por Vicent Masià
La soledad del historiador futbolístico
Toda aquella persona que siendo amante del fútbol desde niño y un día cualquiera, ya adulto, decide hacerse historiador o siente la vocación de investigar en la historia para transmitirla a los demás, se convierte en un “rara avis”, buena definición para empezar. Y digo esto porque lo normal, lo más cuotidiano gustándole el fútbol a uno desde pequeño es seguir la evolución de la vida y continuar sus pautas, o sea, jugar desde pequeño, seguir jugando desde más mayor, luego si eres bueno formar parte de un club, si eres muy bueno ser profesional, hacer carrera… o si eres normalito o flojo, abandonar cuando te aburras y dedicarte a ser entrenador, ir los fines de semana al estadio con tu novia, amigos, tu mujer a partir de cierta edad o con los hijos cuando eres más mayor. Incluso también es normal hacerte aficionado de sillón y ver los encuentros de la tele con una cerveza solo o acompañado, en el bar o incluso repudiar el fútbol y no querer saber nada más de él.
Hacerse historiador, o en el caso de quien escribe estas letras, pretender ser un transmisor de hechos acaecidos en la historia del fútbol, es una tarea bastante complicada. Para empezar y si se decide emprender este pedregoso camino, hay que saber que no hay escuelas, academias, facultades universitarias o centros homologados donde se realicen estudios durante un periodo determinado y al final, si cumples con los requisitos, eres bueno y apruebas, te dan un título oficial enmarcado en una orla. Nada de eso existe. El camino formativo lo elegirás tú en función de tu intuición y dependiendo de tu acierto y esmero tendrás mayor o menor éxito en lo que persigas, o de lo contario, simplemente te habrás equivocado en tu elección.
Los motivos que llevan a una persona aficionada al fútbol a tratar de ser historiador son diversos y es frecuente que no haya un único patrón, sino varios. Así pues encontraremos desde quien fracasando con la ilusión de ser futbolista y teniendo en alta estima a este deporte decide colgar las botas y coger lápiz y papel, a quien debido a un suceso trascendente y conflictivo en la historia de su club decide investigar para resolver un enigma, otros que su única ambición es rescatar la historia de su club de siempre, otros que no estando de acuerdo por lo expresado tradicionalmente por otros historiadores deciden aportar su propia opinión, unos menos que son escritores, simpatizan por un club y son requeridos para contar su historia, algunos que desde pequeños sentían curiosidad por la historia de un club y de mayores decidieron dedicarse aficionadamente a ello, una inmensa mayoría que son periodistas y viviendo en primera persona muchos hechos deciden un día contar sus experiencias, hasta otros que la vocación les apareció ya creciditos pero con una ilusión tremenda.
Con todos estos precedentes y siendo la dificultad de la empresa tangible, el historiador sabrá desde el principio que se encuentra solo en su aventura y que la única compañía de la que dispone durante su periplo investigativo es la de los libros, los periódicos y en menor escala de los testimonios orales de algunos protagonistas.
El historiador frente a la prensa escrita
Cuando alguien se dedica a investigar cualquier dato futbolístico, sea actual o del pasado, independientemente de su mayor o menor capacidad de trabajo o de talento, ha de tener siempre presente que la información que se requiere puede estar escondida en cualquier medio. Generalmente y como punto de partida, todos tendemos a indagar en lo que primero que tenemos a mano: un libro, una enciclopedia, una revista, un documento y si la cosa se complica mucho recurrimos a sitios más específicos como la biblioteca que hay en nuestra localidad o la hemeroteca de la ciudad más grande de nuestro entorno. Otro recurso cada vez más habitual, sobre todo gracias a la época en la que vivimos y que desde hace años ha adquirido una gran importancia, es la consulta de las distintas hemerotecas digitales que recientemente algunos periódicos y bibliotecas de implantación nacional han tenido a bien poner a nuestro alcance en Internet.
En segundo plano y con una fiabilidad mucho menor, aunque no por ello muy importantes y en algunos casos concretos fuentes únicas, encontraríamos los testimonios orales, manifiestos interesantes a veces trascendentales que en muchas ocasiones no nos aseguran una completa veracidad por diferentres motivos como pueden ser la diferencia de años transcurridos desde que el suceso ocurrió hasta que nos es contado, por la parcialidad del relator a la hora de contar un suceso enfatizando lo que a él le interesa o bien por el estado mental degenerativo de quien nos relata el pasaje en el supuesto de tratarse de una persona de edad avanzada, aunque dicho sea la longevidad no es siempre sinónimo de falta de memoria y algunos gozan de una realmente prodigiosa.
