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titular La esferomaquia El futbol en los primeros militares olimpicos

por Dr. José Miguel García García

Escuela de Técnicas Aeronáuticas (Ejército del Aire)

 

EL LIBRO

Los primeros militares olímpicos españoles es el resultado de un lustro de investigaciones, viajes a bibliotecas, desplazamientos a archivos y traslados para realizar entrevistas personales, recorriendo todo el país y algunos enclaves europeos importantes para el estudio como fueron Amberes (Bélgica) y Lausana (Suiza). Este empeño proporciona una impresionante documentación de más mil referencias con la intención de mostrar las características de los miembros de las Fuerzas Armadas españolas, en activo, que participaron en los Juegos Olímpicos de 1920 en Amberes.

La esferomaquia El futbol en los primeros militares olimpicos 1

La obra, prologada por la prestigiosa catedrática de Historia y Política del Deporte, Teresa González Aja, sitúa sus límites cronológicos en una horquilla temporal que va desde 1898 hasta 1920, época relevante, tanto en el plano profesional como en el deportivo, para que nuestros biografiados puedan ser olímpicos. Alcanzamos de forma entrelazada, cercana y rigurosa a través de sus sensacionales biografías colectivas un mayor conocimiento científico sobre el contexto histórico deportivo y militar que vivieron.

Las biografías son heterogéneas, es decir, nuestros protagonistas pertenecen a distintos ejércitos y proceden de diferentes estratos sociales. Esta realidad tan diversa nos proporciona una visión del contexto deportivo-militar amplia y enriquecedora. Cada uno de los personajes, de forma amena, nos transportará a un país inmerso en uno de los momentos de mayor desprestigio nacional e internacional; se encontraron con un creciente antimilitarismo en la sociedad. Participaron en la activación de la práctica físico-deportiva en las Fuerzas Armadas; contribuyeron a impulsar el asociacionismo deportivo en España; y ayudaron a promover los Juegos Olímpicos en la nación. La mayoría eran oficiales del Ejército, del arma de infantería. Casi todos accedieron a los Juegos Olímpicos a través de un proceso de selección nacional; la mayoría se iniciaron en la práctica deportiva en la que compiten en los Juegos Olímpicos gracias a las actividades que realizaron en las Fuerzas Armadas; y prácticamente todos tuvieron dificultades logísticas en las sedes olímpicas. La institución militar, en función del deporte, dio más o menos facilidades a nuestros protagonistas para poder asistir.

Este grupo de militares, a través de este periodo vital, nos transmiten que son tenaces, persistentes, apasionados y preocupados por la marcha de su deporte. Veremos cómo son personas asombrosas que realizaron un gran esfuerzo y aplicaron una gran perseverancia por participar en el evento deportivo con mayor relevancia social del momento, los Juegos Olímpicos. Participación que les dejará una huella indeleble por la experiencia adquirida, la gran relevancia social y el prestigio que proporciona ser olímpico. Se convirtieron en un gran activo, porque podían aportar una imagen magnífica, un acercamiento a la sociedad y un ejemplo admirable en el exterior de nuestras fronteras.

 

EL FÚTBOL EN “LOS PRIMEROS MILITARES OLÍMPICOS ESPAÑOLES

1898-1910

La obra, al acercarse al contexto deportivo que vivieron los biografiados, descubre los inicios de la institucionalización del asociacionismo en varios deportes, entre ellos el fútbol.

En la primera década del siglo XX, el fútbol estaba superado por el ciclismo en cuanto al número de sociedades inscritas en los registros de asociaciones de los Gobiernos Civiles. Este deporte, originado en el Reino Unido que se estaba introduciendo progresivamente en España desde la última década decimonónica a través de diferentes vías, por ejemplo grandes empresas mineras, siderúrgicas o textiles, principalmente británicas, importaron respectivamente el fútbol en la provincia de Huelva, la Ría de Bilbao y el área de la ciudad de Barcelona, sirviendo los puertos españoles para barcos mercantes o de la Armada procedentes del Reino Unido el favorecimiento a la incorporación del balompié en ciudades como Vigo y Almería. El fútbol entró definitivamente en la capital de la Corte a través del profesor Manuel Bartolomé Cossío, miembro de la Institución Libre de Enseñanza; este, junto con el profesor Stewart Herbert Capper, lo introduce tras uno de sus numerosos viajes a Inglaterra.

Esta época sirvió para que la novedad del balompié impulsara la creación de nuevas sociedades como el Madrid Football Club, inscrita en 1902 y presidida en esos momentos por Juan Padrós -este club como veremos posteriormente se convertiría en el Real Madrid F.C.-, y fortaleciera las nuevas competiciones que se iban organizando como el Torneo de la Coronación, también en 1902, con motivo de los actos celebrados por la coronación de S.M. el Rey D. Alfonso XIII. El apoyo real a dicho evento supuso un enorme espaldarazo para este incipiente deporte. Acudieron unas dos mil personas que pagaron por las localidades de asiento. A partir del siguiente año, 1903, se consiguió que el rey garantizase la competición y concediera un trofeo, siendo así que, de forma consecutiva, hasta 1909 inclusive se celebró en Madrid el Campeonato de España de Football.

