por Vicent Masià
Introducción
Cuando el 18 de julio de 1936 parte del ejército se sublevó en contra de la II República, nadie en esos momentos pensaba ni incluso sospechaba que los derroteros que iba a tomar el golpe de Estado iban a causar la fractura de España en dos bandos y una contienda fraticida entre hermanos durante varios años. En general, y sobre todo al principio, casi acostumbrados a brotes militares durante el último siglo, practicamente todo el mundo era de la idea de que aquel alzamiento militar sería breve y que pronto se iban a deponer las armas solucionándose las rencillas de una forma u otra aunque quedasen secuelas. Sin embargo, contrariamente a lo esperado, este deseo desafortunadamente no se alcanzó y el conflicto armado se prolongó largamente afectando a todas las capas sociales y a todos los estamentos sin quedar nadie a salvo, con mucho derramamiento de sangre, demasiado.
En la parte que nos afecta, el deporte y dentro de él nuestra disciplina favorita, el fútbol, tampoco salió este de rositas y cual los dos bandos en los cuales quedó dividida y desgarrada nuestra patria, en dos quedaría tras unos meses de cruenta guerra la Federación Española de Fútbol. Pero volvamos a julio de 1936. La FEF, poco después de levantarse el ejército, fue incautada por representantes del Frente Popular quienes sustituyeron al presidente electo Leopoldo García Durán por el frentepopulista José María Mengual, un exdirectivo de la Ag.D. Ferroviaria de Madrid. Mengual, hombre avispado, no tuvo dudas en mantener en su puesto por su diligencia e imparcialidad al que hasta la fecha era Secretario General de la FEF, Ricardo Cabot, presumiendo que el brote militar duraría escasas fechas y Cabot – el más indicado para ello -, podía cumplir con sus funciones de forma profesional durante lo que tardase e finiquitarse el conflicto. Las semanas pasaban, los meses también y Cabot, en vistas de que la situación cada vez iba a peor y nada presagiaba un armisticio, nada más tuvo ocasión se trasladó a Barcelona, su ciudad de origen, dejando prácticamente huérfana de funcionalidad efectiva la FEF en Madrid. Con García Durán desaparecido, la FEF incautada y Madrid aislado del resto de la zona fiel a la II República, Ricardo Cabot desde Barcelona se convirtió en el máximo representante de la FEF gubernamental hasta el punto de ser él mismo casi la FEF, pero no sin antes de estos acontecimientos y de su traslado a Barcelona, como buen dirigente que era, dejar cerrada, dominada y bastante clara la situación legal y oficial del fútbol español.
Suspensión de las competiciones oficiales a nivel nacional
En el mes de octubre, pasados ya varios meses tras el inicio de la contienda, la escalada bélica no sólo no se reducía sino que se incrementaba paulatinamente, llegando al punto de que los clubs estaban sumamente preocupados por su futuro inmediato y no sabían como reaccionar ante una temporada 36/37 en ciernes que se les echaba encima. La comunicación con Madrid no era la deseable, medio país estaba bajo las armas de un bando y el otro luchaba por no ser ocupado, nadie sabía apenas nada de nadie y todos esperaban órdenes desde la sede federativa para conocer de primera mano qué decisiones adoptar, aunque todos temían – como no podía ser de otra manera -, que el Campeonato 36/37 fuese suspendido o en el mejor de los casos aplazado hasta que la situación política se zanjase. Consciente de su liderazgo, Cabot hizo los deberes y tras analizar la delicadísima situación en la cual se encontraba sumido el país no tuvo más remedio que actuar con celeridad y emitir una circular a todas las federaciones territoriales el 3 de octubre que confirmaba las peores sospechas:
El comité Ejecutivo de la FEF ha tomado los siguientes acuerdos:
1º. Suspender la temporada en juego para toda clase de Competiciones oficiales de esta Federación, mientras no se dicten otras disposiciones que dejen sin efecto las presentes.
2º. Autorizar a las Federaciones Regionales para que procedan de igual manera en cuanto a las competiciones oficiales que les son propias, y en cuanto a las Superregionales en que estén interesadas, sin perjuicio de que si la situación especial de cada Región permite estimarla de otro modo subsistan aquellas que puedan jugarse, pero en la inteligencia de que, en este caso, será bajo su exclusiva responsabilidad.
