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titular HF Antiguedad club futbol

por Vicent Masià

 

Cuantas veces nos hemos preguntado al ver el nombre de un club de fútbol escrito, la fecha exacta en la que este vino al mundo tras surgir de la nada. Cual madre pare a un hijo tras un largo embarazo, al igual que este vital proceso, la fecha precisa de concepción en muchas ocasiones es muy difícil, por no decir imposible, poder determinar con infalible certeza. El día elegido que se establece como comienzo de la vida de un club desde siempre ha sido motivo de atracción ineludible para gran cantidad de aficionados y todos en alguna ocasión hemos reparado en ella como un polo negativo atrae al positivo.

Desde que el fútbol fue introducido en España por oriundos británicos allá por los años setenta del s. XIX, este deporte de fácil práctica y ausente de complejas reglas, fue ganando adeptos entre la ciudadanía autóctona y en especial sobre un sector muy concreto, la juventud. Ésta vio en el balompié una forma de conducir la energía propia de la edad, de compartirla con un grupo de amigos o conocidos, de trabajar de forma colectiva en equipo pero manteniendo al mismo tiempo momentos de independencia y finalmente de desarrollar una actividad saludable, sana para la mente e higiénica para el cuerpo. Todas estas cualidades que reunía el fútbol fueron determinantes para que empezase a triunfar y pese a la incomprensión de algunos y la desconfianza o molestia que causaba en otros, siempre hubiesen osados que se atreviesen a montar varios palos unidos por sus extremos sobre en un terreno de juego irregular delimitado por unas coordenadas en el cual corretear tras un balón.

Las primeras sociedades

Los primeros grupos en jugar al fútbol y exhibir frente a los jóvenes o no tan jóvenes los encantos que este deporte tenía fueron en su mayoría ciudadanos británicos que, por motivos comerciales o industriales, residían en España largas temporadas o tenían en nuestro país un punto de destino pasajero en sus actividades. Minas de minerales en Riotinto, instalación de cable submarino para telégrafo en Vigo, carga de cítricos o vino en los muelles de Valencia, elaboración de brandy en Jerez de La Frontera, instalación de maquinaria textil en Barcelona, de siderúrgica en Bilbao, etc., fueron actividades en las cuales los británicos pusieron sus conocimientos y aprovechando los ratos de ocio se les podía ver de vez en cuando jugar a este deporte. Estos pioneros pronto trazaron entre sí amistad y fruto de ella y de quizás la gran distancia que les separaba de los españoles, formaron sociedades cerradas en las cuales el fútbol era uno de sus pasatiempos. En éstas los distintos miembros que las componían solían dividirse en dos grupos con la misma cantidad de elementos a los que denominaban teams (equipos), enfrentándose entre sí con el objetivo de marcar más goles que el contrario para declararse vencedores del partido. Estas sociedades a las que progresivamente fueron integrándose españoles, en principio nunca pensaron en inscribirse en el Registro de Sociedades del Gobierno Civil, siendo su mayor preocupación el disfrute. Algunas de ellas como en el caso del Huelva Recreation Club que practicaba varias disciplinas deportivas y culturales, pronto tomaron conciencia de su personalidad distintiva y sintieron la necesidad de oficializar sus actividades y configurar una junta directiva que se encargase de llevar de forma organizada sus labores. Esta oficialización fue recogida el 23 de diciembre de 1889 y gracias a ella y a otras decisiones que se tomarán en el futuro, la sociedad onubense es legítimamente la decana del fútbol español.

