por Vicent Masiá
miembro de La Futbolteca
El Grupo III de la Segunda División B de la temporada 2016/17 vivió, que se sepa, durante la disputa de la jornada 32 del Campeonato Nacional de Liga entre los clubs F.C. Barcelona «B» y C.D. Eldense, un bochornoso y repulsivo suceso que, por el bien del fútbol, esperamos sea erradicado o, al menos, minimizado al máximo; el amaño de un resultado.
Al inicio del encuentro, transcurridos los primeros compases nada hacía presagiar lo que sobre el césped iba a ocurrir, es más todo asemejaba ser un partido normal de los cientos que se disputan cada fin de semana a lo largo de la competición, pero a partir del minuto ocho y en lo sucesivo, hasta ocho tantos encajó el club alicantino. Verlo para creerlo. Pero aún hubo más, pues cuatro chicharros hasta un total de doce se llevaron los visitantes de regreso a Elda.
Un 12-0 no es normal ni habitual. Mucho menos entre plantillas semiprofesionales con jugadores que cobran, se cuidan mucho físicamente, tienen una formación futbolística ya destacable y las diferencias entre unos equipos y otros no son demasiadas salvo excepcionales ocasiones, por lo que todas las alarmas una vez conocido el extraordinario resultado final sacudieron al estamento futbolístico como un resorte ante lo que era un escándalo.
A las pocas horas del suceso el nombre del C.D. Eldense estaba en boca de todos, en entredicho su reputación labrada durante décadas, incluso uno de sus jugadores tuvo la valentía de denunciar públicamente casi de inmediato lo ocurrido señalando con el dedo a varios compañeros por no meter la patita, estar más que relajados sobre el terreno de juego y a su entrenador por consentirlo sin mover una sola pestaña y mirar, como sorprendentemente hizo, hacia otro lado.
La causa o motivos por los que se había dado el apabullante 12-0 empezaron a extenderse como un reguero de pólvora entre los medios de comunicación y de ahí, a los aficionados. Las suspicacias, sospechas o dudas que habían dejado patente parte de los jugadores alicantinos con su actitud hicieron a muchos pensar en lo mismo y tomar una misma dirección, aunque como suele suceder en este tipo de casos era demasiado pronto y no había pruebas concluyentes.
Pasadas las horas y recopilados más datos, con declaraciones de implicados inclusive, lo intuido y señalado por muchos empezó a adquirir cuerpo y a media noche, ampliada la información por gran cantidad de medios periodísticos interesados por lo sucedido, la trama del desenlace estaba clara; se había amañado deliberadamente el resultado tanto al término de la primera parte, con un sonrojante 8-0 como al final, con el consabido 12-0.
Al día siguiente, domingo, las imágenes del encuentro circulaban por todas las cadenas televisivas mientras en las radios y prensa escrita se llenaban las páginas pormenorizando los hechos en búsqueda de víctimas y culpables puesto que, del mismo modo que habían jugadores libres de pecado realmente consternados por lo sucedido, otros, los implicados en el escándalo y señalados por sus compañeros, se les veía haciendo teatro tanto dentro como fuera del terreno.
Demostrado y consumado el fraude deportivo, llegaba la hora de hallar responsabilidades, de determinar quiénes sí y quiénes no estaban metidos en el ajo, si era cosa de unos pocos o de muchos y de si, además de jugadores, había técnicos y directivos por el medio. Sobre todo de conocer de primera mano cómo se había llegado a tal situación. La respuesta, aunque no sirva de excusa, sólo se podía dar en un club condenado al descenso, sin nada que jugarse excepto su honor y dirigido, sobre todo, por gente sin escrúpulos vinculada al mundo de la mafia e infiltrada en redes del juego.
Y es que al C.D. Eldense, inmerso en una grave crisis económica, llegaron a principios de 2017 un grupo de italianos quienes previamente habían sangrado a otro club de Segunda División B, en esta ocasión del Grupo IV, el F.C. Jumilla, dejando su economía hecha un solar con deudas en todas partes hasta que fueron echados a patadas.
Las advertencias de los murcianos a los alicantinos -chapó para ellos por su noble actitud- sobre lo que les podía ocurrir a los azulgranas cayeron en saco roto y, emborrachados por falsas promesas como la llegada de un presunto mesías italiano que iba a resolver todos los problemas, terminaron aceptando para su desgracia algo inaceptable.
Nobile Capuani, el mandamás recalado en Elda presuntamente vinculado con la mafia calabresa, se rodeó de gente de su confianza y pronto, con la ayuda de algunos jugadores atraídos por el convincente poder del dinero, obró en algunos campos lo que desde su tierra vino a buscar a España; amañar resultados futbolísticos en la permeable red asiática de apuestas deportivas con amplias ganancias para sus benefactores, aunque también se especula con circuitos ilegales de Malta y Arabia Saudí. La única precaución, que el dinero no pasara por España.
La víctima de todo este esperpéntico embrollo ha sido el modesto e histórico C.D. Eldense como lo podría haber sido otro club en circunstancias similares, pero tras la investigación policial y cinco personas declarando y durmiendo en el calabozo de Elda, por parte federativa no han habido sanciones, ni económicas ni con puntos como recoge el Reglamento o pérdida añadida de categoría. Todo ha sido tapado con un tupido velo como si nada hubiera ocurrido. Sólo palabras de condena y promesas vagas de seguir el caso hasta la última consecuencia.
Pasadas unas semanas desde el estallido de tan lamentable suceso ocurrido en tierras barcelonesas y teniendo como protagonista a un club alicantino, el magistrado del Juzgado nº1 de Elda imputó a dos jugadores, dos miembros del equipo técnico y un miembro inversor de la junta directiva eldense por presuntos delitos de corrupción y pertenencia a organización criminal, destapándose las sospechas en otros encuentros protagonizados por los alicantinos frente al Villarreal C.F. “B” el 18 de febrero de 2017 con resultado de 4-0 para los castellonenses, derrota ante el C.D. Atlético Baleares por 5-0 en Palma de Mallorca el 5 de marzo, derrota por 3-0 ante la U.E. Cornellá el 19 de marzo en la localidad barcelonesa y derrota por 0-1 en el Nuevo Pepico Amat ante el C.F. Gaváel 26 de marzo totalizándose cinco encuentros bajo sospecha.
El fútbol español por su buena salud ha de repudiar hechos tan abominables como lo sucedido en Barcelona, pero sería confortable y deseable exigir a los estamentos que rigen este maravilloso deporte que persigan, denuncien y apliquen lo estipulado a quienes alteren resultados. Quien la haga, que la pague.
©La Futbolteca. Septiembre 2017.