Tras esta escueta pero tan transparente circular quedaban suspendidas las competiciones oficiales a nivel nacional de las cuales la FEF era el máximo organismo responsable: la Liga Nacional de Clubs en sus distintas categorías y el Campeonato de España de Fútbol. La temporada 36/37 a nivel estatal echaba el cerrojo hasta nuevo aviso. Sin embargo, Ricardo Cabot, aquel catalán que había vivido en sus propios fueros la eclosión del fútbol en España siendo: jugador, directivo, presidente de un club de fútbol, presidente de la Federación Catalana, abogado legislador y secretario de la FEF; no quería dejarse ninguna puerta abierta, no quería dejar flecos pendientes y autorizaba con su puño y letra que los Campeonatos Regionales dependientes única y exclusivamente de las federaciones territoriales se disputasen si la situación bélica lo propiciaba, porque Cabot, inteligente como era y conociéndose como la palma de su mano las leyes federativas cuyos estatutos habían salido de su privilegiada mente, sabía perfectamente que la Federación Española era la Federación de Federaciones y que en estas estaba su poder como había quedado firmado tras el consenso obtenido en 1913 entre los representantes de la RFECF y la RUECF. Las federaciones territoriales estaban por derecho propio legitimizadas para organizar torneos y campeonatos regionales y darles bajo su consentimiento o tutela, legalidad y oficialidad tal y como la propia FEF hacía con los campeonatos nacionales y eso, era decir mucho y bien. Gracias a estos dos acuerdos dados a conocer el 3 de octubre, diversas regiones como Cataluña, Valencia, Murcia o Baleares, alejadas en principio del frente, pudieron disputar sus torneos regionales con carácter oficial y legal durante al menos uno o dos años, según los casos y en pleno conflicto.
Ricardo Cabot como único representante de la FEF en activo y ante el silencio de la sede central de Madrid, actuó en consecuencia adoptando plenos poderes y convirtiéndose en la voz más autorizada. Cabot era quizás la persona más idónea para regir los destinos de la FEF en esos tiempos y entre su extenso currículum constaba la redacción de los estatutos y reglamentos de la FEF tras la reestructuración de 1913, algunas modificaciones de estos y muchos tratados jurídicos del ámbito futbolístico. Consciente de la legislación vigente de la cual él mismo era parte implicada y partícipe, fue fiel a sus ideas y supo que la decisión tomada era la más acertada y que en ningún caso estaba autorizado a suspender los campeonatos regionales ni aún menos inmiscuirse en las decisiones de las federaciones territoriales porque estas, desde 1913, eran autónomas dentro de la propia federación nacional para auto regirse y organizar torneos en su ámbito geográfico. Nadie se lo podía impedir. La gran reforma de 1913 en la que la Real Federación Española de Clubs de Foot-ball se reestructuró profundamente tras un mano a mano con la Real Unión Española de Clubs de Foot-ball y que acabó con la disolución de ambas para crear una nueva denominada Real Federación Española de Foot-ball, otorgaba plenos poderes a las federaciones territoriales y les concedía autoridad para convocar campeonatos regionales y decisión para legislar, ejecutar y sancionar. En correspondencia a estas leyes, Cabot suspendió la temporada 36/37 a nivel nacional y sabedor de sus limitaciones a nivel regional sólo pudo autorizar, nunca obligar, a que las federaciones territoriales le secundasen dejando la opción a que estas, como autónomas que eran, actuasen según su propio criterio y según su responsabilidad.
Autorización de las competiciones oficiales a nivel regional
Tras el alzamiento del 18 de julio, las federaciones fieles a la II República habían sido incautadas bien por miembros del Comité Frentepopulista como el caso de la Federación Murciana y de la Federación Centro con sede en Madrid, por el Comité de Espectáculos Públicos de la UGT en el de la Federación Valenciana o por la Generalitat a través de su Comisaria d’Educació Física i Esports en el caso de la Federación Catalana. Estas ocupaciones, sin embargo, no fueron impedimento alguno para que las federaciones catalana, murciana y valenciana, dentro de la anómala situación, pudieran desarrollar con ciertas garantías la temporada 36/37 pues en alusión a las indicaciones de Ricardo Cabot en su circular del 3 de octubre, la situación en estas regiones era especial al estar alejadas del frente y se podía jugar al fútbol bajo su entera responsabilidad. Dichas federaciones, en base a la Ley que recogía la circular del 3 de octubre, quedaban facultadas para continuar su actividad deportiva y todas promovieron la disputa de sus respectivos campeonatos regionales con el carácter oficial de siempre. Las federaciones murciana y valenciana organizaron conjuntamente el Campeonato Regional de Levante del cual fue vencedor el Valencia F.C. mientras que del Campeonato Regional de Cataluña lo fue el Club Deportivo Español, de Barcelona. Ambos campeonatos dieron inicio el 4 de octubre, terminando el levantino el 13 de diciembre y el catalán el 20 del mismo.