El ejemplo del club de Huelva fue seguido por otras sociedades y así en los años siguientes, clubs dedicados en esta ocasión en exclusiva al fútbol, copiaron sus pasos formando una junta directiva. Estas sociedades como el S.C. Catalá, F.C. Barcelona, Hispania Athletic Club, Madrid F.C. o Vizcaya Athletic Club entre otras, además de formar una directiva con una serie de estatutos, dieron un segundo paso cual era inscribirse como sociedades deportivas en el Gobierno Civil, de modo que gozaban de dos fechas legales, una la de constitución y otra la de registro en un medio oficial del Estado. Este ejemplo a partir de entonces fue el más seguido por multitud de clubs que surgieron por todo el país, con la plena libertad de registrarse o no, si así lo deseaban sus dirigentes y en función de sus intereses. En otros casos, los más abundantes, los grupos de jugadores que formaban un equipo nunca alcanzaban la categoría de club por carecer de junta directiva y estatutos, requisitos indispensables para ser reconocidos como tales y obligatorios para poder registrarse. Con el paso del tiempo los clubs se unieron entre sí para compartir un espacio común con fines competitivos en el cual imperasen unas reglas y hubiese un estamento supremo que las hiciese cumplir con carácter obligatorio por parte de todos, las federaciones territoriales de ámbito regional, entidades que tal fueron apareciendo tomaban inscripción de sus asociados según la fecha en la cual se daban de alta. Esta fecha era la tercera oficial y para acceder a ella había que tener una junta directiva y estar registrado previamente.

HF Antiguedad club futbol 1

Sin embargo cualquiera de estas tres fechas, constitución y elección de junta directiva, registro en Gobierno Civil e inscripción en la correspondiente federación, no nos pueden proporcionar el día exacto en el que un club se origina puesto que éste, sin ningún género de dudas, ha ido formándose con antelación a cualquiera de estas efemérides. Tal vez en una reunión de amigos, en una celebración, en una empresa, en un barrio donde son casi todos conocidos, o en una sociedad dedicada a otros temas donde surja en la conversación de algunos de sus miembros la conveniencia de practicar una actividad deportiva, se puede originar un club de fútbol. El día en el que se concreta la decisión de formar un club es el día de la concepción y toma de conciencia de que una sociedad va a ser fundada, pero esto es imposible de ser registrado a excepción de que sus mentores reflejen este hecho, además de que normalmente suele terminar dando origen a un equipo y pocas veces a un club, paso más complejo y que sucede cuando ya se lleva tiempo jugando y hay voluntad por parte de los miembros de organizarse y registrarse.

La fecha de fundación por antonomasia

En su sustitución los historiadores y clubs toman como fecha de fundación, y por riguroso orden cronológico, en primer lugar el día de constitución de la primera junta directiva. Si éste no consta en documento alguno por extravío o por encontrarse en paradero desconocido, a continuación se toma el de registro en el Libro de Sociedades del Gobierno Civil. Si por una casualidad tampoco está disponible este día y sucede como en el caso anterior, se procede a averiguar la fecha de alta o inscripción en la federación territorial del club afectado. Si no existe constancia de las tres fechas anteriores se puede recurrir a la prensa y buscar cuándo aparece citado por vez primera el club en cuestión, aunque este día será aproximativo y no definitivo como los anteriores, pudiendo ser anterior o posterior a las tres principales.

Esta forma de proceder que es la indicada y más lógica para este cometido, aparece sin embargo en muchas ocasiones alterada en los anales de muchas sociedades las cuales, a pesar de ser conocedoras de otras anteriores, se limitan a indicar la fecha de alta en su federación natural antes que las de elección de la primera junta directiva o registro en Gobierno Civil, anteriores en cualquier caso a la elegida, una manera de actuar incorrecta que ha creado históricamente mucha confusión y ha originado una equívoca y errónea forma de pensar por parte de muchos aficionados quienes opinan o creen que la fecha de fundación de un club es la que consta en una federación y además es ésta la que determina cuando se funda. Una federación territorial o nacional como es la RFEF no es garante de la fecha de fundación de una sociedad cualquiera y entre sus funciones no consta la obligación de averiguar o buscar ésta puesto que no tiene competencia para dicho fin, sino que su función es organizar campeonatos, hacer cumplir las leyes y preocuparse de que sus asociados paguen las cuotas y no se les deba dinero. Como máximo una federación territorial o nacional podrá mostrar la fecha de alta de una sociedad en su registro, siendo la de constitución del club la que éste le proporcione. El deber de justificar una fecha de fundación corresponde única y exclusivamente a los propios clubs y estos serán los que para elegir una que les identifique deban de presentar documentos oficiales o en caso de carecer de estos, publicados en prensa para su reconocimiento.