Con motivo de la visita a Madrid en 1905 del presidente de la república francesa Émile Loubet, se celebró en su honor el primer partido internacional de fútbol disputado en la capital del Estado entre el equipo español Madrid Football Club y el equipo francés Gallia Football Club. Los clubes de fútbol estaban proliferando por toda España y se sintió la necesidad de crear una federación que agrupase a todos los clubes para así establecer reglamentos comunes, organizar las competiciones de forma unificada y velar por la fortaleza financiera de las sociedades. Dicha federación nacional se inscribió en el registro de asociaciones del Gobierno Civil de Madrid en 1909 bajo el nombre de Federación Española de Clubs de Foot-ball con el fin de fomentar el fútbol; su primer presidente fue Pedro Sánchez de Neyra, marqués de Casa Alta. Inscribiéndose en lo inmediato hasta un total de veinticinco clubes. Uno de ellos, el perteneciente a la Academia de Infantería.

El libro no se aproxima al fútbol solo desde el ámbito civil, también contempla el plano militar donde suceden acontecimientos. Esta primera década del siglo XX, el Ejército pretende introducir los deportes como práctica a los soldados, entre ellos el fútbol. La primera obra (que nosotros tengamos constancia) que cita la práctica del fútbol, dentro de los juegos deportivos, en algunos cuarteles data de 1903, manuscrito de Luis Lacoste y Sicre con el titulo Educación física militar. Tres años después estos juegos deportivos, entre ellos el fútbol, entran a formar parte de los nuevos planes de estudios que se aprueban para los futuros oficiales.

1911-1920

La realización de estas prácticas futbolísticas que se iniciaron en 1906 por parte de los cadetes fue una práctica que se mantuvo a lo largo de los siguientes años, confirmándolas dos artículos. El primero, de La Correspondencia Militar en junio de 1911 y el segundo, de El Tiro Nacional de España en abril de 1914; en ambos nos afirman que se han organizado competiciones de diversos deportes, entre ellos el fútbol. Esta práctica de los deportes en general y por ende del fútbol dentro de la milicia, estuvo impulsada por la publicación de la obra Manual de Gimnasia Sueca, en 1912. El autor de esta obra, Federico González Deleito, fue uno de los militares comisionados a Suecia y Francia para estudiar la gimnasia militar que se impartía en dichos países y de sus informes y escritos no solo se implantó la gimnasia sueca en el Ejército español, sino que se promovió el deporte en la formación militar.

La abundancia de equipos de fútbol en los regimientos de Madrid facilitó la organización de un campeonato exclusivamente militar, supeditado por el comandante Eduardo Suárez Souza y con la presencia de la Familia Real en la final. Este ensayo a nivel regional desarrolló un año después el decreto, publicado en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra en marzo de 1920, autorizando a que todas las unidades del Ejército a nivel nacional que lo desearan de forma voluntaria, formaran equipos de fútbol. Los partidos se ceñían al reglamento de la Real Federación Española de Fútbol, se jugaban en los campos militares si reunían las características reglamentarias o, en su defecto, en los pertenecientes a las sociedades civiles dedicadas al fútbol. Se destinará una cantidad única de 300 pesetas para gastos de organización y vestuario en la conformación de cada equipo, a los equipos que deban salir de su residencia se les pagará su dieta y los gastos de transporte serán por cuenta del Estado. El objetivo era adquirir nuevos hábitos deportivos y fomentar la expansión de las actividades físicas en el Ejército con el fin de contribuir al mantenimiento de la salud del soldado y a la mejora de su aptitud y resistencia a la fatiga. Esta reglamentación facilitó la celebración del Campeonato Militar de España de Fútbol, cuya final se celebró en Madrid en junio de 1920 entre el Regimiento de Sicilia nº 7, de San Sebastián, y el Regimiento de Murcia nº 37, de Vigo, que ganó la copa en presencia del rey.

Tras la finalización del Campeonato, el comandante Suárez Souza solicitó al capitán general que el rey concediera al Madrid Football Club el título de Real por las facilidades y consideraciones que dicho club tuvo con la organización y con los equipos militares que participaron en el Campeonato Militar de España. Dicha petición fue admitida y se le concedió el titulo de Real al Madrid Football Club.

El fútbol en el ámbito civil durante la segunda década del siglo XX es el deporte que tiene el mayor número de sociedades deportivas inscritas en la mayoría de los registros de los Gobiernos Civiles. Los motivos de ese crecimiento son su mercantilización para convertirse en un espectáculo de masas. El profesionalismo empezó a entreverse en los inicios de los años 10, motivo de ello fue la multa de cincuenta pesetas impuesta por la federación al España Club Football por pagar sueldos a algunos de sus jugadores y fue también la razón de la Federación Regional del Centro para descartar a un jugador del Racing Club de Madrid para acudir a los Juegos Olímpicos de Amberes.

La profesionalización implicaba mejorar el equipo, conseguir más victorias y aumentar los seguidores y con ello el espectáculo. Estas circunstancias se fueron cimentando de forma progresiva a lo largo de esta década y se llegó al punto de tener que acoger a tantas personas que los campos se quedaban pequeños, por lo que los principales clubes empezaron a diseñar y a construir estadios con mayor capacidad.

A través de la lectura, observaremos el viaje que realiza el fútbol, gracias a nuestros personajes, desde sus inicios, con poca repercusión mediática, dominio del amateurismo y campos pequeños. Y a partir de los Juegos Olímpicos de Amberes, profesionalismo, espectáculo y construcción de estadios para albergar a las masas.

 

© LaFutbolteca.com. Enero 2017.