Finiquitados ambos torneos regionales, la guerra seguía en activo adquiriendo una escalada que hacía presagiar un lejano armisticio. Se había estrenado apenas 1937 y aún quedaban muchos meses por delante para dar por cumplida la temporada 36/37 cuando a iniciativa del F.C. Barcelona, se pensó en ocupar ese espacio de tiempo con un torneo en el cual, bajo formato de Liga, se disputasen encuentros a dos vueltas donde surgiese finalmente un campeón. Tras ser informada la Federación Catalana, para desarrollar tal idea y darle un aspecto de más empaque, más si cabe teniendo en cuenta que esos encuentros iban a proporcionar un importantísimo y necesario dinero en efectivo para la subsistencia de las propias sociedades, el torneo se pensó hacerlo extensible a los clubs valencianos y murcianos que en esos instantes todavía podían competir en condiciones. Dicho y hecho, tras idas y venidas de dirigentes federativos de Barcelona a Valencia y viceversa, o bien aprovechando encuentros amistosos entre clubs de ambas regiones, se llegó a un acuerdo tomado – como consta en prensa – en la sede de la Federación Catalana en el cual quedaba aprobada la I Liga Oficial Cataluña-Valencia en obligada referencia a los dos únicos organizadores, quedando excluidos los clubs pertenecientes a la Federación Murciana quienes expresamente habían anunciado su retirada del proyecto al carecer de medios para desplazarse y encontrarse con sus arcas totalmente vacías. Entre las bases de este torneo que una vez finalizado fue posteriormente recordado como Liga del Mediterráneo, constaba la participación de ocho sociedades, cuatro catalanas y cuatro valencianas, iniciándose el campeonato el 31 de enero de 1937 y finalizando a principios de mayo con el F.C. Barcelona como claro vencedor.
Este torneo oficial promovido por las federaciones catalana y valenciana bajo la supervisión de la Secretaría General de la FEF representada por Ricardo Cabot no sería el último a disputar en esa campaña. Cuando finaliza esta competición en mayo de 1937, el por entonces presidente del Valencia F.C., Rodríguez Tortajada, siguiendo el formato que se había mantenido en España durante los años precedentes con el binomio Liga y Copa, propone a la Federación Valenciana crear un Campeonato de Copa con el beneplácito de los clubs valencianos más importantes. Esta propuesta es transmitida, como consta en prensa, a la Federación Catalana y luego a la FEF con sede en Barcelona cuya cabeza visible es Ricardo Cabot, su secretario general. La federación nacional que dirige Cabot con gran atino pero que se mantiene entre alfileres al estar bastante debilitada, no tiene inconveniente en autorizar su disputa y de inmediato se inician las conversaciones entre las federaciones catalana y valenciana para dirimir las bases del torneo mientras se consigue paralelamente un trofeo donado por el presidente de la República que en esos instantes tiene su gobierno en la ciudad de Valencia. Como sucediese con la I Liga Oficial Cataluña-Valencia, los viajes de federativos y dirigentes de clubs catalanes a Valencia y de estos a Barcelona son continuos, aceptándose no sin antes resolverse algunos sonoros problemas internos a nivel promocional surgidos dentro de la Federación Catalana: que la Copa sea disputada con el novedoso sistema de liguilla a doble vuelta y con un encuentro final entre los dos primeros clasificados. Los participantes elegidos para concurrir en tal torneo son los dos primeros catalanes y valencianos clasificados en la recién concluida I Liga Oficial Cataluña-Valencia, pero el F.C. Barcelona, el Campeón, declina su participación al estar inmerso en su gira americana que tiene como fin recaudar fondos, siendo su puesto ocupado por la Gerona F.C. El 6 de junio se inicia el torneo y en la prensa es anunciado pomposamente como Copa de España Libre en alusión de que en este campeonato sólo figuran clubs fieles a la II República, quedando sin representación la España ocupada por los sublevados. Para captar la atención de los aficionados y que acudan en masa a los estadios durante los encuentros eliminatorios se le da un tratamiento comparativo a un Campeonato de España de Fútbol, distinción de la que obviamente carece al ser disputada por clubs asentados en una fracción del país, alcanzando la final los dos clubs valencianos en escena, Levante F.C. y Valencia F.C. en detrimento de C.D. Español y Gerona F.C. que han quedado eliminados. El partido definitivo se efectúa en Sarriá casualmente el 18 de julio de 1937 (pasado justo un año del alzamiento militar), y en este los levantinistas se imponen por 1-0 a los valencianistas con gol de Nieto.
Estos torneos y campeonatos disputados entre 1936 y 1937 en la zona fiel a la II República a los que hay que sumar los organizados durante 1938 en Cataluña, son todos oficiales y legales al ser promovidos por las federaciones catalana y valenciana, órganos legítimos y plenos de autonomía que, entre otras restantes, dan conformidad a la Federación Española de Fútbol (Real entre los años 1913 y 1931) según los estatutos aprobados en 1915 por todos los delegados presentes en la Asamblea Nacional de aquel año. La FEF gubernamental de entre 1936 y 1939 adscrita a la FIFA es la única legal y oficial reconocida a nivel internacional y las decisiones adoptadas por esta y sus súbditas, las territoriales, son igualmente oficiales.