Responsabilidad de la fecha de fundación

Esta libertad con pleno poder para determinar la fecha de fundación es un ejercicio de responsabilidad que desgraciadamente algunos clubs no han sabido o no han querido intencionadamente ejercer con total e inmaculada limpieza y conscientes de que ellos son quienes en verdad tienen la última palabra, han abusado de su cometido con el fin de prolongar artificialmente su vida y acordado fechas que no son reflejo de la verdad. De este modo hoy en día hay algunas instituciones deportivas que alegan una antigüedad que no les corresponde, aportando fechas de cuando permanecían en estado embrionario y no existía ni junta directiva ni mucho menos se habían registrado, todo ello bajo el beneplácito de las federaciones territoriales o RFEF que al carecer de competencias al respecto, confían en los datos aportados por los clubs. La picaresca de algunas sociedades no se ha detenido ahí, puesto que al fin y al cabo un presunto estado embrionario también puede considerarse como propio de la vida de un club siempre y cuando se encuentren testigos o datos que corroboren que se trata del mismo, existiendo algunas otras que han traspasado esta frontera y rizando el rizo ya no sólo se conforman con atribuirse el periodo de estado embrionario, sino que además se apoderan de la historia y fechas de otros clubs precedentes a su real existencia, alegando ante las federaciones territoriales o RFEF que son el mismo club, pero que hubo un inoportuno cambio de nombre y ante la confusión reinante y lo lejos en el tiempo que quedan estos hechos sin ningún testigo que de fe de su autenticidad, nadie reparó en que eran el mismo. Estas artimañas siempre acaban cayendo por su propio peso y con una severa investigación por parte de profesionales quedan al descubierto salvo para las federaciones territoriales y RFEF que no tienen intención de profundizar al no ser competentes para ello y no molestarles en demasía, manteniéndose ajenos a estas polémicas.

La fecha de fundación ante una fusión

Al margen de estas consideraciones, desde que el fútbol empezó a crecer y a adquirir madurez legislativa, la evolución de las sociedades deportivas no siempre fue en todos los casos homogénea e inquebrantable y diversos fueron los clubs que a lo largo de su historia tuvieron la necesidad de unirse a otros mediante fusión para no desaparecer ante el acoso de graves problemas financieros en algunas ocasiones o para engrandecer su potencial deportivo en otras. Ya en la primera década del pasado s. XX tuvieron cuenta fusiones entre distintos clubs para engrandecerse respectivamente y juntos alcanzar niveles que de no ser así, difícilmente se hubiese conseguido. Estas uniones entre dos o más sociedades deportivas siempre suponían la predominancia de una sobre la otra, tal vez por el superior nivel económico, por las facultades de sus dirigentes a la hora de organizarse o bien por la presencia de jugadores más distinguidos y de mayor nivel. Las uniones por fusión normalmente conllevaban además un cambio de denominación y eran tratadas en prensa como la aparición de un nuevo club. Esta apreciación sin embargo era equívoca en algunos casos y una fusión no siempre abocaba en la desaparición de los fusionados sino que uno de ellos era el que cambiaba de nombre y seguía en activo, desapareciendo el otro al darse de baja federativa. Las fusiones empezaron a proliferar y de repente se convirtieron en un problema legal puesto que este paso afectaba de pleno a la hora de determinar su antigüedad. ¿Cómo se establecía la antigüedad? ¿Se elegía la de uno o la de otro? ¿Se perdía ésta irremediablemente y el club resultante era nuevo?

