 abonados con el pase gratuito en Primera División, una temporada en la cual el club se asegurará 43 millones de euros como mínimo procedentes de los derechos de televisión y donde se espera no incurrir nuevamente en errores del pasado reciente aunque en el fútbol nada se puede afirmar con rotundidad.

LA NUEVA IMAGEN DEL ESTADI CIUTAT DE VALÈNCIA

A la impermeabilización y fortalecimiento de la estructura del estadio, en la temporada 15/16 se sumó un cambio total de los asientos incorporando el nombre del club y uno de los símbolos que lo identifican, la popular y reconocida “granota” (rana), dando lugar a un profundo lavado de cara interior.

En el verano de 2017 se ha acometido el lavado de cara exterior para cubrir los pilares y huecos de las graderías visibles desde las calles y avenidas circundantes al coliseo azulgrana empleando grandes lonas, además de ejecutar grandes reformas en los palcos VIP, esperándose en el futuro, cuando haya presupuesto, renovar la iluminación y sustituir la maltrecha cubierta de tribuna por una nueva que proporcione confort y, sobre todo, seguridad a quienes se sientan debajo.

L’EQUIP DELS VALENCIANS

En los últimos años el Levante U.D. ha experimentado un notable crecimiento aprovechando en gran medida la coyuntura de la ciudad y dos hechos de importante trascendencia como son, de un lado el bajón sufrido por el Valencia C.F. a consecuencia de los acontecimientos vividos por el club de Mestalla, pasando la mayoría de las acciones a un ciudadano extranjero como Peter Lim y su nefasta gestión en tres años de titularidad y, de otro lado, la asombrosa gestión mantenida por la directiva levantinista capaz por sí sola de originar una expansión en medio de una situación de profunda crisis económica a nivel mundial iniciada en 2008.

Dentro de la particular batalla que mantienen Levante U.D. y Valencia C.F. por conservar el apoyo de sus fieles seguidores y, además, captar la atención de nuevos aficionados entre la juventud de la ciudad de Valencia y su zona de influencia, cabe mencionar los eslóganes empleados por unos y otros donde destaca el dispuesto por los azulgranas en una de las fachadas de su estadio donde se lee con gran claridad “L’equip dels valencians” (El equipo de los valencianos), dando a entender que el Levante U.D. es el equipo de todos los valencianos, residan en la ciudad de Valencia, provincia de Valencia o en cualquier localidad de la Comunitat Valenciana, con el permiso del resto de los clubs alicantinos, castellonenses y valencianos, dejando el mensaje subliminal pero claramente entendible de que su rival sería por lo tanto un club de no valencianos o al menos sus dirigentes haciendo alusión a quiénes manejan hoy en día el club rival.

Profundizando en este juego de palabras, es necesario aclarar que la actual Comunitat Valenciana, nombre adoptado en 1982 tras la aprobación del Estatuto de Autonomía por el pueblo organizado históricamente como Reino de Valencia y considerado como nacionalidad histórica, comprende las provincias de Alicante, Castellón y Valencia, coincidiendo esta última denominación con la capital autónoma y ciudad de la que toma nombre la comunidad autónoma, además de una de las tres provincias en las que se subdivide administrativamente.

 

©La Futbolteca. Octubre 2017.