Anulación de las competiciones oficiales en zona gubernamental durante la guerra
Cuando en 1937 se crea la FEF nacional tutelada por los militares con sede en San Sebastián a instancias del general José Moscardó, esta federación solicita casi de inmediato su correspondiente ingreso en la FIFA, organismo que reacciona con sorpresa y cautela a medias denegando su instancia y no reconociéndola al existir ya una oficial con sede en Madrid, aunque provisionalmente ejerce desde Barcelona a través de su secretario general Ricardo Cabot. Este rechazo inicial por parte del máximo órgano futbolístico mundial sito en París, a medida que la guerra avanza y los nacionales se imponen mientras los gubernamentales retroceden, empieza a dar un giro progresivo a la par que el conflicto y adquiere simpatizantes dentro de la FIFA, sobre todo con su influyente vicepresidente, el italiano Giovanni Mauro, quien presiona entre sus compañeros para que la postura inicialmente tajante y radical se convierta en tolerante. A finales de 1937 la FEF de San Sebastián, que preside el teniente coronel Julián Troncoso, ante la falta de actividad y localización de gran parte de los miembros de la FEF otrora en Madrid y con ahora representación en Barcelona a través de su secretario Ricardo Cabot, pasa a ser oficiosa y se le concede la organización de encuentros internacionales – siempre y cuando no sean oficiales -, y todo lo concerniente a las atribuciones propias de una federación de ámbito estatal. En primavera de 1939, una vez finalizada la guerra, la FEF de San Sebastián pasa a dirigir de forma unificada el destino del fútbol español y traslada su sede a Madrid, aunque no precisa ser reconocida oficialmente por la FIFA porque ante los ojos de esta sigue siendo la única adscrita desde 1913 y veladamente actúa como si nada hubiese pasado durante estos tres amargos años. Es el momento de ponerse a trabajar y de inmediato se ponen las primeras piedras para reconstituir el fútbol español, tan castigado en el trienio anterior, expresando su presidente Julián Troncoso mediante prensa sus ideas e impresiones de lo que desea sea la nueva era.
El 24 de julio de 1939, apenas unos meses tras el fin oficial del conflicto, los dirigentes de la FEF a instancias de la Delegación Nacional de Deportes, órgano que la supedita, estudian mediante asamblea la reorganización de las competiciones de ámbito nacional y regional en vistas a la próxima campaña 39/40 que se iniciará tras el verano y ante la cual quedan muchas cosas por hacer. En esa misma asamblea se nombra también una comisión que se encargará de reformar los estatutos y reglamentos existentes adaptándolos a la nueva situación política vigente que restará poder a las federaciones territoriales y a los clubs, dejándolo presuntamente todo en manos de la federación nacional. Sin embargo, estos acuerdos – necesarios para revitalizar la dinámica interrumpida en 1936 -, quedarán ensombrecidos por una decisión sin precedentes que desvirtúa y aniquila de cuajo una parte de la historia del fútbol español: se declaran nulos, sin validez ni efectos las clasificaciones establecidas y los compromisos adquiridos desde el pasado 18 de julio de 1936, retrotrayendo a esta fecha la situación contractual tanto de clubs como de jugadores, además de emprender una fuerte depuración ideológica de árbitros, jugadores y directivos.
Esta medida política tomada arbitrariamente por la Delegación Nacional de Deportes que preside el general José Moscardó, significa que las competiciones disputadas entre 1936 y 1939 son borradas pese a ser desde el principio oficiales, haber sido originadas por federaciones territoriales democrática y legalmente constituidas, estar supeditadas por la FEF y ser este organismo miembro afiliado a la FIFA y reconocido por esta. Es decir, la FEF se niega a sí misma, un acto impropio puesto que un organismo no puede negarse a sí mismo igual que una persona cabal no puede pensar de una manera, luego de otra, discutir consigo misma, castigarse y luego auto negarse. Esta decisión que sólo es comprensible bajo la óptica de quien ha vencido en guerra, adquiriere el agravante de que no condenan ni invalidan aquellos torneos y competiciones organizados por la FEF con sede en San Sebastián como es el Torneo de las Brigadas Navarras o el Torneo Nacional de Fútbol de 1939 conocido como I Copa de S.E. el Generalísimo o Campeonato de España, afectando sólo a los organizados por la FEF de Madrid con sede provisional en Barcelona. De repente los campeonatos regionales disputados en Cataluña, Valencia y el mancomunado de Levante formado por las federaciones de Valencia y Murcia son declarados ilegales no constando en futuros anuarios y recopilatorios históricos tanto privados como federativos. Lo mismo sucede con el I Torneo Oficial Cataluña-Valencia y la Copa de España Libre, torneos ambos oficiales que nunca amistosos, pues de ser considerados así no hubiesen sentido el pesado estigma de ser condenados e ignorados, los cuales dejan de ser reconocidos por ser torneos organizados bajo poder gubernamental. En la actualidad ambos sólo perviven en la memoria de los aficionados y en especial de aquellos que como en el caso de este último, lo conquistaron brillantemente: los levantinistas.