Para resolver esta cuestión la RFEF tomó cartas en el asunto y su figura más destacada, el abogado catalán Ricardo Cabot quien ejercía de Secretario General y ya tenía experiencia en estas vicisitudes tras ser presidente del Catalonia F.C. y haber vivido en sus carnes este lance, tras estudiar concienzudamente los pros y contras desde el punto de vista legal, incluyó en los estatutos del máximo organismo nacional el siguiente artículo:

“De los clubs y asociaciones deportivas:

El club/asociación resultante de la fusión podrá denominarse como desee y será inscrito en el Registro de Entidades Deportivas de su región/país con el nuevo nombre si su denominación es distinta a la de los clubes/asociaciones fusionados, debiendo estarse en cada caso a lo que proceda en virtud de la normativa administrativa aplicable. El club/asociación resultante de la fusión se subrogará en todos los derechos y obligaciones de los anteriores y, en cuanto a su situación competicional, quedará adscrito a la categoría del que la tuviere superior y conservará la antigüedad federativa del primer inscrito en la región/país.”

Con este breve artículo Cabot conseguía eliminar cualquier duda al respecto y a consecuencia de éste los clubs implicados en una fusión sabían a qué atenerse y cuáles eran los pasos a realizar para que quedase todo registrado y sin un atisbo de problemática. La importancia de este artículo no se detuvo en esta clarificación de conceptos y con posterioridad ha seguido prestando una gran labor a lo largo del tiempo con lo cual gracias a él muchos clubs actuales han conservado hasta nuestros días una antigüedad que perteneció en su origen a uno de los clubs fusionados. Como indica su título, afecta tanto a clubs como asociaciones deportivas y en base a ello muchas federaciones que posteriormente se fusionaron con otras para organizar campeonatos mancomunados en 1934, tras la desaparición de estos y vuelta a sus orígenes geográficos en 1939, pudieron reclamar una antigüedad que les pertenecía.

La fecha de fundación ante la actividad e inactividad de un club

Para cerrar definitivamente este capítulo que afecta a la antigüedad de los clubs de fútbol y asociaciones deportivas hay que tratar obligatoriamente el tema de aquellas sociedades que estando en activo durante muchos años, en un momento de su vida deciden replegarse, darse de baja en su federación territorial y retomar la actividad en un momento futuro que le sea más propicio. Estas decisiones que apartan de la competición a un club, generalmente son tomadas por directivas que no encuentran apoyo en sus aficionados, no encuentran sucesor en forma de algún candidato que les sustituya en el gobierno de la institución o bien han adquirido una pequeña deuda con la federación territorial que en ese preciso instante son incapaces de solventar. Las retiradas temporales pueden abarcar una o más temporadas y la vuelta al concurso y alta en competición depende siempre de la voluntad de algunos aficionados en elegir una nueva directiva en algunos casos y la de satisfacer las deudas arrastradas en otros. Sin embargo, durante estos espacios de tiempo en los que un club permance alejado de competición oficial, la sociedad deportiva sigue inscrita en el Registro de Asociaciones Deportivas correspondiente, sin modificar su asiento registral y por tanto conserva su personalidad júridica y capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, así como su voluntad para incorporarse a la vida competitiva en el momento que considere oportuno. Las federaciones territoriales nunca aceptarán el alta de un club que les adeude dinero y sólo cuando no existan deudas, el club implicado podrá usar el nombre que tradicionalmente ha venido empleando desde su inscripción original, salvo que claro está lo haya permutado en alguna ocasión a lo largo de su vida.

Existen algunos aficionados incluso otros aparentemente más especializados refugiados en agrupaciones con plena dedicación estadística que se atreven a considerarse a sí mismos historiadores de fútbol, aficionados que desconocen profundamente estas básicas y elementales normas federativas y cuando se produce un abandono o retirada por parte de un club a nivel competitivo, entienden que éste ha desaparecido dejando de existir y que cuando a la vuelta de unos años vuelven a aparecer usando el mismo nombre del club presuntamente dado por ellos como extinguido, es otro club distinto. Nada más lejos de la realidad.

© Vicent Masià. Mayo 2011.

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