por Ferràn Esteve
miembro de La Futbolteca
El 10 de agosto de 1923 es una fecha que, sin duda, brilla con letras de oro en la historia del Real Club Celta. Aquel viernes, en el recinto de la Sociedad Patronal y ante un gran entusiasmo a nivel colectivo, los comisionados de Real Vigo Sporting Club y Real Fortuna Foot-ball Club, los hasta entonces dos clubs más importantes de la ciudad y unos de los máximos abanderados del fútbol gallego, sellaban mediante asamblea la unión definitiva de ambos en uno solo tras muchos meses de trabajo y, quizás, años de frustración.
En aquella mítica reunión, presidida por Ventura Lago quien se vio rodeado por los señores Bar, Mallo, Castro, Baliño, Montenegro, Vallejo, Casas, Teijeiro, Coo, Escalera y De Miguel, tres fueron los puntos a debatir; discusión del Reglamento, aprobado tras su lectura por parte de Baliño y después de proponerse varias enmiendas; elección de un nombre para la nueva sociedad que nacía Real por consentimiento de la Monarquía, denominación a determinar entre un ramillete de posibilidades entre las cuales constaban Oliva, Celta, Galicia, Olímpico, Unión, Breogán y Atlántico de los que salió vencedor el de Celta y, en tercer lugar, confirmación de los colores a usar, jersey rojo en su totalidad, pantalón negro y medias azules con vuelta blanca, los colores de la Selección Nacional por entonces. Lo que viene después es por todos nosotros conocido.
Sin embargo, detrás de este par de párrafos donde de forma sintetizada es resumido el acuerdo alcanzado por todos los asistentes reunidos el día 10, hay algunas cosas más; quedan, con el establecimiento del nuevo club, soterrados veinte años de fútbol vigués, dos décadas donde viguistas y fortunistas se repartieron los fervores balompédicos de la mayoría de aficionados olívicos y, lamentablemente, también parte de sus señas de identidad.
Las señas de identidad, reconozcámoslas como nombre del club, escudo y colores del uniforme son, junto a los miembros de la sociedad, parte del patrimonio que permanece íntimamente unido al club y, pese a sus cambios y modificaciones por decisiones propias y, en ocasiones, ajenas, parte de una personalidad jurídica que se mantiene inalterable desde la constitución de la sociedad hasta su disolución si esta llega a producirse. Mantenerlas y dignificarlas, al igual que se debe hacer con la historia, es y debe seguir siendo obligación de los clubs, los verdaderos interesados en cuidar y hacer valer su patrimonio pero, en algunos casos, cuando la historia es pasado y las señas de identidad pertenecen a otros aunque de su matrimonio naciera el club por el que se siente devoción, en ocasiones se cometen deslices cuando no descuidos que repercuten en la memoria histórica de los herederos.
El caso que exponemos, conste en acta que es un ejemplo y como este podríamos emplear muchos más pues, ni tenemos nada en contra del Real Club Celta ni lo tendremos nunca siendo nuestra única voluntad subsanar algo que creemos no encaja, es simplemente una muestra de qué estamos hablando y por qué, bajo nuestro juicio, las señas de identidad de antiguos clubs como también muchos todavía hoy vigentes, son distorsionadas alejándose de la realidad y de lo que llegaron a ser en sus días.
De Real Fortuna Foot-ball Club y Real Vigo Sporting Club, los dos padres del glorioso Real Club Celta que tanto renombre ha sumado a lo largo de algo más de nueve décadas de historia en el colectivo futbolístico español y, por extensión, europeo, para nuestra desgracia pocas imágenes nos han sido legadas, siendo la mayoría de ellas de escasa calidad y, si se percibe algo, lo suficientemente pequeño para no distinguirse detalles con meridiana claridad.
Frustrados por no saber más, en nuestras investigaciones de hace ya unos años parecimos tener suerte al dar con un excelente aficionado del Real Club Celta quien, muy amablemente, nos remitió una imagen con varios de los escudos empleados por Real Fortuna Foot-ball Club y Real Vigo Sporting Club obtenidos nada y nada menos que en el Museo de los celestes. Todo parecía tener visos de realidad; colores de la bandera marítima, forma, iconografía a excepción de una curiosa grafía en el Real Fortuna Foot-ball Club, incluso el lugar de origen, nada más y menos que un sitio de culto libre de sospecha como un Museo pero, años después, nuestro gozo fue a parar a un pozo. Veamos por qué.
VIGO FOOT-BALL CLUB
Empezamos con el Vigo Foot-ball Club, una sociedad en la que el joven sportman Manuel Ocaña, hijo de una famosa saga de fotógrafos, lo fue todo. Ocaña, miembro de la Sociedad Arte y Sport, había constituido en 1903 el Vigo Sport Club como refugio idóneo para que tanto él como sus amistades pudieran practicar distintas disciplinas deportivas. Presidente desde el 4 de junio, con la entrada de nuevos socios y dado el éxito que estaba teniendo el fútbol como principal atractivo entre todos, a principios de 1905 se decidió cambiar el nombre de la sociedad por Vigo Foot-ball Club siendo los miembros prácticamente los mismos al igual que sus colores, los de la bandera marítima rojo y blanco que siguieron inalterados. Sólo un cambio era determinante; el acceso de Rodrigo Alonso Giménez-Cuenca, hijo de un conocido empresario conservero local, a la presidencia.