En las décadas siguientes nada cambia y el silencio es absoluto, siendo ocultada cualquier referencia que rememore aquellos torneos oficiales disputados durante la confrontación bélica. Historiadores de clubs o federativos enlazan la temporada 35/36 con la 39/40 como si nada hubiese ocurrido durante los años intermedios, hasta que ya en plena democracia y bien avanzada esta, surgen tímidas voces que hacen referencia a estos hechos que sucedieron, y tanto que sucedieron.
Solicitud de reconocimiento de las competiciones oficiales en la zona gubernamental
La apertura avanza lentamente y en los primeros años del nuevo siglo la popularidad de la Copa de España Libre se acrecienta hasta que llega a instancias del Gobierno a través de una Propuesta no de Ley presentada en el Congreso de Diputados por el Grupo Parlamentario Verde-Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, el 2 de febrero de 2005 que dice así:
Tras esta Proposición no de Ley, dos años y medio después (en el mes de septiembre del año 2007), el Congreso de los Diputados aprueba una nueva Proposición no de Ley en la que se insta a la Real Federación Española de Fútbol a estudiar la posible oficialidad de la competición:
Comisión de Educación y Ciencia
161/000588
La Comisión de Educación y Ciencia en su sesión del día 25 de septiembre de 2007, ha acordado aprobar con modificaciones la Proposición no de Ley para el reconocimiento de la Copa de la España Libre o Copa de la República como legal y oficial a todos los efectos, presentada por el Grupo Parlamentario Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds y publicada en el “BOCG. Congreso de los Diputados”, serie D, núm. 154, de 15 de febrero de 2005, en los siguientes términos:
“El Congreso de los Diputados insta al Gobierno a dirigirse a la Federación Española de Fútbol para que lleve a cabo los trámites necesarios para el reconocimiento oficial a todos los efectos de la celebración del Campeonato de Copa de 1937, de sus participantes, de la final de Barcelona, así como del resultado que dio como vencedor al Levante U.D. (en aquel momento denominado Levante F.C.)”.
A dicha Proposición no de Ley se formuló una enmienda, cuyo texto, asimismo, se inserta.
Se ordena su publicación de conformidad con lo previsto en el artículo 97 del Reglamento de la Cámara.
Palacio del Congreso de los Diputados, 27 de septiembre de 2007. – P.D. El Secretario General del Congreso de los Diputados, Manuel Alba Navarro.
La enmienda decía así:
A la mesa de la Comisión de Educación y Ciencia
En nombre del Grupo Parlamentario Socialista, me dirijo a esa Mesa para, al amparo de lo establecido en el artículo 194.2 y siguientes del vigente Reglamento del Congreso de los Diputados, presentar la siguiente enmienda a la Proposición no de Ley para el reconocimiento de la Copa de la España Libre o Copa de la República como legal y oficial a todos los efectos, del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds.
Enmienda
De sustitución.
Se propone sustituir el texto por lo siguiente:
“Proponer a la Federación Española de Fútbol una investigación para la comprobación de la realización del Campeonato de Copa de 1937, la final de Barcelona de ese año y el resultado que dio como vencedor al Levante U.D. y, si tuviera resultado positivo, el reconocimiento oficial de dicho campeonato, participantes y vencedor a todos los efectos”.
Palacio del Congreso de los Diputados, 24 de septiembre de 2007. – Julio Villarrubia Mediavilla, Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso.
El resultado del informe
La demanda que a través del Congreso de los Diputados emprende el Levante U.D., nueva denominación del Levante F.C. tras haberse fusionado con el Gimnástico F.C. en 1939 y después de haberse denominado transitoriamente U.D. Levante-Gimnástico entre 1939 y 1941, tal y como está redactada y pese a su buena intencionalidad, presenta algunos comentarios erróneos como el de “sucesora de la Copa de España” que pueden inducir a confusión puesto que el que la Copa de España Libre pretenda ser equiparada y considerada como Campeonato de España de Fútbol, es un planteamiento equívoco ya que no fue creada con ese rango de sucesora, sino como sucedánea de ésta, algo muy distinto, pero a menor escala y con una limitación geográfica restringida y no de ámbito nacional, sino superregional. Tal y como indica la Proposición no de Ley, el único órgano competente para conceder o no esta sugerencia es la RFEF y cual es la sorpresa que esta entidad no la atiende personalmente como su importancia requiere sino que delega tal responsabilidad en una asociación privada que investiga hechos históricos y fundamentalmente estadísticos de nuestro fútbol requiriéndole un informe consultivo.