Tan importante como la fuente de información y, en algunos casos incluso más, es la actitud y total imparcialidad que debe demostrar el investigador frente a lo que aparece ante sus ojos, dejando siempre y de forma obligatoria de lado su ideología, credo, estatus social, los falsos mitos adquiridos por su entorno más cercano y en especial el regionalismo o localismo que tantas veces influye, lamentablemente, a la hora de interpretar un documento. Un profesional ha de ser absolutamente neutro y abstraerse de cualquier influencia externa por pequeña que sea esta, concentrándose y siendo plenamente consciente en todo momento que el documento o testimonio que está consultando -en el caso de estar redactado en papel-, fue escrito por otra persona que con toda probabilidad fue testigo de lo acontecido en el mejor de los casos, o bien fue informada por una tercera que le narró oralmente cómo se desarrolló un hecho. De la voluntad de quien realice el escrito, de su particular forma de ver las cosas y de la nitidez y honradez testimonial de quien haya contado la historia en el supuesto de que sea un tercero, dependerá el que la noticia sea más o menos calcada a como sucedió en verdad.
Cautela y precaución, dos herramientas indispensables para llevar en la maleta
Sin embargo no es oro todo lo que reluce y el empleo de la prensa como fuente informativa histórica debe hacerse con muchísima y cuidada precaución, siendo la cautela nuestro mejor aliado. Los periódicos, nacidos hace bastantes siglos atrás, desde que a mediados del s. XIX adquirieron una gran notoriedad en medio de la Revolución Industrial y luego tomaron una periodicidad diaria, desde el principio eran medios de comunicación que recogían el sentir y forma de ver la vida de la empresa, partido político o institución que pagaba la confección del rotativo. Cada diario era un mundo y conocer las principales características de las personas que había tras la firma de una noticia o comentario, de su ideología o del interés del grupo humano que había detrás de cada publicación, es casi o más importante en muchas ocasiones que la propia noticia en sí.
De este modo y haciendo hincapié en lo que indican los estudiosos, a la hora de sopesar cualquier información siempre es fundamental conocer a qué tipo de lector va dirigida una noticia, qué empresa, sociedad o partido político está detrás de una editorial y desde luego cuál es el objetivo de la publicación. A pesar de que todos los periódicos traten de aparentar transparencia, mostrar objetividad y fomentar buenas intenciones, nunca hay que creerse a pies juntillas la transmisión de una noticia o evento porque todos tienen, aparte de los rasgos personalizados de quien escribe, una tendencia con una influencia ideológica muy marcada.
En la lectura de una noticia también es básico y en ocasiones de extrema importancia, entender el contexto social y político en el cual fue redactada. En el caso de la investigación a través de prensa histórica, no es lo mismo situarnos en la época actual donde vivimos inmersos en un mundo globalizado y donde las costumbres entre los pueblos cada vez son más comunes que, retrotraernos ciento treinta, ciento veinte o cien años atrás donde las distancias eran enormes a nivel social, cultural y costumbrista, y donde pueblos separados por apenas un centenar de kilómetros representaban dos mundos muy alejados entre sí.
Si además avanzamos por la geografía y recurrimos a hechos relacionados con sociedades procedentes de distintos países, caso de las colonias de trabajadores de origen británico en el suroeste peninsular, Barcelona o Bilbao, todo se magnifica puesto que desde el punto de vista social apenas hay relación entre los distintos pueblos implicados, no existe inmersión social ni se comparten costumbres y las diferencias se acrecentan de tal modo que apenas hay contacto dado que la lengua, tecnología y poder económico suponen barreras infranqueables, sobre todo si ambas culturas se concentran en un entorno rural.
Cuando el investigador se encuentre con una noticia relacionada con el tema en el que está interesado y esta haya sido escrita en un periódico con alrededor de un centenar de años, deberá hacer un esfuerzo y ser capaz de trasladarse mentalmente a aquella época e imaginar cuál es el contexto social en el que se desarrolla el evento, cuál es la ciudad, quiénes los protagonistas, a qué capa social o estamento pertenecen, qué les une y por qué motivo surge esa noticia en prensa. Habrá de apartar su personalidad y concepción del mundo actual y convertirse en uno de ellos, notar cómo vivían en aquellos tiempos, qué transportes habían, cómo eran las comunicaciones, la ropa, los zapatos, las botas y la indumentaria deportiva, pero también cómo era el balón, el campo de juego, la portería y los posibles espectadores que por curiosidad observaran el encuentro.