Del Vigo Sport Club no se ha podido identificar ninguna imagen y como Vigo Foot-ball Club existen varias tomadas en un recinto cerrado, probablemente el domicilio del fotógrafo o de alguno de los socios; y también en campo abierto, como las obtenidas en el Campeonato de España y encuentros con rivales gallegos.
En cuanto a sus escudos distinguimos dos, uno capturado por una fotografía tomada en 1905 y un segundo en una alineación de 1911. Del primero, el más nítido dentro de lo que cabe, se aprecia que va cruzado por una diagonal en blanco distinguiéndose unos trazos que parecen ser letras que se extienden por todo el escudo. Quizás sean las iniciales del nombre de la sociedad, pero lo que bajo nuestro punto de vista resaltamos de inmediato es que la diagonal es más acusada que la del escudo del Museo y esta no parece tener letras a lo largo de su recorrido. Si nos vamos al escudo de 1911, con peor resolución, obviamente se trata de otro escudo pues la forma es distinta y, según se ve, ya no hay diagonal en blanco.
REAL VIGO SPORTING CLUB
En septiembre de 1913, enraizado el fútbol en la ciudad olívica, el Vigo Foot-ball Club unió su destino a otra sociedad local, el Sporting Club, entidad constituida en julio de 1911 de cuya fusión el primero adoptó el nombre de Vigo Sporting Club. Con la unión, donde se concentraban parte de los más distinguidos y selectos sportmen de la ciudad, se pretendía dar “caza” deportiva al gran rival, Real Fortuna Foot-ball Club, no regateándose dinero y esfuerzos para desbancarlo y convertirse en el primer club de Galicia.
De esta sociedad, Real desde 1914 gracias a la intermediación del diputado provincial Ángel Urzaiz, no se ha podido obtener foto alguna a pie de campo donde se distinga el escudo o posibles escudos, siendo las únicas referencias dos imágenes, una de 1919 y la otra publicada en 1959. En la primera de ellas, 1919, se distingue aunque con poca resolución el escudo que lucía por esas fechas un grupo de corredores siendo extensible al de la sociedad mientras que en la segunda, mostrada en un libro publicado en 1959 por Celso González Villar se ve, ahora con si mayor cantidad de detalle, un escudo coronado con la bandera local e iniciales de la sociedad. Sea como sea, es la imagen que ha perdurado como principal distintivo sportinguista.
REAL FORTUNA FOOT-BALL CLUB
Constituido en 1904 como Petit Foot-ball Club, la llegada de nuevos socios y la presencia de un importante patrocinador como fue la figura de Rafael Tapias permitió que se adoptara la denominación de Fortuna Foot-ball Club en 1905, pasando en 1908 a ser Real gracias a las gestiones del diputado y ex-ministro Ángel Urzaiz, mismo año en el que se estrenó el Campo de Bouzas, su nuevo recinto dejando atrás un inadecuado Campo del Malecón o Relleno que presentaba unas dimensiones muy reducidas.
De este club, que vestía camisa con pantalón blanco, sí tenemos fotografías y algunas de ellas con vivos detalles apreciándose cómo en principio era circular con las iniciales de la sociedad para, a partir de 1908, ostentar una corona al ser apadrinado por la Casa Real que se mantuvo prácticamente invariable hasta su fusión con el Real Vigo Sporting Club en 1923.
El escudo de esta sociedad, vistas varias imágenes, repasados detalles relacionados con el arte de la fotografía y consultadas varias fuentes donde el segundo uniforme siempre muestra tonalidades en rojo, así como el escudo reproducido en 1959 por Celso González Villar, para nosotros siempre fue rojo y nunca negro como se expone en el Museo. Quizás el error consista en haber interpretado erróneamente las fotografías en blanco y negro donde se aprecia un fondo oscuro y dar como válido un color negro, el más oscuro de todos, en lugar del rojo que caracterizaba a la sociedad de Bouzas. Si conflictivo es el color, más lo es la tipografía; cualquier parecido entre las iniciales del escudo del Museo con las publicadas en prensa es pura coincidencia. Nada que ver salvo que se trata de una “C” y una “F”.
En resumidas cuentas; el presente artículo tiene como finalidad concienciar a cualquier aficionado y club, por más o menos relevante que este sea, de la importancia que las señas de identidad requieren, siendo estas merecedoras de ser reproducidas lo más precisas y fieles a como realmente lucieron en su día para mayor gozo de todos -aunque inevitablemente siempre se dejará algún rastro del autor-.
Paralelamente, desde estas líneas aprovechamos la ocasión para reclamar la atención en particular del aficionado celta, como heredero de estos clubs, para indagar en su propia proto-historia buscando en hemerotecas, fuentes originales, incluso personas relacionadas con los primeros protagonistas y ayudarnos a desenmascarar esos escudos que forman parte de de su legado futbolístico, pues hallando esas señas de identidad ellos mismos enriquecerán un patrimonio de por sí considerable y, de paso, el del resto de aficionados.
© LaFutbolteca.com. Marzo 2016.