Esta asociación, CIHEFE, en base a unos parámetros elegidos por sus propios miembros decide rechazar las tres acciones descritas en la Proposición no de Ley y tras cumplimentar un reducido informe, transmite su parecer a la RFEF para que evalúe su conclusión. Entre las distintas notas que figuran en el informe leemos que se desestima la equiparación de la Copa de España Libre como Campeonato de España, algo que ya de inicio sorprende por cuando no está contemplado entre las tres acciones que requiere la Proposición no de Ley, es decir, no se puede entrar a valorar un comentario aparecido en la exposición de motivos cuando lo realmente en juego son las tres acciones solicitadas. Pero sin duda lo más sorprendente es que además, y cuando nadie espera leerlo, tal y como ya sucediese en 1939 con la Delegación Nacional de Deportes encabezada por el general José Moscardó y su subordinada la FEF, este informe niega la oficialidad de la misma. ¿Desde cuando una entidad privada a la cual se le encomienda un estudio tiene competencia para negar la oficialidad de un torneo o competición organizado por una o varias federaciones territoriales, en este caso dos, como lo fueron la catalana y la valenciana? Ante circunstancias como ésta desearíamos que el fallecido maestro Don Félix Martialay estuviese con nosotros y nos explicase esto con todo lujo de detalles, frase a frase, palabra por palabra y mirándonos a los ojos. Por segunda vez en la historia la RFEF se ve supeditada por la opinión de dos organismos ajenos, en 1939 por imposición de una Delegación Nacional de Deportes politizada y militarizada y en 2009 a petición propia delegando en un ente privado, CIHEFE, que le aconseja y marca las pautas a seguir ante su manifiesta incapacidad para evaluar una Proposición no de Ley a instancia del Congreso de los Diputados.
Este último suceso presenta además el incomprensible y kafkiano hecho añadido de que los miembros federativos, una vez conocido el dictamen del susodicho informe, efectúan una votación para decidir si se acepta o no lo que este dice. ¿Cómo se puede someter a votación el dictamen final de un trabajo realizado por encargo después de reclamar la ayuda de esta asociación privada tras no sentirse la propia RFEF capacitada para resolver la reclamación que se le ha presentado? Si no hay fundamentos suficientes que garanticen, estudien y den solución a una propuesta que les llega desde el Congreso de los Diputados, siendo coherentes tampoco los hay para votar si la solución proporcionada por terceros es válida o no, pues es incongruente juzgar una cosa que no se sabe.
Condicionantes del informe CIHEFE
Entre los condicionantes que alega CIHEFE para no oficializar la Copa España Libre de 1936-37 constan argumentos tan inconsistentes o faltos de rigor tales como que el trofeo no fue entregado al Levante F.C. por el mismísimo presidente de la República, como si este estuviese obligado a entregar personalmente y en público dicho premio con el riesgo que a su integridad física en tiempo de guerra ello implicaba (hubiese sido irresponsable e impropio de una autoridad de tal rango y el mismo criterio tuvo el Generalísimo para no acudir a Barcelona en 1939 a la entrega del trofeo que llevaba su nombre y considerado como Campeonato de España). Que el torneo fue amistoso porque supuestamente – sin existir ni un solo comentario en prensa que lo atestigüe – el trofeo fue entregado por Rodríguez Tortajada, presidente del Valencia F.C. y no han encontrado referencias a que ni José María Mengual como presidente de la FEF ni Ricardo Cabot como secretario general estuviesen presentes en la final, es decir, se deja caer que si la prensa no cita el nombre de una autoridad es que esta no ha asistido y obviamente es porque se trata de un amistoso. Que el torneo fue ideado y organizado en exclusiva por Rodríguez Tortajada, algo ya comentado en líneas anteriores y a la prensa nos remitimos que no fue exactamente así y que si bien fue ideado por el presidente valencianista luego fue consensuado, concretado y consumado por las federaciones catalana y valenciana basándose en unas reglas establecidas o que la FEF gubernativa no estaba en activo y que en ningún momento organizó tal torneo, una equivocación más pues sí existía, tenía su sede provisional en Barcelona y su máximo representante era el activísimo Ricardo Cabot tal y como se ve en la correspondencia que este mantiene con la FIFA de París hasta meses después de la disputa del torneo cuando en el mes de noviembre, ante las preguntas de la FIFA sobre la actividad en su zona, contesta que en Cataluña se está compitiendo oficialmente – el Campeonato Regional de 1938 -, además de que hay que incidir una vez más que dicho torneo no fue organizado por la FEF sino por las federaciones catalana y valenciana bajo la autorización y custodia de la FEF de Barcelona, que no es lo mismo, una condición esta de la custodia que hasta el mismo IFHHS (órgano dependiente de la FIFA y del cual es CIHEFE una sucursal española, para mayor contradicción), mantiene en sus pronunciamientos para legalizar y oficializar un torneo.