Quizás se hallen expresiones desfasadas por parte del cronista que relató un suceso, carentes de sentido en el s. XXI, incluso mezclas de términos deportivos británicos y españoles, referencias a edificios que ya no existen o costumbres perdidas desde hace años que ya nadie recuerda. Si además el relato que se consulta está escrito en inglés o cualquier otro idioma extranjero, la dificultad se incrementará notablemente y se deberá precisar de un buen intérprete o de un traductor digital a no ser, como es comprensible, que se dominen con cierta soltura otras lenguas.
Pero donde deberá aplicar los cinco sentidos y ser extremadamente cauteloso es cuando interprete la noticia y decida hacer uso de ella transmitiéndola a otras personas igualmente interesadas en la misma. En ese momento ha de saber que dependiendo de cómo cuente las cosas puede influenciar en quienes la lean ayudando a crear una opinión o propiciando una información que puede ser desde totalmente neutra y transparente hasta partidista, personalista, tendenciosa o manipuladora.
El investigador, finalmente, ha de tener en cuenta que el medio donde ha encontrado una noticia importante o no tan decisiva, no es de su uso exclusivo ni ha sido escrita en concreto para él, sino que está publicada para miles o decenas de miles de personas que al igual que quien investiga también aplican los cinco sentidos y están igual de capacitados para trabajar con ella. Si en la noticia pone textualmente, pongamos como ejemplo “Teruel Football Club”, nadie podrá interpretar que se trata del Club Inglés de Teruel, de un club sin nombre o de un grupo de vecinos de procedencia británica que comparten una afición y han creado una peña para distraerse, sino que se estará hablando a las claras del Club o Sociedad de Fútbol de Teruel, sea cual sea el origen de sus jugadores. Basta recordar que el hecho de que un colectivo de personas se autodenominen “club” no es una cosa ni mucho menos azarosa puesto que este término, “club”, significa encontrarse en un escalafón superior al que proporciona el tratarse de un simple equipo o una pandilla de amigos, es decir, el uso del término “club” implica siempre la existencia de una junta directiva constituida y la elección de un nombre implícito donde todos sus miembros quedan reconocidos.
Los nombres de los clubs, jugadores, ciudades o estadios no son interpretables y jamás se prestan a equívocos. Son lo que son, sin más. Las interpretaciones en una crónica futbolística sólo caben en las apreciaciones sobre la actitud, facultad física o estado anímico de un jugador, del colectivo de jugadores que forman un equipo, de lo bien o mal que se ha jugado un encuentro para quien lo comenta o de lo que el árbitro estime conveniente o no pitar. Pero en los nombres, nunca.
La aparición de Internet
La irrupción de Internet como medio de comunicación desde hace unas décadas y en especial el espectacular crecimiento que ha adquirido desde hace unos años ofreciendo cada vez más información, ha significado una verdadera revolución en la forma de trabajar al tratarse de una herramienta excepcional, alterando los métodos hasta la fecha empleados y muchos de los cánones tradicionales. La Red regala a gran parte de los historiadores una mayor flexibilidad al prescindir de tener que realizar incómodos viajes a la hemerotecas y bibliotecas, tener que desplazarse a ciudades alejadas para hacer un seguimiento y por lo contrario, acerca hasta el hogar un abanico de recursos de los cuales se carecía.
La nueva tecnología ha supuesto arrancar nuevamente trabajos que se encontraban paralizados, con el freno echado por falta de datos, también ha acelerado otros que iban muy despacio imprimiéndoles una nueva marcha y sobretodo se ha convertido en una de las herramientas más importantes para cualquier persona que tenga necesidad, por el motivo que sea, en localizar un dato en concreto.
Internet abre un mundo nuevo para el investigador y multiplica enormemente las posibilidades de dar con una noticia o dato que por otros cauces su normal localización sería casi imposible o complicada en exceso. Internet crea nuevas expectativas que pueden llevarnos al éxito en muchos campos y hoy en día es la principal vía de acceso informativa para muchos historiadores o investigadores que indagan sobre un hecho relacionado con el fútbol o con cualquier otra cosa.
Pero su importancia no radica y beneficia solo a nivel particular, sino también a nivel colectivo. Los distintos foros, blogs o webs que han ido naciendo por doquier están dando una dimensión nueva a la forma de encontrar información, circulando por estos medios miles y miles de datos que anteriormente permanecían en el más absoluto de los secretos o arrinconados a la espera de que alguien no sólo diese con ellos, sino que además los valorara en su justa medida y tuviese el acierto de publicarlos para la gran masa.