Por si no fuesen suficientes motivos para denegar su oficialidad basándose en presuntos supuestos y ante el temor de que alguien pueda seguir reclamándola como es de justicia hacerlo (para ello basta con consultar toda y no parcialmente prensa barcelonesa y valenciana de esa fechas), en el informe se alega así mismo que los clubs valencianos entregaron sumas de dinero a los clubs catalanes para que accediesen a disputar el torneo cuando este requisito nunca se había dado con anterioridad, una decisión que claramente y en modo alguno, no resta oficialidad sino que se toma en esos precarios instantes porque los clubs valencianos desean seguir compitiendo y hacer taquilla para autofinanciarse aunque tengan que pagar un pequeño precio a cambio, una opción comprensible que al mismo tiempo beneficia de igual manera a sus receptores, los clubs catalanes, quienes consiguen de este modo obtener unos ingresos que de no ser así difícilmente se alcanzarían en medio de una guerra. Para rematar indican que el trasiego de jugadores fue constante, que no tenían ficha y que esto venía a enturbiar el desarrollo de una competición, llamémosle tradicional y al uso. Quizás estos señores hayan olvidado que estaban en medio de una situación anormal, en plena guerra, dentro de una situación terrible donde había centenares de muertos todos los días y sobre todo de la circular de la FEF del 23 de septiembre de 1936 que indicaba:
“Los jugadores pertenecientes a las Federaciones Regionales enclavadas actualmente en zonas de guerra afectas a los rebeldes y que se hallen en zonas afectas al Gobierno, pueden fichar libremente, en la forma que gusten, por clubs enclavados en su actual residencia con la expresa condición de que una vez restablecida la normalidad y sofocada la rebelión, vuelvan al club de procedencia”.
A esta circular hay que añadir una complementaria emitida esa misma fecha por el Sindicato de Profesionales del Fútbol de Cataluña con el beneplácito del sindicato UGT y de la Federación Catalana que decía: “Todos aquellos jugadores que el día 25 de septiembre no hubieran llegado a un acuerdo con su club para la renovación del contrato, quedan en libertad”. Además de estas circulares legales hay que sumar que algunos jugadores enclavados en zonas controladas por el ejército nacional, lograron escapar al cerco y movidos por el hambre y la única posibilidad de obtener dinero con lo que sabían hacer, se enrolaron en clubs bajo control gubernamental no por comodidad, sino por mera supervivencia. Argumentar con toda la documentación existente en la prensa valenciana y catalana que la Copa de España Libre fue un torneo organizado por Josep Rodríguez Tortajada y equipararla a un torneo amistoso veraniego es desvirtuar la realidad, luchar contra la historia y remar contra corriente por lo explícitos que los medios periodísticos de Valencia y Barcelona son con este torneo y en especial por el rango que le adjudican. Pero si catalogar este torneo como veraniego ya es molesto y hasta cierto punto ofensivo para los aficionados o seguidores de los clubs partícipes y federaciones organizadoras del evento, ¿qué podemos decir de adjudicar a Rodríguez Tortajada toda su responsabilidad? Seguir esta línea conociendo el desarrollo del torneo y todos los recovecos que se dieron cita no se puede en modo alguno aceptar puesto que sería entender que el presidente del Valencia F.C. fue quien pagó de su propio bolsillo todos los viajes desde Barcelona a Valencia y viceversa mas todos los gastos de los encuentros disputados tanto en semifinales como en la final, además de la parte correspondiente que se le asignaba a cada club, es decir, algo increíble en una época en la que no había apenas dinero y la organización del torneo obedeció a motivos totalmente opuestos cuales eran precisamente recaudar dinero para seguir manteniendo en vida estos clubs en plena guerra.
Nueva solicitud de reconocimiento de las competiciones oficiales
La no aprobación por parte federativa de la Proposición no de Ley presentada el 24 de septiembre de 2007 es recibida como un jarro de agua fría por el Levante U.D., toda su afición y quienes conocemos la realidad de un torneo disputado legal y oficialmente durante 1937 en medio de unas condiciones sociales durísimas.
Tras la oportuna y obligada reconsideración estratégica sobre una petición de justicia reclamada por el Levante U.D. con su mayor logro histórico, éste vuelve a la carga en 2009 solicitando una vez más la oficialidad de un torneo que fue desprotegido de esta consideración en 1939 por razones políticas totalmente alejadas y desproporcionadas con un tema simplemente deportivo como es el fútbol, y así, desde el Grupo Parlamentario Popular se reclama lo siguiente:
Comisión de Educación y Deporte
A la Mesa del Congreso de Diputados
El Grupo Parlamentario Popular, al amparo de lo establecido en el artículo 193 y siguientes del vigente Reglamento del Congreso de los Diputados, presenta la siguiente Proposición no de Ley, relativa al reconocimiento legal y oficial de la Copa de España Libre de 1937, para su debate en la Comisión de Educación y Deporte.
Exposición de motivos
Durante los años de la guerra civil española siguieron en ambos bandos las competiciones deportivas, con más o menos participantes según las circunstancias. En concreto, en el llamado deporte rey, se reconocen oficialmente algunos resultados, como la Copa del Generalísimo de 1939, lo que es legítimo, pero otros igual de legítimos no han tenido un reconocimiento oficial hasta la fecha, como es el caso de la Copa de España Libre, sucesora de la Copa de España (competición que se inició como un homenaje al monarca Alfonso XIII), después Copa del Generalísimo y actualmente Copa del Rey.
Al inicio de la guerra se paró por motivos evidentes la Liga Española de ámbito estatal. En la parte republicana, se disputó en 1937 la competición de fútbol denominada Copa de España Libre, resultando vencedor de la misma el Levante F.C., actualmente Levante U.D., producto de la fusión de entidades deportivas.
Teniendo en cuenta argumentos meramente de justicia deportiva, pensando que aquellos que practican deporte no lo hacen por cuestiones políticas y también porque este año el Levante U.D. celebra su centenario, cien años en el que su único título de prestigio es la Copa de España Libre y no ha sido reconocido, como sí lo fue el del Sevilla C.F. en 1939, es por lo que el Grupo Parlamentario Popular formula la siguiente
Proposición no de Ley
“El Congreso de los diputados insta al Gobierno a que, a través de la Secretaría de Estado del Deporte y la Real Federación Española de Fútbol, se acometan las acciones oportunas encaminadas a que:
- Se reconozca la validez legal y oficial de la Copa de España Libre de 1937 a todos los efectos.
- Se reconozca el resultado de la final celebrada en Barcelona el 18 de julio de 1937.
- Se reconozca como campeón del torneo al Levante U.D. y subcampeón al Valencia C.F. con los efectos deportivos que ello conlleva”.
Palacio del Congreso de los Diputados, 1 de diciembre de 2009. Vicente Ferrer Roselló, Diputado. – María Soraya Sáenz de Santamaría Antón, Portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.
Conclusiones
1º. La FEF dirigida por Julián Troncoso en julio de 1939 y originada toda su cúpula directiva en una escisión producida a mediados de 1937, resuelve adoptar un acuerdo ilegal al declarar válidos los campeonatos organizados en la zona bajo mandato nacional y nulos los organizados en la zona fiel a la II Republica. Es decir, para que nos entendamos, una rama escindida de la propia FEF y una vez con el mando total de todo el país, decide anular deliberada y partidistamente lo legal y oficialmente organizado por la rama fiel a la II república al tratarse de lo construido por el bando contrario en guerra. Una parte seccionada en 1937, no reconocida por la FIFA en esa época, invalida posteriormente lo fomentado por federaciones oficiales constituidas desde hace más de treinta años.
2º. Declarar los torneos y campeonatos organizados por las federaciones valenciana y catalana u otras fieles a la II República como nulos es reconocer implícitamente que algún organismo los había reconocido anteriormente como válidos, oficiales y legales. No se puede anular algo que no existe y no es oficial, y si se anulan estos torneos es porque alguien los institucionaliza.
3º. La tutela que ofrece la FEF con sede en Barcelona a través de su secretario general Ricardo Cabot queda patente en las notas de prensa de 1937, tanto en prensa catalana como valenciana, donde se lee claramente que este organismo ofrece su apoyo y hasta concede un trofeo. Ofrecer tutela es lo mismo que autorizar y por ende, oficializar.
4º. Es exigible por parte de las federaciones catalana y valenciana de fútbol, como representantes de los clubs afectados, reclamar ante la RFEF volver al status quo existente hasta julio de 1939 en el que fueron derogados sus derechos y enmudecidos tres años de su historia.
5º. La decisión federativa tomada el 26 de julio de 1939 en el seno de la por entonces FEF debe ser revocada por lo que supuso y en la actualidad supone para unos clubs de fútbol entre cuyos socios existen militantes de diversas ideologías políticas. Un club no tiene ideología ni es en sí mismo una ideología. Un club de fútbol es un club deportivo, no un partido político.
La oficialidad de los torneos y campeonatos disputados en zona gubernamental durante la guerra, a pesar de los diversos embistes sufridos, más pronto o más tarde será reconocida como un valor intrínseco e inseparable de las federaciones que los llevaron a cabo, puesto que el fútbol español está en deuda con ellas y las decisiones políticas no pueden expropiarlas ni enajenarlas de sus atribuciones de forma deliberada y caprichosa.
Todo es cuestión de tiempo.
© Vicent Masià. Noviembre 2011.