Hoy en día y cada vez más, somos capaces de escribir una palabra y con un simple click tener acceso a muchos datos que hasta no hace mucho costaban una barbaridad encontrar y más aún descifrar y comprender. Lo positivo de la red y apuntalado queda en esta tendencia, es que en el futuro próximo lograremos tener un mayor dominio de nuestra historia y de todo lo que sucedió en su día respecto a las vicisitudes de muchos clubs, federaciones, incluso grupos de personas que fueron pioneros en estas tierras a la hora de divulgar el fútbol entre todos nosotros.
El asociacionismo dentro de Internet
Gracias a Internet y créanme, es un grandioso avance, personas con gustos afines pueden descubrirse mutuamente y aunar esfuerzos para encontrar datos, compartir información y dirigir una investigación de forma conjunta para obtener un resultado satisfactorio con mayor brevedad de lo que hasta la fecha era posible. La facilitación de apuntes y el correspondiente envío en uno y otro sentido entre varias personas por muy lejos que físicamente estén, es algo harto positivo que mejora cualquier investigación y amplía sensiblemente nuestros conocimientos para tener un mayor dominio de la materia, un placer para el que mentalmente estábamos antes preparados pero para el cual la técnica lamentablemente todavía no seguía nuestro compás.
En los tiempos en que vivimos no es nada extraño comprobar cómo a través de la red se han ido creando poco a poco pero sin detenimiento nuevas páginas, donde sus gestores proceden de diferentes provincias y a pesar de la distancia, la información fluye con total naturalidad y se pueden obtener resultados espectaculares llegando con todos los datos en ellas expuestos a reunir una gran multitud de seguidores cada día o en los fines de semana. Algunas de ellas, por fortuna, incluso han ido más allá alcanzando un volumen informativo notorio capaz de proporcionar ingresos monetarios a sus gestores por diferentes caminos como el de la publicidad que les permite vivir desahogadamente, algo impensable apenas una década atrás cuando nadie creía que mantener una Web llegase a ser un trabajo remunerado.
El asociacionismo en la red, definitivamente ha sido y está siendo una auténtica revolución en la investigación, un motor bajo cuyas revoluciones e inercia está sirviendo de impulso para que muchas personas tengan un medio a donde agarrarse y conseguir en un corto espacio de tiempo un privilegio informativo que nunca antes se tuvo al alcance.
Los peligros de Internet
A pesar de todas las ventajas que ofrece Internet al historiador o a cualquier persona que se proponga localizar un dato, como en todas las cosas de la vida, también hay pie para los inconvenientes y para lo negativo. Internet es una herramienta rica en contenido y muy amplia donde caben todo tipo de preguntas y de respuestas, un mundo libre en muchos casos difícil de controlar donde existe una innumerable cantidad de información que nos proporcionará hasta varias salidas con diversas versiones para una misma cuestión, permitiéndonos consultarlas todas si nos apetece y escoger la que creamos más idónea para saciar nuestra inquietud.
Esta abundancia de recursos que aparentemente es beneficiosa para obtener datos, en algunas ocasiones -si no se anda con cuidado y con pies de plomo-, puede tener finalmente una doble lectura y lo mismo que en la mayoría de los casos resulta “cara” si la fuente es fiable, está contrastada y todo parte con la mejor de las intenciones, pueden existir unos menos muy nocivos donde el resultado sea “cruz” si por desgracia se elige una fuente contaminada, en absoluto contrastada, en la que nos sumerjamos alegremente y después de haber salido inicialmente satisfechos frotándonos las manos al localizar lo que buscábamos o deseábamos encontrar, a continuación -y en el mejor de los casos- nos demos cuenta con el paso del tiempo que lo hallado está manipulado intencionadamente o bien, tras el aviso de alguien, no ha sido contrastado con suficientes garantías, siendo nosotros mismos los que corramos el riesgo de convertirnos en un eslabón más en la cadena que ayude a transmitir ese dato o historia.
La Red es un medio de comunicación donde un elevadísimo tanto por cien de las personas que aportan documentos o información -en este caso sobre fútbol- actuarán de buena fe, pero no nos dejemos arrastrar por el positivismo y la inocencia y pongamos los pies en el suelo siendo realistas, también un espacio hábil para dejar -aunque no sea deliberadamente- información incorrecta no suficientemente depurada que al no ser contrastada debidamente induzca a errores o a divulgar noticias o datos no del todo ciertos. La universalización de este medio y las puertas abiertas de par en par para que cualquier persona -sea cual sea su nivel de preparación, estudios, formación y cualificación-, tenga la posibilidad de dejar un mensaje u opinión sin estar documentada, es un riesgo enorme que puede tener consecuencias muy dañinas para el colectivo de internautas que inocentemente, sin ningún mal pensamiento, pueden leerlo.
No ser cautos con este tipo de documentos que pueden ser imágenes, escritos, grabados o recortes de prensa, puede ser un acto de irresponsabilidad por nuestra parte, así que lo mismo que exigimos transparencia y pulcritud a los demás con lo que aportan a la Red, también es obligación por lo que nos corresponde auto-exigirnos sentido común a la hora de analizarlos o emplearlos. Internet es una ventana a la que hay que saber asomarse, de lo contrario, te puedes caer.
La Red, dentro de su amalgama de posibilidades y en el peor de los casos, también tendrá un rincón reservado a personas que, aprovechando todas la ventajas que les ofrece un medio de comunicación tan espléndido como este, intentarán por cualquier medio expresar ‘su verdad’ y particular versión de los hechos a través de distintos manuscritos intentando convencernos para captarnos como adeptos siempre en base a un determinado interés que puede albergar cualquier tipo de trasfondo.
La intencionalidad de estas personas aparentemente se presentará inicialmente como inocua y poco a poco, sin darnos apenas cuenta, descubriremos cómo ensalzan que su interés no es otro que rescatar la verdad, defender una causa por haber sido agraviada o vilipendiada por otros y finalmente se auto-proclamarán como adalides de un colectivo donde nadie es capaz de empuñar la espada por el mango para hacer frente a un ultraje que solo ellos son capaces de ver. Ese precisamente, no es el camino. La historia a veces ofrece varias caras y nuestra visión no es siempre la única, pueden haber otras igual de válidas.
Atentos también a aquellos que en río revuelto ofrecen o venden productos sin contrastar, muchas veces totalmente falsos, inventados o de escaso rigor, presentándolos como originales u oficiales y contando de antemano con la inocencia e ignorancia de quien se fija en ellos para sacar provecho económico. Ojo con Internet.
El futuro de la investigación
El mundo de la investigación en el fútbol español tradicionalmente ha sido un campo reservado en su gran mayoría a periodistas o a personas relacionadas con el mundo de la información directa o indirectamente. Hoy en día aún es así en un elevado tanto por cien, pero desde hace unos años el incremento de personas procedentes de otros sectores ha adquirido una gran notoriedad de la que apenas hace unas décadas carecía.
Sin embargo, y si tenemos la fortuna de conocer las trayectorias personales de estos neoinvestigadores, veremos que casi todos ellos han seguido un camino muy parecido al recorrido por los periodistas, es decir, la gran mayoría han emprendido una aventura en solitario aislados de otros investigadores lo cual tiene sus ventajas y también, cómo no, sus desventajas. Entre lo positivo destaca la cultura del esfuerzo, un ansia por mejorar lo conocido que reporta siempre grandes descubrimientos y unas ganas increíbles de trabajar en beneficio de un colectivo que demanda información histórica. En lo negativo y dentro del baúl quedan las frustraciones por no encontrar lo que se busca, la cantidad de horas perdidas siguiendo una pista errónea y en especial, las limitaciones propias que genera el trabajar sin ayuda de otros.
El futuro para la investigación presenta grandes retos como son bucear en los orígenes todavía turbios del fútbol en España, indagar profundamente en la aparición de los grandes clubs de finales del s. XIX, encontrar más información sobre clubs históricos que un día tuvieron mucho protagonismo y de repente lo perdieron, localizar más símbolos -verdaderos iconos y signos característicos que dan personalidad y marca- en torno a muchos clubs desaparecidos o aún vigentes que se han perdido y, sobre todo, uno de los principales desafíos del fútbol español todavía no resuelto: asignar la verdadera fecha de fundación de muchas sociedades basándose en criterios serios, contrastados, aceptados y consensuados por los distintos estamentos y profesionales que estén capacitados y facultados para hacerlo. Basta ya de emplear varios criterios, de dejarlo todo en manos de los clubs posibilitando la manipulación y basta ya de engañar a los aficionados.
Para afrontar estos retos u otros más que puedan surgir con un mínimo de garantías, la herramienta ideal para salir victoriosos -como ya se ha indicado- es el asociacionismo entre grupos de diferentes historiadores. La unión hace la fuerza y en los tiempos que vivimos, en la era en que Internet y la informática han supuesto un espaldarazo sin igual para el desarrollo de estos temas, la inter colaboración honesta entre personas que sientan la misma inquietud por uno o más temas es básica. El trabajo en grupo con los modernos medios actuales en los que la distancia geográfica ya no es una barrera inquebrantable, puede aportar grandes beneficios a las labores investigativas al ser varias las personas y no sólo una, las que afronten una tarea de forma organizada. De nosotros depende.
© Vicent Masià. Noviembre 2012.